*DIECISÉIS*

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Kellin.

Abrí los ojos con lentitud, era lunes y debía ir a trabajar. Intenté removerme pero algo me lo impedía, más bien alguien. El brazo derecho de Andy se aferraba fuertemente a mi cintura impidiéndome movimiento alguno.

Recordé cada detalle de los sucesos de anoche y quise tirarme de un puente, pero para mi mala suerte, no había uno cerca de allí. Aparté el brazo de Andy lo más despacio posible, lo que menos quería era despertarlo. Me senté en la cama y sentí un dolor punzante... ahí y me ruboricé al recordar el motivo.

Después de haberle dicho a Andy que era virgen, la habitación había quedado en un completo silencio, otra vez.

-Eso ya lo sabía -le oí decir, un par de minutos más tarde-. No te preocupes, seré cuidadoso, lo prometo.

Acercó sus dedos a mi entrada e introdujo el primero. Yo me tensé y no sentí dolor pero sí una ligera molestia.

-Relájate -ordenó.

Suspiré profundo e intenté relajarme. Él comenzó a mover un dedo en mi interior, mientras con la otra mano estimulaba mi miembro, yo solo soltaba leves suspiros y jadeos disfrutando del placer que me estaba brindando.

Más tarde introdujo un segundo dedo en mi interior y comenzó a moverlo a la par que su otra mano se movía sobre mi pene. La sensación de incomodidad había desaparecido por completo, ya estaba listo.

Retiró sus dedos de mi entrada y se recostó sobre mí, apoyándose sobre ambos codos, sin soltar todo su peso sobre mí. La punta de su húmedo miembro hizo contacto contra mi entrada y sabía lo que venía a continuación.

-Relájate -volvió a susurrar contra mi oído, yo tragué saliva, estaba nervioso.

Comenzó a entrar en mí de una manera lenta y suave, pero aún así me estaba doliendo, me aferré a su espalda y cerré los ojos con fuerza.

Cuando se adentró en mí por completo, se quedó quieto mientras repartía besos por todo mi rostro, supuse que estaba esperando a que me acostumbrara a su gran miembro.

Mis labios hicieron contacto con los suyos y nos basamos húmedamente, estaba comenzado a volverme un adicto a esos suaves y carnosos labios. Le mordí el labio inferior, antes de separarnos del beso y le susurré al oído:

-Muévete.

Él me obedeció casi al instante y comenzó a embestirme con movimientos suaves y lentos. Tuve que morderme el labio inferior para no gemir de dolor y placer al mismo tiempo.

Luego de unos minutos, comenzó a moverse en mi interior con mayor velocidad. Llegó un momento en el que no pude acallarme mas y la habitación se llenó de sonoros gemidos de mi parte, y de suaves jadeos y suspiros por parte de mi acompañante...

Sacudí la cabeza varias veces en un intento de alejar aquellos pensamientos de mi cabeza. Toqué mis mejillas y por su temperatura pude comprobar que me había sonrojado furiosamente ante aquellos recuerdos.

Me dirigí hacia el cuarto de baño y me vestí rápidamente.

Le dediqué una última mirada a Andy antes de salir de la habitación. Sonreí enternecido, se veía tan adorable dormido. Cerré la puerta de su habitación y salí de aquella casa.

Me subí a mi auto y fui directo hacia mi departamento. Tal vez no fue muy maduro de mi parte irme de la casa de Andrew sin siquiera despedirme, pero necesitaba aclarar muchas dudas que rondaban en mi cabeza en esos instantes. Hablaría con él una vez que tuviera todo bastante claro, y para eso necesitaba la paz y tranquilidad de mi hogar.

Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora