*TREINTA Y SEIS*

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Andy

El taxi se detuvo, indicándonos que habíamos llegado a nuestro destino. El lugar al que Kellin nos había citado se trataba de un bonito parque, que en esos momentos se encontraba completamente desierto, tal vez porque aún era demasiado temprano. Habíamos llegado 10 minutos antes que la hora acordada, pues el lugar quedaba un poco cerca de nuestro hotel.

Las palmas de mis manos sudaban, mientras éstas temblaban debido al nerviosismo y las ansias que consumían mi cuerpo, nublando todo tipo de pensamiento coherente. Para ese momento, ya había olvidado el monólogo mental que había preparado para cuando llegase el momento de ver a mi amado. Me sentía tan jodidamente patético, y más vestido con ese estúpido traje que no era para nada mi estilo. Comenzaba a arrepentirme de haberle hecho caso a Ashley con respecto a mi atuendo. Después de todo, había enamorado a Kellin con mi ropa de 'pordiosero', ¿no?

-Hemos llegado. -anunció mi amigo, observando el lugar a través de la ventanilla con aparente tranquilidad. Deseaba con todas mis ansias tener aunque sea la mitad de la calma que él poseía en ese momento.

-Lo he notado. -comenté, jugueteando con el pequeño ramo de rosas que yacía en mis manos. Estaba tan nervioso que no podía estarme quieto ni un mísero segundo. Mierda, Kellin, me tienes a tus pies.

-Voy a dar unas vueltas por allí mientras -me informó observándome-. ¿O prefieres que me quede?

-No, está bien, puedes irte. -le dije, preparándome para bajar.

-Vale, suerte. Sé que todo saldrá bien. -me dedicó una leve sonrisa en señal de apoyo. Eso me había tranquilizado un poco, le sonreí de igual forma.

-Gracias.

Y entonces bajé, cerrando la puerta del coche posteriormente. El taxi arrancó, con Ashley dentro, y se alejó lentamente de aquel lugar.

Respiré hondamente antes de continuar mi camino, con pasos un tanto presurosos

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Respiré hondamente antes de continuar mi camino, con pasos un tanto presurosos. El lugar era grande, y había muchas plantas por todas partes, que me dificultaban un poco la visión completa de aquel sitio. No sabía exactamente dónde quedarme, o esperar, con el pensamiento de que Kellin aún no había llegado.

¿Y si se arrepentía? ¿Y si no venía? ¿Y si había mentido y realmente nunca planeó venir hasta aquí?

Con esos pensamientos torturando mi cabeza, me adentré más en aquel lugar, muy inmerso en mis propias cavilaciones como para prestarle atención a los detalles que me rodeaban. Hasta que uno de ellos logró captar poderosamente mi atención. Una enorme fuente que se encontraba justo en el centro del parque, aunque particularmente no me había fijado en dicha fuente, sino en la persona que se encontraba parada justo al lado.

Aunque estaba de espaldas, el cabello largo perfectamente despeinado, la hermosa silueta que tanto adoraba, y su atuendo tan característico, eran inconfundibles. Tomé una bocanada de aire, antes de seguir avanzando, ésta vez con pasos más calmados, cuando repentinamente dió media vuelta y sus ojos verdosos conectaron instantáneamente con los míos. Mi corazón comenzó a bombear con tal fuerza, que parecía que en cualquier momento iba a escapar de mi pecho. Sus ojos se abrieron desmesuradamente al verme, y aún con esa expresión de extremo asombro que tenía, puedo decir con seguridad que se veía jodidamente hermoso.

Kellin

Había llegado un poco más temprano que la hora acordada. Decidí entonces adentrarme en el parque al tiempo que observaba todo a mi alrededor, tenía que admitir que era un lugar precioso. La perspectiva de quedarme a vivir allí para siempre cada vez me emocionaba más.

Me situé frente a una enorme fuente de agua que adornaba el centro del parque, contemplándolo absorto, cuando el sonido de unos pasos acercándose cada vez más me sacaron de mi ensimismamiento. Me giré lentamente, y realmente no podía dar  crédito a lo que mis ojos estaban viendo en esos momentos.

La persona que me había hecho más feliz que cualquier otra, la persona de la que, indudablemente, seguía completa y profundamente enamorado, la persona que me había roto el corazón en miles de pedazos... Sí, Andrew Dennis Dean Biersack  estaba justamente parado frente a mí, vistiendo un impresionante traje negro, el cabello perfectamente peinado, y con un ramo de flores en las manos.

De repente, todo sonido a mi alrededor se había esfumado, el paisaje se había desvanecido, sólo éramos él y yo, cara a cara, perdiéndonos en los ojos del otro. No podía escuchar nada más que el incesante latido de mi corazón taladrándome el pecho. Abrí la boca en un intento por decir algo, pero la cerré de inmediato al darme cuenta de que no sabía qué decir, tenía la mente completamente en blanco.

Lo escuché suspirar, sus ojos azules no se apartaban ni un segundo de los míos, su delicioso aroma me embriagaba, transportándome al paraíso. Se veía tan jodidamente precioso. Mierda, Kellin, no lo has superado ni siquiera un poquito.

Alargó una de sus manos, y me acarició la mejilla muy lentamente, contuve el aliento por un instante y cerré los ojos, disfrutando el contacto. Las sensaciones que invadían mi cuerpo eran indescriptibles, repentinamente me había olvidado de todo y de todos. Era como si el mundo entero se hubiera congelado por completo, y no importara nada ni nadie más que nosotros dos.

-No sabes lo mucho que te he extrañado -abrí los ojos lentamente al escucharlo hablar. Indudablemente ninguna melodía, por muy extraordinaria que fuera, podía compararse a la majestuosidad de su voz. Yo también Andrew, mierda que sí-. Aunque al principio me negara a aceptarlo, lo cierto es que no puedo vivir sin ti, Kellin. Te amo.

Se acercó a mí sin darme tiempo a reaccionar, rodeó mi cintura con ambos brazos, pegando su cuerpo al mío. Instintivamente, posé ambas manos en su cuello y cerré los ojos al tiempo que él se inclinaba lo suficiente para unir sus labios con los míos. Subí una de mis manos a su cabeza, acariciando su suave y sedoso cabello, mientras movía mis labios sobre los suyos con ansias. Pude sentir como su lengua se adentraba a mi boca, explorando cada rincón de forma experta, estremeciéndome cada célula del cuerpo. Si aquello se tratara simplemente de un sueño, estaba completamente seguro de no querer despertar jamás.

Por mucho que habíamos intentado ocultarlo, la verdad se encontraba ahí, patente. Él era mío y yo era suyo, siempre había sido así. No había más historia que esa. Estábamos destinados a estar juntos, debíamos estar juntos. Me había dejado llevar por ese sentimiento tan cargante que me inundaba cada vez que lo tenía cerca de mí, o simplemente en mis pensamientos. Ese sentimiento que todos denominaban amor, porque así era, yo lo amaba. Lo amaba como nunca había amado a alguien, y estaba seguro de que aunque lo intentara, jamás amaría a nadie más como lo amaba a él.

***

Holis, quiero dejar esta notita para hacerle un poco de publicidad a mi nueva fic Kandy. Bueno, en realidad había publicado esa historia con anterioridad pero con otro shipp. Pero ese shipp actualmente no me convence, y no quería dejar esa historia sin terminar. Por lo que decidí subirla nuevamente, pero en versión Kandy, que es el shipp que más amo, y que realmente me motiva a escribir.

Y bueno, la pueden encontrar en mi perfil, por si la quieren leer, se llama "Ángel"

Eso es todo, gracias por leer  (: l@s amo♡

Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora