*TREINTA Y OCHO*

51 11 6
                                    


Kellin.

Estaba seguro de que había hecho lo correcto, sin embargo no podía entender porqué entonces me sentía tan miserable.

Mientras avanzaba por las calles, intentando mantener la compostura, trataba de procesar todo lo que había sucedido con Andrew minutos antes.

No importaba cuantas vueltas le diera a la situación, la conclusión seguía siendo la misma: era demasiado tarde para nosotros y ambos teníamos que aceptarlo. No se trataba de una telenovela en la que los personajes triunfaban por sobre todas las cosas y eran felices de por vida, se trataba de la vida real, que en la mayoría de las ocasiones era una hija de perra.

Ambos habíamos tomado decisiones equivocadas cuyo resultado había sido el desastre al que nos enfrentábamos en el presente.

Yo sabía que él tenía razón. Probablemente seríamos infelices el resto de nuestras vidas el uno sin el otro, pero yo no podía abandonar todo ahora. Aunque amaba a Andy con el alma, nada me aseguraba que lo nuestro funcionaría. Podría ser que volviera a cambiar de opinión, y entonces, ¿qué haría yo?

En el pasado lo hubiera dejado todo por él, sin dudarlo ni un solo segundo, pero ahora su indecisión, su falta de determinación me hacían dudar. ¿Estaba él dispuesto realmente a arriesgarlo todo por mí? Me daba miedo saber la respuesta.

Pensaba en mi padre, en lo decepcionado y enfadado que estaría conmigo si le dijera que ya no quería casarme. Probablemente no querría saber más nada de mí y me dolía el sólo hecho de imaginar que iba a perderlo por ese motivo.

Tenía que ser hombre y terminar lo que había empezado. A cada paso que daba trataba de convencerme que, a la larga, la decisión que había tomado era la mejor para los dos. Después de todo las cartas ya estaban sobre la mesa y a estas alturas del juego ya nada se podía cambiar.

***

Ashley.

-¿Entonces todo terminó definitivamente? -inquirí preocupado. No podía creer lo que estaba escuchando. Andy asintió levemente. Sus ojos estaban rojos e hinchados, pero al menos había dejado ya de llorar. Ambos nos encontrábamos de vuelta en el hotel-. Mierda, no puedo creer que ese enano te haya dicho que no. ¿Acaso no aprecia todo el esfuerzo que has hecho por él? -cuestioné molesto. Me frustrada demasiado que hubiéramos fracasado. Y sí, yo me incluía porque el plan había sido mío.

-No es culpa suya, yo lo comprendo. Él tiene demasiado que perder. -murmuró mi amigo, cabizbajo. Estaba tan deprimido que no sabía qué hacer para animarlo.

-¿Mucho que perder? ¿Te refieres a esa sosa que tiene por prometida a la que ni siquiera ama? -Andy ni siquiera me miraba. Tenía un semblante muy sereno, parecía completamente perdido en sus pensamientos. Eso me preocupaba-. ¿O al interesado de su padre que prefiere el dinero antes que ver a su hijo feliz? Porque para ser sinceros, en realidad Kellin se haría un favor al deshaserce de ellos. -argumenté convencido.

-Tal vez, pero ya sabes lo noble que es Kell. Él no ve las cosas de esa manera. Además, todo esto es mi culpa.

-¿Noble? Yo diría que es tonto. Y deja ya de culparte, ¿quieres? -le dije molesto-. Cometiste un error, como el humano que eres, pero tienes derecho a una segunda oportunidad.

-No puedes obligar a alguien a que esté contigo si no quiere -repuso pacíficamente, esta vez mirándome fijamente. Sus ojos no reflejaban más que dolor. Se me oprimió un poco el corazón al verlo tan mal-. Perdí, Ash, debo aceptarlo. -reconoció completamente resignado.

Me quedé en silencio, sabía que él tenía razón pero me costaba mucho asimilarlo. Eso también significaba mi derrota y eso era inadmisible. Por Dios, soy Ashley Purdy, yo siempre gano.

-Me tomé un par de tranquilizantes hace un rato y creo que están empezando a hacer efecto -comentó sacándome de mis pensamientos. Lo ví bostezar y recostarse en la cama-. Dormiré un rato, es lo que más necesito ahora mismo. Después podemos volver a casa.

-Está bien, descansa.

Cerró los ojos y por su respiración lenta y acompasada supe que se había dormido. Suspiré y me acerqué a la cama. Cogí una manta y lo cubrí cuidadosamente. Se veía realmente adorable, no entendía como es que el idiota de Quinn se atrevía a rechazarlo.

Pero esto no había terminado para mí aún. Ese enano iba a tener que escucharme, y si después de hacerlo seguía pensando lo mismo, entonces yo también me daría por vencido, pero mientras tanto el juego continuaba.

Quizás no tendría por qué intervenir, pues esto era cosa de ellos dos, pero Andy era mi mejor amigo y odiaba verlo tan mal. Temía lo que pudiera hacer en el estado tan depresivo en el que se encontraba. También temía que no pudiera recuperarse de ese estado.

Salí de la habitación con determinación y seguridad. Algo me decía que mi visita a Kellin sería la que definiría todo entre esos dos.

Amigos. [Kandy Quiersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora