*OCHO*

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Andy.

Los ojos de mi amigo se mantenían fijos en los míos y podría decir que en esta ocasión brillaban de una manera realmente especial. Soltó un pequeño suspiro antes de acercar sus labios a los míos, yo sólo cerré los ojos y me dejé llevar sabiendo a la perfección lo que venía a continuación. Segundos más tarde pude sentir cómo unos cálidos, suaves y delgados labios chocaban contra los míos, inmóviles al igual que mis manos sobre su cintura y las suyas en mis mejillas.

Entonces supe que era el momento de tomar el control, comencé a mover mis labios de una manera suave y lenta sobre los suyos, él imitó mi acción torpemente. Nos estábamos besando, ¡estaba besando a mi mejor amigo! y podría jurar por Dios que se sentía como el mismísimo cielo. Rocé lentamente su labio inferior con mi lengua y él entre abrió los labios al instante, eso bastó para que mi lengua se adentrara en su cavidad bucal explorando y saboreando cada rincón. El beso ya no era uno lento y tierno, se había convertido en uno fogoso y desenfrenado, lleno de pasión y deseo.

Tuvimos que separarnos por falta de aire, y él se me quedó mirando con las pupilas dilatadas, los labios hinchados y la respiración agitada y he de admitir que aquella fue la imagen más tierna y a la vez más caliente que había visto en mi jodida vida. Ninguno de los dos dijo ni media palabra ¿para qué hablar cuando nuestras miradas podían decirlo todo?, nos deseábamos inmensamente de eso no había duda alguna.

No me detuve a pensarlo e introduje mi mano por debajo de su camisa y fui acariciando de una manera suave la piel de su cintura y sentí casi al instante cómo su piel se erizaba ante mi tacto. Él acercó su rostro hacia mi cuello, su aliento caliente rozaba la sensible piel de mi cuello y cerré los ojos disfrutando la placentera sensación de su lengua trazando un camino húmedo desde mi clavícula hasta el lóbulo de mi oreja, eso me había excitado de sobremanera.

-Andy -susurró en mi oído-, quiero que me lo hagas.

Aquellas palabras bastaron para mí. Comencé a desabrochar los botones de su camisa muy desesperada y torpemente, él me miraba con una sonrisita pícara dibujado en esos labios de los que ya me había vuelto un completo adicto, una vez que desabroché todos los botones de su camisa se lo arranqué de inmediato. Llevé mi boca hasta su cuello, succionando de manera lenta su pálida y sencible piel al tiempo que me deleitaba con los leves gemidos y suspiros que salían de su boca sin querer.

Luego de marcar una y otra vez cada centímetro de piel que cubría su delicado cuello, conduje mi boca hacia su pezón izquierdo succionando y lamiendo aquel botón café mientras pellizcaba levemente el derecho con mi mano. Me despegué de él por un momento para deshacerme de la ropa que me cubría de la cintura para arriba, dejando expuesto ante él mi desnudo torso cubierto por múltiples tatuajes, él se me quedó mirando ensimismado y luego de unos instantes susurró:

-Eres tan hermoso Andy.

-No más que tú -le sonreí tiernamente y fui testigo de cómo sus mejillas fueron adquiriendo un tono rosado, desvió su mirada apenado y yo solté una risita, se veía realmente adorable.

Guié unas de mis manos hacia su rostro tomándolo por el mentón haciendo que volviera su cara hacia mí, acaricié su labio inferior con el pulgar mientras él me miraba expectante. Acerqué mi rostro al suyo y uní nuestros labios de una manera lenta y suave sin intenciones de llegar a más, era un beso tierno e inocente. Me separé de sus labios y le dije:

-Debemos parar con esto, Kell.

Lo deseaba como nunca antes había deseado a alguien y lo único que quería era hacerlo mío sobre ese sofá una y otra vez pero no podía hacerlo. No podía aprovecharme de él de esa manera, debía pensar con la cabeza de arriba no con la de abajo. Él estaba borracho y no sabía lo que hacía, pero yo sí.

-Yo no quiero parar -respondió firmemente-. Quiero estar contigo, Andy.

Y tuve que utilizar todo mi autocontrol para no tirarlo al piso y follármelo allí mismo.

-No Kellin -repuse en un tono de voz serio-. Esto no está bien, tú tienes novia.

Él sólo desvió su mirada de la mía y se mordió el labio inferior con fuerza, sus ojos estaban cristalizados, estaba luchando terriblemente contra las ganas de llorar.

-Tienes razón -musitó después de unos segundos-. Creo que ya es hora de que te vayas.

Quería besarlo, quería abrazarlo, quería quedarme con él hasta que amaneciera pero sabía que lo más sensato en esos momentos era que me marchara. Me incorporé rápidamente y tomé mi ropa, una vez que me la coloqué le dí una última mirada a mi amigo.

-Buenas noches, Kell. Descansa.

Él no respondió, su mirada permanecía fija en el suelo. Me encaminé hacia la puerta y salí de aquel departamento lo más rápido posible.

Afuera, el frío viento me envolvía en un escalofriante abrazo mientras que yo caminaba por las casi desiertas calles y a medida que avanzaba no podía dejar de pensar en Kellin. Sus ojos, sus labios, su sonrisa, su voz, todo de él torturaba mi mente de una manera casi dolorosa haciéndome sentir un completo idiota.

Y entonces lo comprendí todo: estaba total e irremediablemente enamorado de mi mejor amigo.

Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora