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Su cercanía me hace poner roja como un tomate en segundos y no logro controlar mi respiración; una sensación extraña recorre mi cuerpo cuando me extiende su mano y me ayuda a levantarme.

— Si — respondo nerviosa. Al verlo a los ojos me siento extraña; no sé qué será pero tengo el presentimiento de que tiene que ver algo con quién realmente soy. 

— Miso... — vuelve a verme con esos ojos que intentan decirme algo pero no logro descifrar qué. La verdad, me está asustando que actúe tan raro conmigo. Abre su boca para decir algo pero es interrumpido por mi celular.

— Miso, ¿aún sigues en la biblioteca? — me pregunta Jimin del otro lado.

— No, estoy en camino —.

— ¿Estás loca? ¿Andar caminando sola de noche? — me regaña.  

— No estoy sola, Yoongi está conmigo —.

— ¡Genial! Dile que venga, tengo que decirle algo —.

— Jimin quiere que vayas a casa porque tiene algo que decirte — le digo con voz suave y él finje una sonrisa.

Después de lo que pasó, el silencio que hay en nuestra caminata es por demás incómodo, por lo menos para mí.

— ¿Jimin no te dijo que quería decirme? — Yoongi rompe el silencio con su particular voz.

— No, sólo dijo que quería que vayas — lo miro rápidamente y vuelvo a poner los ojos en el camino; mi cuerpo está tenso que apenas puedo mover mis brazos al costado de mi cuerpo para mantener el equilibrio mientras camino. Llegamos a una esquina y el semáforo nos obliga a detenernos.

— ¿Qué quieras decirme hace un rato? — antes de que Jimin llamara, él estaba a punto de decirme algo pero se calló.

— ¿Eh? Eh... No recuerdo — se rasca la nuca y su sonrisa, por favor, deja de sonreír así o esta noche no podré dormir por pensar en ella.

Un par de calles más y llegamos a casa. Jimin nos espera con la cena preparada; kimchi, vegetales y tortas de arroz de postre, mis favoritas. Él sólo me compra de ésas cuando va a pedirme a algo, ya lo conozco.

— Jimin, hoy en la mañana me dijiste que tenías una sorpresa — digo con un pedazo de torta de arroz en la boca.

— Eres una chica, comportáte como tal — me golpea suavemente en la nuca y me atraganto un poco.

— No cambies de tema —.

— Es verdad, tengo una sorpresa para ti y quizás le guste a Yoongi también — Yoongi parece tener el mismo pensamiento que yo y nos observamos con la misma expresión "¿De qué demonios está hablando?"

— ¿A mi me va a gustar? — Yoongi se se señala a si mismo.

— Esta casa es muy grande para nosotros dos solos y sé que te asusta a veces — dice Jimin.

— No es verdad, no me asusta pero sí es verdad que a veces no me gusta — bueno sí me asusta pero no quiero que Yoongi crea que soy una niña pequeña, tengo 20 años, soy una adulta ya como para andar asustándome así.

— La sorpresa es que... — hace una pausa, saca unas llaves de sus jeans y las sacude en el aire con una sonrisa. Yoongi y yo lo miramos y seguramente pensamos lo mismo: éste se volvió loco.

— Nos mudaremos a un departamento más pequeño, Miso — finalmente dice al ver que no capto lo que intentaba decir sacudiendo las llaves.

— ¿De verdad? — he estado esperando el momento en que dijiera eso desde que llegué aquí más o menos; la verdad no sé por qué había escogido esta casa para vivir aún cuando yo no había aparecido en su vida. Es inmensa para una persona sola.

— ¿Pero qué tengo que ver yo en esto? — pregunta Yoongi sonriendo de todos modos.

— Eso, ¿qué tiene que ver él? — pregunto; yo también quiero saber.

— El departamento está en el mismo edificio donde vives tú — dice viéndolo a Yoongi.

¿Así que viviremos en el mismo edificio que Yoongi de ahora en más?

— ¿Cuándo nos mudamos? — pregunto entusiasmada.

— El lunes, así tienes todo el fin de semana para empacar. ¿Y bien, Yoongi? — Jimin se dirige a Yoongi.

— Pensaste bien, me encanta la idea — dice con una sonrisa de oreja a oreja, no es más grande que la mía por cierto; Jimin ni siquiera se imagina la alegría que me da dejar esta casa atrás. 

* * *

El sábado y domingo, Jimin y yo nos la pasamos empacando nuestras cosas hasta que sólo hay cajas, algunas con mi nombre y otras con el suyo, por toda la sala. Algunos muebles pequeños y medianos podemos llevarlos y el resto Jimin decidió donarlos a distintos lugares; sólo quedan las camas armadas para que podamos dormir en ellas una última vez en este lugar. Con todo empacado, este lugar se ve más grande y tenebroso todavía. Por suerte esta es nuestra última noche aquí. 

Salgo del baño después de haberme dado una ducha, usando solo una toalla y secándome el cabello con otra más pequeña, busco mi pijama y, cuando estaba por ponerme la parte superior, Jimin abre la puerta de golpe.

— ¡YAH! ¡TE DIJE QUE GOLPEARAS ANTES DE ENTRAR! — le grito desesperada porque no estoy usando nada más que mi brasier en la parte superior de mi cuerpo; me apresuro a tomar la toalla y me cubro con ella mientras Jimin me observa con cara de bobo desde la puerta.

— Que-quería saber si ya habías... — su tartamudeo me hace poner más nerviosa.

— ¿Sí había qué? — digo molesta.

— Terminado de empacar — vuelve en sí de a poco. Mi corazón está a punto de salir disparado de mi pecho.

— Sí, ya terminé — esperaba que se fuera pero sigue parado allí. — ¿Algo más? — le pregunto.

— ¿Eh? —.

— Quiero terminar de vestirme, si no te importa... —.

— S-Sí, sí — sonríe nervioso y desaparece tras cerrar la puerta. Me arrojo en la cama y no puedo creer lo que acaba de pasar. ¿Habrá visto algo? No, no creo, fui rápida y me pude cubrir con la toalla a tiempo. No creo, ¿No? Aish. Que verguenza.

Me termino de vestir, me voy a buscar un vaso de agua a la cocina y Jimin está allí también; por primera vez desde que lo conozco, me siento incómoda en su presencia.

— Disculpa, la próxima vez golpearé — me dice sonriendo. Seguro se ríe de lo patética que soy; si estuviese en su lugar, yo también me reiría. Tomo el vaso, doy media vuelta y antes de que pueda dar un paso hacia mi futura ex-habitación, unos brazos que se entrelazan alrededor de mi cuerpo, me detienen; Jimin apoya su mentón en mi hombro, siento su respiración rozar mi oreja y mis piernas se aflojan como si fueran un papel atrapado en el viento.

— Jimin... — es un milagro que no haya perdido el habla.

— Sólo quiero estar así un rato — su voz suena algo distinta a su tono usual; acomoda sus brazos varias veces, aflojándolos y apretándolos a continuación. Pongo mi mano libre sobre su brazo y él me acerca aún más hacia su cuerpo.

— Nunca tuve a nadie en mi vida hasta que tú llegaste, gracias por estar a mi lado Miso — al oír esas palabras siento una alegría inmensa brotar de mi interior que se exterioriza en una sonrisa descontrolada; me da un beso en la mejilla y forma una sonrisa con sus labios aún rozándola.

— Ya, ya, ya... vamos a dormir. Mañana no vamos a la universidad pero tenemos que levantarnos temprano igual para iniciar la mudanza — me deshago de su abrazo de una manera delicada e intento ocultar el desorden de sentimientos que hay en mi corazón en este momento.





|| Do You Remember Me? || Suga ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora