Hyunjin entró con cuidado al cuarto de Seungmin.
El sol se filtraba por la ventana.
Seungmin estaba de espaldas, sentado sobre la cama, con una libreta de apuntes en las piernas y los ojos perdidos en una frase que no leía.
—¿Min?
Seungmin no se giró.
Pero su cuerpo se tensó.
Hyunjin cerró la puerta.
—Tenemos que hablar...
Silencio.
Solo el sonido del bolígrafo que Seungmin soltó, como si le pesara.
—¿Qué hiciste ahora?
Hyunjin apretó los labios.
—Nada. No es eso... solo...
Creo que debo volver a casa unos días. Arreglar algunas cosas allá.
No puedo seguir escondiéndome.
Seungmin se volteó por fin.
No parecía sorprendido, pero sí... resignado.
Ese tipo de tristeza que no grita, que no rompe cosas, pero que muere lento.
—¿Volver con ella?
—No. —Hyunjin se acercó, firme—. No por ella.
Por mí. Por lo que tengo que cerrar.
Pero quiero que sepas algo, Seungmin.
Se sentó frente a él.
Le tomó la cara con ambas manos, con una dulzura rota por la culpa.
—Te amo.
Desde siempre.
Y te elijo. A ti. No importa nada más. No importa cuán complicado se vuelva todo.
Tú eres mi hogar.
Y te juro...
—Su voz se quebró—. Te juro que voy a volver.
Seungmin bajó la mirada.
Su cuerpo temblaba.
Quería creer. Quería.
—Entonces vete, Hyunjin...
—susurró—.
Pero no me pidas que te espere esta vez.
Hyunjin asintió lentamente.
Sabía que no tenía derecho a pedirlo.
Le dio un beso en la frente.
Otro en la comisura de los labios.
Y se fue.
La puerta del apartamento se abrió con un chirrido conocido.
El olor a té y soledad golpeó a Hyunjin en el rostro.
—¿Volviste? —La voz de Yeji salió desde la cocina.
Hyunjin entró sin responder.
Se quitó el abrigo, dejó las llaves sobre la mesa.
Yeji lo miró desde la puerta del pasillo.
Sus ojos tenían ojeras. Su piel estaba más pálida.
Había bajado de peso.
—¿Dormiste con él? —preguntó sin rodeos.
Hyunjin no mintió.
—Sí.
Yeji apretó los labios.
Le temblaba la barbilla.
—¿Y qué? ¿Vienes aquí solo cuando se te rompe el juguete?
—No digas eso.
—¡¿Qué más quieres que diga, Hyunjin?!
—gritó ella, con los ojos llenos de lágrimas—.
Perdí a mi hijo.
Perdí tu marca.
¡Y te perdí a ti desde el primer momento en que lo volviste a mirar!
Hyunjin retrocedió un paso.
—Lo siento.
—¡No lo sientas!
—Yeji le lanzó un cojín—.
¡Desaparece! ¡Vuelve con tu maldito omega dañado! ¡Pero no me mires así como si tú fueras la víctima!
Hyunjin cerró los ojos.
—No vine a pelear.
—¿Entonces a qué viniste? ¿A ver si aún quedaba algo de mí?
¿A comprobar si era seguro irte sin remordimiento?
La habitación se llenó de un silencio espeso.
Hyunjin se acercó a la puerta del estudio.
—Vine a terminar lo que tenga que terminar.
A limpiar el desastre que dejé.
Y después me voy. Definitivamente.
Yeji se quedó de pie, respirando agitada.
—¿Y sabes qué? —dijo en voz baja—.
No va a importarle.
Porque ese omega está tan roto... que te va a recibir aunque le arranques el corazón cada semana.
Hyunjin apretó los puños.
Y entró en su estudio.
Porque sabía que enfrentarse a Yeji era fácil comparado con enfrentarse a él mismo.
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SUMMERTIME SADNESS
FanfictionSeungmin tenía el corazón joven, los sueños intactos y la inocencia aún latiendo fuerte. Hyunjin era fuego envuelto en seda, un alfa mayor, misterioso, prohibido... y casado. ⠀ Se conocieron por accidente. Se desearon sin permiso. Se amaron en la so...
