32 (Parte 2)

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Semanas después año nuevo a eso de fines de enero, Jeff y Jay se habían tornado demasiado sospechosos a los ojos de la pareja, aquellos junto a la Becca y la familia de Dylan los cuales estaban de vacaciones aún en Londres habían salido juntos sin dejar que la pareja se sumara al plan.

En la mañana, el grupo de amigos se encontraba en la cafetería almorzando y charlando de los planes para el fin de semana, que por suerte era viernes.

—¿Por que Aarón tiene cara de feliz cumpleaños?—pregunta la rubia arqueando una ceja.

—Esta feliz porque mañana le sacan los yesos—respondió el ojiazul.

—¡Si dios, me sacan estas mierdas!—exclamó el rizado haciendo que toda la cafetería se girara a observarlo—. ¿Algún problema?—pregunto frunciendo el ceño hacia todos los demás.

Que Aarón no fuera mas el chico malo de la secundaria no restaba de algunos le siguieran temiendo aún así con los yesos puestos.

—Ya no parecerás un robot—brama Ellot soltando una risa y Aarón lo fulmina.

—Mira el lado positivo—comento James—. Al menos podrás manipular mejor el sexo con Dylan—finalizando con una sonrisa picara.

Las mejillas del ojiazul se calentaron haciendo que hundiera su rostro en el pecho del rizado y este lo abrazara por encima de sus hombros.

—O...podrás hacerle mejores mamadas—dijo Travis haciendo que Molly hiciera una mueca de disgusto.

—Quiero recordarles a todos que el martes es mi cumpleaños. Y me hacen falta regalos.

Elliot arqueo una ceja con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿Se les a acabado el lubricante? Porque tengo uno de sandía que según Travs es muy rico—murmuró el morocho.

Dylan abrió la boca con asombro. Pero no por las palabras que había exclamado el ojimiel sino por al otro extremo que lo había llevado su cerebro.

—¡Mierda! ¡Al fin te has confesado!—exclamo el ojiazul.

Las mejillas de Cox se calentaron ante la indirecta mientras los demás llevaron un poco mas en percibir las palabras, pero una vez procesadas estas soltaron una carcajada haciendo sentir aún más avergonzado al morocho.

—Creo que esta hablando el menos indicado—bramo Elliot.

—Pero al menos yo lo admito. Bienvenido al club de las pasivas—susurro White para que las palabras no se difundieron por toda la cafetería.

Y al final de cuenta el ojimiel sonrió con malicia.

—Ya tengo en mente tu regalo, Aari— dijo Elliot—. Y tengo un leve presentimiento de que a Dylan le encantará —finalizó guiñandole al ojiazul.

*

En el mediodía del día siguiente la pareja se encontraba en la sala de espera del hospital esperando impacientes que el medico saliera de una buena vez a atenderlos.

—¡Estoy acá desde las nueve!—exclamo el rizado.

—Cállate, despertaras al bebe—murmuro el ojiazul apuntado con la cabeza al coche unos metros de ellos.

Thompson se dejo caer en el respaldo de la silla suspirando en lo alto, observo de reojo a Dylan jugando a candy crush.

—Dy—alargo la exclamación—. Déjame jugar, por favor—demando extendiendo su mano.

Pero rápidamente el castaño se aparto, sin despegar la mirada de la pantalla, y girándose en la silla consiguió darle la espalda al rizado.

—No jodas, Aarón. La otra vez que te lo di perdí todas mis vidas.

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