*TREINTA Y NUEVE*

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Ashley.

-¿Podemos vernos? -cuestioné sosteniendo el móvil en mi oreja mientras salía del hotel.

-¿Para qué? -inquirió el enano, del otro lado de la línea.

-Necesitamos hablar.

-No, tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Estoy a unas horas de casarme, tengo mucho que hacer, por favor déjame en paz. -pidió con su característica voz aguda. Pude notar que estaba molesto y me daba igual, yo también lo estaba.

-Escucha, si no aceptas hablar conmigo por las buenas voy a averiguar donde será la ceremonia y me apareceré para armar un escándalo allí, ¿quieres eso? -lo amenacé. Obviamente no pensaba hacerlo, pero era una buena manera de ejercer presión sobre él y que terminara cediendo.

-No lo harías...

-Pruébame. -lo oí suspirar con pesadez.

-Mierda, ¿por qué eres tan entrometido? ¡Esto no es asunto tuyo!

-No voy a ponerme a discutir contigo por teléfono -rodé los ojos-. Dime de una vez en donde te veo.

-Si no me dejas en paz te voy a denunciar por acoso.

-No seas ridículo.

-Bien, te veo en la misma plaza de la ultima vez. -accedió finalmente. Sonreí satisfecho.

-Más vale que no tardes. -colgué y me dirigí tranquilamente hacia el lugar de encuentro.

***

Kellin.

Cuando llegué pude ver a Ashley sentado en una banca, muy concentrado en la pantalla de su celular. Suspiré pesadamente y me acerqué.

-¿Qué es lo que vas a decirme? Sé breve por favor, no puedo demorarme mucho. -espeté cruzándome de brazos.

-Uff, ¿qué pasó con el Kellin dulce y amable que yo conocí? -cuestionó con ironía, mientras me observaba atentamente.

-Te encargaste de matarlo junto con mi paciencia. -respondí fastidiado. Él sonrió levemente, negando con la cabeza.

-Siéntate, Kellin, necesito que hablemos con tranquilidad, como lo hacen dos personas maduras. Sin discusiones ni nada.

Rodé los ojos e hice lo que me pedía de inmediato, quería que aquello terminara pronto. No había sido fácil salir sin que mi padre sospechara nada raro. Nunca fui bueno ocultando mis emociones. Debía volver pronto o me iría realmente mal.

-Supongo que luego de extorsionarme para que venga hasta aquí, lo único que me resta es escucharte. Aunque quiero que sepas que nada de lo que digas cambiará en algo los hechos. -aseguré sin mirarlo. Me dolía la cabeza horrores y me sentía horriblemente estresado. Todo era una mierda. Lo oí suspirar.

-Ya sé que yo no soy nadie para entrometerme en esto, pero, ¿nunca has estado en una situación sumamente injusta en donde no tienes derecho a meterte pero sientes que debes hacerlo por el bien de todos? -cuestionó observándome, yo también lo miré.

-¿Te crees que eres un especie de super héroe que debe mantener el control mundial o algo por el estilo? -me burlé tratando de ocultar mi incomodidad hacia el tema que íbamos a tratar. No quería volver a derrumbarme, estaba cansado de ser siempre el débil.

-Soy el mejor amigo de Andrew, eso me da el derecho de intervenir cuando alguien lo lastima injustamente, como lo hiciste tú. -acusó con frialdad. Fruncí el ceño.

-¿Y quién intervino por mí cuando él me lastimó injustamente? -pregunté molesto.

-También fui yo -repuso tranquilamente dejándome perplejo-. Fui yo quién le dió a Andy el empujoncito que le hacía falta para que se diera cuenta de lo que realmente sentía por tí y viniera a buscarte. Probablemente si yo no hubiera intervenido, él iba a quedarse toda la vida lamentándose el no haber luchado por tí.

-¿Por qué lo alentaste a hacerlo? -pregunté dubitativo-. Quizás hubiera sido mejor que no lo hicieras...

-¿Realmente crees que eso hubiera sido mejor? -cuestionó escéptico.

Me quedé callado, en el fondo sabía que lo que yo más ansiaba era que Andrew viniera por mí, que me demostrara que me amaba, justo como lo había hecho, pero la realidad es que eso no servía para nada más que para complicar las cosas.

-Yo pregunté primero. -repuse evadiendo la pregunta.

-Sentía que debía hacerlo. No quería que terminara igual que yo -lo miré en silencio, esperando que continuara-. No te cité aquí para contarte mi puta vida y tampoco creo que tú quieras escucharlo así que lo resumiré un poco; hace mucho tiempo conocí a alguien del cual me enamoré profundamente, pero nunca quise aceptarlo. Quizás porque me aterraba la idea de una relación seria, como le pasó a Andrew.

-¿Y qué pasó? -lo animé a continuar, la verdad es que había logrado despertar mi curiosidad.

-Ella creyó que yo no la correspondía y que sólo había jugado con sus sentimientos. Se alejó y pensé que sería lo mejor para los dos, ya sabes. Pensaba que yo no era suficiente para ella y que la olvidaría rápido al no volver a verla. Pero no importa con cuantas mujeres esté, siempre acabo sintiéndome vacío, un idiota fracasado que cada día se hunde más en su propia soledad. Y a pesar de los años aún no logré olvidarla y no creo poder hacerlo nunca. Eso pasa cuando te enamoras de verdad.

-Lo siento. -fue lo único que pude decir, bajando la mirada. Por alguna razón esa confesión me había conmovido. Al parecer Ashley no era tan frío como solía aparentar. Al parecer su actitud sólo se debía a querer ocultar sus verdaderos sentimientos.

-Es por eso que siento que debo intervenir. Siento que mi historia se está repitiendo a través de ustedes y me parece injusto con ambos. Porque podrán pasar muchas personas por tu vida, pero sólo una de ellas puede hacerte sentir el verdadero amor, y créeme cuando te digo que vale la pena dejarlo todo por esa persona. Aunque esto suene terriblemente cursi sé que es la verdad.

Minutos después Ashley se fue, pero yo aún no podía lograr moverme de mi sitio. No podía dejar de pensar en nuestra conversación y en sentirme horriblemente contrariado.

No tenía ni puta idea de lo que debía hacer ahora.


Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora