Las paredes blancas del departamento eran perfectas. El aroma suave a jazmín flotaba en el aire, proveniente del difusor automático que Yeji compró después de su luna de miel. En la mesa, una cena fría lo esperaba. Y a su lado, una omega que sonreía como si aún no notara que él ya no estaba ahí.
—Llegaste tarde otra vez —dijo ella, sin mirar directamente. Su voz era calma, pero su mandíbula estaba rígida.
Hyunjin dejó las llaves en el cuenco de cerámica y forzó una sonrisa.
—Se alargó una junta.
Mentira. Estaba con Seungmin. Enredado entre sus piernas. Sintiéndose real por unas horas.
Yeji se levantó y caminó hacia la cocina sin más preguntas. No necesitaba hacerlo. Ambos sabían que su matrimonio era una fachada bien cuidada, una alianza entre clanes, un deber. Hyunjin había dicho que sí porque en aquel momento... no sabía cómo decir no.
Y luego apareció Seungmin.
Lo conoció por casualidad, en una exposición universitaria donde su empresa era patrocinadora. La sonrisa más honesta que Hyunjin había visto y una voz tan clara que le atravesó el pecho. Una excepción en su mundo. Algo prohibido, que olía a libertad, a decisiones propias.
La primera vez que se besaron, Hyunjin sintió que todo lo demás desaparecía.
La primera vez que se acostaron, creyó que podía tenerlo todo.
La primera vez que tuvo que irse sin decir adiós... supo que no.
—¿Tú lo amas? —le preguntó Chan una noche, cuando se emborracharon en un bar demasiado pequeño para sus silencios.
Hyunjin se lo pensó.
—No puedo amar a alguien que no puedo tener.
—Mentira —dijo Chan. Y no volvieron a tocar el tema.
Cada vez que tocaba a Seungmin, cada vez que lo abrazaba tras el sexo, cada vez que escuchaba su risa mientras comían comida callejera de madrugada... Hyunjin se sentía más cerca de sí mismo.
Y más lejos de todo lo demás.
Una tarde, volvió al departamento y Yeji lo esperaba en la sala.
Con el móvil en la mano.
Con una foto abierta.
Una de Seungmin.
Una que él había tomado.
Una que nunca debió salir de su galería secreta.
—¿Quién es él?
Hyunjin sintió cómo se le paralizaba el alma.
—Un amigo.
—¿Un amigo al que le tomas fotos dormido?
Yeji lo miró con una mezcla de furia y tristeza.
—¿Me estás engañando, Hyunjin?
No respondió. No podía.
Porque lo peor no era engañarla.
Lo peor era que lo único verdadero que tenía en su vida era algo que dolía.
Que ardía.
Que tenía fecha de expiración cada vez que amanecía.
Esa noche no pudo dormir. Se paró frente al balcón y miró las luces de la ciudad.
Encendió un cigarro. No fumaba, pero necesitaba quemarse por dentro.
Pensó en Seungmin.
Pensó en sus ojos cuando lo miraban sin rencor.
En su cuerpo esperándolo cada vez, sin saber que también lo estaba perdiendo.
Pensó en decirle la verdad.
Pensó en soltarlo.
Pero lo amaba demasiado para dejarlo ir.
Y muy poco para dejar todo por él.
Cuando cerró los ojos, imaginó una vida distinta.
Una donde lo besaba bajo la luz del día.
Una donde el apellido que llevaba Seungmin era el suyo.
Una donde no se escondían.
Una donde el verano no se sintiera tan triste.
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SUMMERTIME SADNESS
FanfictionSeungmin tenía el corazón joven, los sueños intactos y la inocencia aún latiendo fuerte. Hyunjin era fuego envuelto en seda, un alfa mayor, misterioso, prohibido... y casado. ⠀ Se conocieron por accidente. Se desearon sin permiso. Se amaron en la so...
