*TREINTA*

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Andrew.

Justo cuando había decidido dejar de lado mi orgullo y jugármela por él, ¿se había ido?. Sí, se había ido. Se había ido sin siquiera dar una razón y despedirse, ¿no se suponía que me amaba tanto como yo a él? Está bien, reconozco que fuí un idiota y que, probablemente, lo lastimé demasiado con mis palabras pero al menos me merecía una explicación, ¿verdad?

«No, no te mereces nada, maldita sabandija», me gritó mi conciencia, y me sentí más miserable aún al darme cuenta de que tenía razón. Probablemente lo único que merecía de Kellin era un gran puñetazo en la cara... bueno, dos... quizá tres... o cuatro... ¡O todos los puñetazos del jodido mundo! Pero es que ni siquiera se había detenido a dedicarme, por lo menos, todo su odio. Se había ido así, sin más y, definitivamente, eso me había dolido mucho más que lo que puede llegar a doler un golpe físico.

¿Qué se suponía que debía de hacer ahora? ¿Llorar? Sinceramente, ganas no me faltaban, pero era muy consciente de que eso no cambiaría nada, ¿debería entonces llamar a Ashley y pedirle un consejo de nuevo?. No, ya lo había atosigado demasiado con mis problemas. Después de todo eran mis problemas, ¿no?. Debía solucionarlos por cuenta propia, para ello era un adulto responsable y... bueno, dejémoslo en adulto, simplemente.

Comencé a caminar sin un rumbo concreto, mientras seguía pensando en todo lo que había ocurrido y en cómo debía afrontarlo. Tal vez estaba armando una tormenta en un vaso de agua, quizás Kellin sólo se había ido un par de días y volvería muy pronto, entonces yo podría disculparme con él, declararle mi amor y ser feliz a su lado, definitivamente. Aunque estaba Simone de por medio y... ¡al diablo la cornuda de Simone! Ella no era la dueña de su corazón, yo sí. Y estaba dispuesto a luchar por él sin importarme nada ni nadie.

La esperanza de que Kellin iba a regresar era lo que me permitía mantenerme sereno en esos momentos, aunque una pequeñísima parte de mí no paraba de decirme que tal vez no regresaría, y no podía evitar sentir una ligera angustia al pensar en ello. Tenía que salir de dudas de una vez por todas, entonces recordé vagamente la emisora, no había vuelto a ir desde hacía tiempo, probablemente ya estaría despedido pero me importaba más bien poco. Si Kellin no pensaba regresar, seguramente había presentado su renuncia, o simplemente les había informado que estaría fuera por un tiempo. Fuera cuál fuera la situación, ellos tenían la respuesta que tanto necesitaba. Comencé a caminar más deprisa, con rumbo a la emisora. Iba a salir de dudas esa misma tarde.

* * *

Logré divisar a mi compañera de trabajo a las afueras de la emisora y caminé apresuradamente hacia ella.

-Nancy -ella se volvió al momento en el que me oyó pronunciar su nombre y volvió a cerrar la puerta de su auto. Me miró y avanzó hasta mí con una gran sonrisa en la cara.

-¡Andrew! -prácticamente se me tiró encima rodeando mi cuello con ambos brazos. Correspondí su efusivo abrazo rodeando delicadamente su pequeña cintura. Depositó un ligero beso en mi mejilla antes de romper el abrazo-. Me tenías preocupada, no has vuelto a aparecer por aquí. Estuve llamándote toda la semana y no te has dignado a contestarme, ¿sucedió algo?

Nancy, además de ser mi colega, era mi mejor amiga. Siempre ha sido muy atenta conmigo desde que llegué. Me invitaba a salir diariamente, después del trabajo, y yo casi siempre aceptaba, no porque ella me gustara, sino porque me divertía darle celos a Kellin (porque aunque nunca lo admitiera, sabía que se moría de celos al verme con ella). En una de nuestras habituales salidas me confesó que yo le gustaba y no tuve más remedio que confesarle que era gay, afortunadamente ella se lo tomó bien y desde entonces éramos muy buenos amigos.

-Tuve algunos inconvenientes, es todo, siento no haberte contestado, perdí mi móvil -mentí. Lo cierto era que simplemente no tenía ganas de hablar con nadie y menos ir a la emisora.

-Espero que no haya sido nada grave -negué con la cabeza-. Dios! Últimamente todo el mundo tiene inconvenientes, primero Cindy, luego Kellin y ahora tú, ¡me van a volver loca! No puedo cubrirlos a todos, afortunadamente has venido, necesito hablar contigo sobre la programación... -siguió parloteando pero yo dejé de escucharla, ¿había dicho que Kellin tenía un problema?

-¿Porqué dices que Kellin no ha vuelto? -la corté y ella me miró con ojos entrecerrados.

-¿Él no te lo dijo?

-No, tuvimos una discusión y no nos hemos vuelto a ver desde entonces.

-Oh, pues está de viaje en España -eso ya lo sabía, necesitaba más detalles.

-¿Pero volverá, cierto? -pregunté temiendo escuchar la peor de las respuestas.

-Sí, por supuesto -una sonrisa inmediata se dibujó en mi rostro al escuchar aquello-. Creo que él y su novia planean celebrar su boda allí mismo, en Málaga, y regresarán después de la luna de miel -y entonces la sonrisa se esfumó junto con todas las esperanzas que tenía de salvar nuestro amor.

Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora