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El amanecer era suave.

Y tibio.
La luz apenas rozaba los bordes de las cortinas cuando Hyunjin abrió los ojos.

Estiró el brazo.
Palpó el lado vacío de la cama.
Frío.

—...Seungmin —susurró, aún soñoliento, girando hacia donde siempre lo encontraba, acurrucado como un cachorro herido.

Pero no estaba.

Se levantó, revisó el baño. La pequeña cocina. El pasillo.
Nada.

Un miedo instintivo le apretó el pecho.
Se vistió como pudo, tomó las llaves y condujo como si pudiera alcanzarlo.
Como si no fuera tarde.

Llegó a la casa de los Kim.
Llamó una vez.
Luego dos.
Silencio.

Tomó aire. Empujó la puerta. Estaba sin seguro.

Entró.

El eco fue lo primero que lo golpeó.

Vacía.
Fría.
Sin una sola risa, sin una taza olvidada, sin los libros desordenados de Seungmin sobre la mesa.
Nada.

—No... no, no, no, no...

Corrió al cuarto de Seungmin.
Empujó la puerta.
Las sábanas estaban dobladas con cuidado.

Pero algo había sobre la cama.

Un sobre pequeño. Blanco.
Dentro, una copia impresa de una ecografía en escala de grises.
Y justo detrás...
Una prueba de embarazo. Positiva.
Marcada.
Fechada.
Con sus dos líneas rosa intenso.

Hyunjin cayó de rodillas.

Sus dedos temblaban al sostener esos fragmentos.
Sus ojos no entendían lo que veían, pero su alma sí.
Cada parte de él se rompió con la imagen del pequeño saco gestacional en medio de la imagen médica.

—No... no puede ser... —jadeó, con la voz rasgándose—. ¿Seungmin...?

El silencio de la casa le respondió.

Sus manos se apretaron contra el pecho. Lágrimas. Muchas.
Tantas que apenas podía respirar.

—¿Por qué te fuiste... sin decirme?
¿Por qué no me lo dijiste...?

Pero la respuesta no estaba ahí.
Solo el dolor.
Y una prueba olvidada que pesaba como una confesión.

Hyunjin abrazó esas hojas como si pudiera proteger lo que aún no conocía.
Como si pudiera detener el tiempo.

Pero era tarde.

Seungmin ya no estaba.
Y esta vez... quizás no volvería.

SUMMERTIME SADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora