Unidos por un bebé (COMPLETA)

Capítulo 1: Un día con mi hija

POV KATNISS

El verla dormir era el mejor regalo que pudiera tener. Ser mamá no es una tarea fácil y sencilla, estaba sumamente cansada, la pequeña Dandelion había llorado toda la noche. Los parpados de Katniss se caían por el cansancio, pero eso no le importaba para nada, ya que la dicha de tener una criatura tan bella, sana y hermosa opacaba todo tipo de agotamiento.

Era tan pequeña, tan inocente... se preguntaba a quién se parecía más, a ella o a su padre.

El tiempo ha ido pasando y la pequeña Dandelion ya borda los dos meses. Han sido los meses más exhaustos, hermosos, extraños y poco dormidos. Parece que su madre no mentía cuando dijo: "Una vez que eres madre no vuelves a dormir, ni aunque tu hija tenga 22 años". Siempre pensó que exageraba como todas las cosas, pero es cierto. Debes estar pendiente de que no se caiga de la cuna, si estaba bien acurrucada, si está durmiendo, si tiene hambre, que no toque nada peligroso, que no tenga un accidente... muchas cosas más.

Si ser mamá no es algo fácil. Y sobre todo porque las mujeres se llevan todo el trabajo. Peeta ha estado viajando por su trabajo. Lo contrataron en un equipo europeo. Ahora está jugando en Inglaterra. Llama constantemente, eso es cierto, y sus padres y hermanos son muy atentos. Le traen pañales, biberones, juguetes y todo lo que su hija pueda necesitar.

Esa mañana me levante con mucho cansancio, había trabajado toda la noche en la tienda. Menos mal que su amiga Madge no tiene problemas para cuidar a Dandelion de vez en cuando. Coloco la tetera para el desayuno, me asomo a la pieza de mi hija la cual duerme plácidamente abrazada a la pequeña tortuga que le regalo su tío Finnick, me limpio la cara y me peino los cabellos.

Siento la puerta, extrañada y con cuidado me asomo para ver quién es. Asombrada la abro y dejo pasar a la persona que estaba al otro lado.

Peeta llevaba puesto unos pantalones, unas zapatillas converse de color negra y una camisa blanca. Luce apuesto cuando se viste de esa forma, sobre todo cuando su cabello está desordenado.

- Hola- lo saludo educadamente.

- Hola. ¿Te desperté?

- No. Estaba levantándome de hecho, ¿quieres desayunar?- Le pregunto con una sonrisa.

- Hee... no ya comí algo, gracias. ¿Y mi hija?

- Durmiendo, pero ya pronto...- No termino la frase porque el llanto me confirma que se acaba de despertar.

- Iré a verla. Prepara tu desayuno tranquila

Peeta va al cuarto de Dandelion, escucho la risa de mi hija al ver a su padre.

Es curioso, ella conocía a Peeta Mellark, ¿quién no lo conoce?. No es amante del fútbol, para nada, no sabe cuál es la entretención de correr por toda la cancha detrás de una pelota, arriesgándose a una fractura. Pero él es un ídolo nacional, igual que Finnick Odair, Marvel Welling "El rey" como lo apodaron los hinchas y Cato Granger, más conocido como el "Payaso". Ellos son la admiración para muchos niños que sueñan ser futbolistas; ambos vienen de abajo y saben lo que es llegar a la cima por trabajo, dedicación y sacrificio.

Claro que algunos han estado involucrados a muchas modelos, amores medios extraños, fiestas, alcohol, choques y otros escándalos, pero de que son buenos, lo son.

Pero ella siempre veía a Peeta en la televisión, cuando en el trabajo ponen los partidos cuando se tratan de campeonatos, mundiales y esas cosas. Pero nunca, nunca, nunca, pensó que él terminaría siendo el padre de su hija.

- Se te quema.

- ¿Qué?- Le pregunto distraída.

- El pan se te está quemando- me dice mirando el pan completamente negro.