27

36 9 0
                                        

Seungmin salió en silencio esa mañana.

Sentía un hormigueo constante en el pecho, náuseas que iban y venían, y una ansiedad tan grande que no le cabía en el cuerpo.
Había investigado todo lo que podía, pero necesitaba confirmarlo. Necesitaba saber si su cuerpo le estaba gritando algo real o si era sólo la mente jugándole una mala pasada.

Compró tres pruebas.
Las más confiables.
Las guardó con cuidado dentro de su mochila.

Iba de regreso a casa, cruzando una calle secundaria de su barrio, cuando la voz rasgada y rabiosa de alguien lo detuvo.

-¡Tú!

Seungmin giró.
Allí estaba ella.
Yeji.

Su cabello estaba recogido con descuido, ojeras marcadas, el rostro pálido... y los ojos inyectados de una furia descomunal.

-¡Tú maldito omega de mierda! -rugió.

Seungmin retrocedió, el corazón se le congeló.
Yeji se lanzó sobre él sin dudar.

Le jaló del cabello con fuerza, lo arrastró hasta la pared de una tienda cerrada. Lo golpeó en el hombro, en el brazo, lo mordió, lo empujó una y otra vez contra la pared. Las palabras salían de su boca como cuchillas.

-¡Lo arruinaste todo! ¡Tú lo alejaste de mí! ¡Tú lo hiciste olvidarse de nuestro hijo, de nuestra vida, de todo!
-Yo... -balbuceó Seungmin-, yo no...

-¡Cállate! ¡Mírate! ¿Qué podrías haberle dado tú que yo no? ¡Solo eres una maldita distracción, un experimento sucio!

Yeji lo sujetó del rostro con violencia, lo apretó como si quisiera borrar sus rasgos con los dedos.
Y entonces notó que algo se había caído de la mochila de Seungmin.

Tres cajas.
Pruebas de embarazo.

El mundo pareció detenerse.
Yeji las miró.
Luego miró a Seungmin.
Y por un segundo... su expresión se quebró.

Pero luego estalló.

-¡No! ¡No, no, no, no! -comenzó a gritar-. ¡No puedes hacerme esto, maldito ladrón de vidas! ¡No puedes robarme también esto!

Seungmin se encogió en sí mismo, aterrado, sin saber cómo moverse, cómo responder, cómo respirar siquiera.

Fue entonces cuando una voz firme, grave y temblorosa interrumpió la escena.

-¡Suéltalo ahora mismo!

Jeongin.

Apareció como un rayo, empujó a Yeji con fuerza lejos de Seungmin y se colocó frente a él, los brazos abiertos, la mandíbula apretada.

-¿Estás loca? ¡Él no te hizo nada! ¡Tú y Hyunjin son los que arruinaron todo!

-¡No sabes nada, niño estúpido! -escupió Yeji, temblando.

-¡Sé lo suficiente para no permitir que lo toques otra vez!

Yeji retrocedió, respirando agitada, sus ojos llenos de odio, de rabia, de dolor.
Miró una vez más las pruebas en el suelo, las pateó con asco y, sin decir nada más, se marchó.

Seungmin estaba en el suelo, temblando.
No podía dejar de llorar.

Jeongin se arrodilló junto a él y lo abrazó con fuerza.

-Ya está, ya pasó -susurró-. Nadie más te va a tocar. Estoy contigo, hyung. Pase lo que pase.

Y aunque todo dentro de Seungmin se sentía roto... por primera vez, se sintió protegido.

SUMMERTIME SADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora