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—Aarón, estas distraído—exclamo Alice.

Dejando así la preparación de la cena a un lado, la castaña camino hacia la mesa en donde se encontraba el ojiverde, sentándose a un lado, Aarón jugo con el café, ya frió y suspiro pesadamente.

—Nada, mamá—contesto suspirando.

—A mi no me mientas. Ya me ha parecido raro que no te hayas levantado para ir al gimnasio con tu padre, al no salir de ahí prácticamente los últimos días-murmuro la mayor.

Aarón bufo en lo alto, revolvió sus rizos, tirando estos para atrás y bostezo, para luego levantar el rostro encontrándose con el de su madre, quien le sonreía algo preocupada.

—En verdad... solamente estoy cansado, mamá...—susurro sonriendo a medias, pero aquello se había convertido en una mueca triste.

Parándose en su lugar se acerco a la castaña para luego besar su frente y caminar hacia la salida de la cocina.

—Vienes a cenar?

—Claro, solamente... iré a caminar un poco.

Alice asintió haciendo una mueca, el rizado le devolvió el gesto para luego salir de la casa. Acomodo la capucha de su sudadera cuando observo que las primeras gotas habían comenzado a caer, visualizo el cielo, el cual se encontraba envuelto en una capa gris oscura, una gran tormenta se aproximaba, pero al rizado no le importo, solamente quería caminar bajo la lluvia y quitar aquel rostro con ojos zafiro de su cabeza.

Camino pesadamente por las calles, con la cabeza gacha, sin saber donde sus pasos lo iban guiando siguió caminando a paso lento.

Luchando con su mente pensando en la charla que el castaño, odiando no haberle dicho a Dylan en verdad lo que sentía y discutiendo por no haber sido lo bastantemente sincero con el.

Al cabo de unas cuadras cruzo el gran lugar de la plaza dirigiéndose así rápidamente hacia uno de los bancos, en aquel mismo banco que había compartido muchos momentos con el ojiazul, cruzo sus manos por encima de la mesa observando a las personas corriendo a causa de la lluvia, y riendo por sus adentros pensando lo ilógico que era, ellos corrían y el ojiverde sentado bajo la lluvia.

Observo el reloj en su muñeca, este indicaba pasadas de las 17:30, suspiro recostando su cabeza entre sus manos, sintiendo nuevamente como su pecho se oprimía al pensar que el ojiazul ya hubiera tomado el vuelo.

Media hora después, su celular comenzó a sonar, bufo por sus adentros, la imagen de su padre insultándolo por faltar al gimnasio hoy y regañándolo, pero aquellas ideas se vinieron a bajo al tomar y visualizar el nombre en la pantalla haciendo que su ceño se frunciera.

Thomas

Discutiendo con contestar, apartando la parte confusa de no haber borrado aquel número, suspiro y corto rápidamente la llamada, su mente no podía despejarse si atendía a aquel rubio. Pero volvió a bufar cuando el móvil comenzó a sonar nuevamente.

Suspiro fastidiado atendiendo cabreado el celular.- ¿Que mierda quieres, Thomas? Juro que no estoy para que me jodas.

Escucho un sonido de disgusto en la línea pero se limito a esperar la voz del otro lado.

—Necesito hablar contigo... ahora—murmuro el rubio.

Aarón rió sin ganas para luego negar, sabiendo perfectamente que el chico no lo veía.

—No, no me parece. Y si no te molesta, cosa que no me importa, cortare la puta llamada.

—¡En verdad quiero hablar contigo!—exclamo en lo alto.

TODO POR TI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora