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Es como ver una película avanzando cuadro por cuadro a una velocidad relativamente alta. Mis padres; recuerdo sus rostros, su voz, sus mimos asi como también lo que sucedió con ellos. Quién soy, o más bien, quién era; una Nephilim pero ya no lo soy.

Lina, mi hermana del alma, que murió por mi culpa; y Hoseok, uno de los mejores amigos que pude haber tenido, que tuvo que matar a su padre para salvarme.

Yoongi; me había prometido a mi misma nunca enamorarme pero él me hizo cambiar de parecer. Ahora recuerdo lo último que sentí antes de morir en sus brazos: esa misma perfección materializada en sus labios que estoy sintiendo justo ahora. 

Muerte, dolor, lágrimas y gritos provenientes de mis recuerdos aturden mis oídos; los escucho como si estuviese viviéndolos nuevamente. Ese grito ahogado de Lina cuando su garganta era cortada de lado a lado. El llanto desgarrador de Hoseok en el momento que le clavó ese cuchillo en la espalda a su padre. Las lágrimas de Yoongi que mojaban mis mejillas justo antes de morir en sus brazos. 

Lo recuerdo todo. Todo.

Mi corazón está siendo perforado de lado a lado con cada grito, cada lágrima derramada por las personas que amaba por mi culpa. Hay tanto dolor en mi pecho que me encantaría abrirlo con un cuchillo para que éste salga y quitarme ese peso de encima.

Empujo a Yoongi levemente para separar nuestros labios. Mi respiración fue robada por sus dulces labios. Hay silencio entre los dos, un silencio interrumpido por mi inútil intento de querer recuperar el aire. Ya no hay rastro de esas lágrimas que antes cubrían su rostro; en sus ojos solo se puede distinguir un brillo solo comparable con todas las estrellas visibles en el cielo nocturno. 

Es lo más hermoso que alguna vez haya visto.

Impulsada por mi breakdown emocional, quito sus manos de mi cintura y observo como ese brillo se desvanece más rápido que la noche cuando está amaneciendo.

— Ah... Miso — la voz de Yoongi es extremadamente raspoza luego de su llanto y más grave de lo normal. Y cuando susurra...

Me incorporo. Al principio mis pasos son lentos y pesados pero cuando pongo la vista en la puerta, no me alcanzan los pies para salir de allí. Olvido que hay unos restos de vidrio al otro lado del sillón y un dolor punzante en la planta del pie me hace continuar mi camino hacia la puerta rengueando. 

— Suéltame — me sorprende que aún, entre lágrimas y respiración entrecortada, pueda hablar. Yoongi toma mi brazo e intenta voltearme hacia él pero me planto y no se lo permito. No me soporto ni a mi misma. ¿Cómo pude haber puesto en peligro a tantas personas?  Quiero desaparecer y nunca más volver.

— ¿Te cortaste? — pregunta preocupado. Se agacha para verme el pie sin soltarme del brazo porque sabe que en el momento que lo haga, saldré corriendo de allí. Al menos debe presentirlo, por eso no me suelta. 

Soy la persona más despreciable de la faz de la Tierra. No merezco ni siquiera que alguien se preocupe por mi.

— Estoy bien — apenas me sale la voz.

Aprieto los dientes, si mi lengua estuviese entre ellos, seguro se cortaría. Mis labios me tiemblan como si tuviese frío.

Asesina.

Esa única palabra busca recovecos libres en mi mente que no pudieron ser llenados con recuerdos todavía y se instala allí. Por mi culpa mi padre terminó en el peor lugar que cualquier ser vivo pueda imaginarse. Debido a mi murió Lina, el padre de Hoseok, aquel otro Nephilim que olvidé su nombre pero que aún recuerdo.

— Por favor déjame ir — en realidad no quería decirlo en voz alta pero lo hago. Mi voz refleja el peso que agobia mi corazón y el nudo en mi garganta no cede. Cierro los ojos para detener mis lágrimas y bajo la mirada. Trago saliva y es lo mismo que si me arrancaran una uña del pie con una tenaza. Su mano se desliza con tanta suavidad desde mi codo hasta mi mano que desearía que nunca se termine.

Muevo el pie lastimado y un dolor más se suma a lo que ya siento. El estúpido vidrio es casi invisible, sólo pude ver su forma cuando ya estaba manchado con mi propia sangre. Apoyar mi peso en él es el principio de mi castigo. Me convenzo de que soy merecedora de ese dolor. Doy otro paso pequeño y Yoongi entrelaza sus dedos con los míos con fuerza.

Por unos momentos, una milésima de segundo, caigo en la fantasía de que que estoy en sus brazos, que nadie murió por mi culpa y que el tiempo nunca ha pasado.

Esa milésima de segundo pasa, el tiempo no se detiene y nunca lo hará. Doy el siguiente paso con mi pie sano y sentir nuestros dedos separarse, aunque me duela, continuo convenciéndome de que lo merezco; sentir el mismo o incluso más dolor del que provoqué a los que amaba.

El camino hasta la puerta es extrañamente largo, al igual que desde la puerta del 1°C hasta el 1°B aunque estén a escasos metros de distancia. Doy gracias que Yoongi no insiste, ni me persigue o me llama, sino no se si sería capaz de continuar.

Ya en mi departamento, no tengo otra opción que controlar mi llanto para no despertar a Jimin. No sabría qué decirle si me viera así. Voy hasta el baño, busco una bandita y cubro la cortada de mi pie con ella. No se que hora es pero sé que será una noche larga para mi.

Obviamente no consigo conciliar el sueño hasta un par de horas antes de que la alarma del celular suene y me doy cuenta que ya son las 8 AM. Durante lo que quedaba de la noche, mi mente siguió llenándose de recuerdos horribles, dignos de ser parte de una película de terror. Veo a un Yoongi radiante de 17 años, con el cabello distinto a como lo tiene ahora; eso es lo único que ha cambiado en él porque su piel pálida, su voz raspoza y grave, sus facciones delgadas y esa mirada penetrante e hipnotizante siguen presentes.

— Miso, llegaremos tarde... — la voz mañanera de Jimin suena como un eco que retumba en las paredes y luego llega a mis oídos. Se sienta en la cama y me cubro la cara con el acolchado. No debo lucir como un ser humano luego de haber estado llorando y despierta casi toda la noche.

Me quejo con sonidos inintengibles por debajo del acolchado y siento su mano apoyarse en mi hombro.

— ¿Te sientes bien? — me pregunta.

Asomo apenas los ojos cubiertos por mechones de cabello despeinado y él los corre para poder verme.

— Preferiría no ir a clase hoy, no tengo ganas — digo con voz ahogada pero normal.

— No te ves bien —  pone su mano en mi frente.

— No pude dormir muy bien anoche —. 

— Entonces me quedaré contigo, no voy a dejarte sola asi como estás — frota mi brazo como reconfortándome.

— No, tienes que ir a tus clases — lo regaño. — Estaré bien, en serio — nunca me imaginé que una sonrisa falsa requerríria tanto esfuerzo.

Después de discutir durante 20 minutos a reloj, logro que vaya a la universidad. No quiero que pierda sus clases por mi. Ya bastante daño he hecho, no quiero incluirlo a él también a esa lista. Jimin me dejó el desayuno servido pero no tengo hambre. Tengo el estómago revuelto y la garganta cerrada porque me di cuenta que, aunque no lo recordaba, mi amor por Yoongi sigue siendo el mismo.

Lo supe concretamente en el momento que él me beso. Ese roce que tuvieron nuestros labios fue el desencadenante de todo. Siempre estuvo conmigo, en lo profundo de mi corazón.

Pero ahora tengo un problema más serio y complicado por resolver: ¿debo decirle a Yoongi que recuerdo todo? Quién es él, lo que vivimos, todo.

Sé que sufrió cuando morí pero aún asi, continuó con su vida y le va bien sin mi.

No sé. No sé qué hacer; tengo tanto en qué pensar y el tiempo parece no alcanzarme.

* * *

Alrededor de las 11 AM, alguien llama a la puerta. Rengueando y haciendo muecas de dolor, voy a abrir.

— Yoongi... — suspiro.

Mi respiración vuelve a abandonarme.



|| Do You Remember Me? || Suga ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora