Preguntas sin respuesta

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|Capítulo 11|

Sofía

¿Qué pasa con él? ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué me beso? ¿Por qué le correspondí al beso? ¿Acaso no tenemos una mini guerra? ¿Realmente me gusta Luck? ¿Le correspondí al beso por despecho? ¿Por qué vi a Luck besándose con otra chica? ¿Por qué me erice cuándo Matías roso sus labios con los míos? ¿Está jugando conmigo? ¿Por qué me hago todas estas preguntas? ¿Por qué estoy dudando tanto? ¿Por qué soy tan idiota?

Aun no consigo respuestas a todas las preguntas que me he hecho. No sé qué pensar, estos dos últimos días en qué he estado tan cerca de Matías y en estas situaciones tan confusas, creo que lo mejor por ahora es que lo ignore por un tiempo, no puede estar pasando esto, además prefiero sanar la mierda que vi y que aún me duele, probablemente solo estoy confundiendo las cosas - mejor dicho, mis sentimientos - están tan jodidos, que, al primer acercamiento, lo confundo con cariño o amor.

Suena el picaporte de la puerta principal, y cuando intentamos separarnos ya es tarde, Elena nos está mirando con el ceño fruncido y evidentemente muy confundida por la situación en la que nos encuentra.

- ¿Sofía? - dice Elena dubitativa - ¿Qué haces aquí? - me pregunta, después de ver la hora en el reloj que tiene puesto en su muñeca - Deberías estar en el colegio - frunce el ceño, supongo que a la espera de mi respuesta. Matías y yo nos separamos de inmediato, mierda pero que gran cagada, que supongo que Elena intenta ignorar a toda costa.

- Es que me levante tarde - me encojo de hombros como si no me importase mucho la situación, intento que sea lo menos incomodo posible, pero al parecer no sé me es posible, ni a mí, ni al resto - y ya no pude ir - termine de decir mi grandiosa y valiosa excusa de porque me ve a estas horas en casa y despegándome de los brazos de su bello hijo.

- ¿Segura? - me mira, nuevamente frunciendo el ceño, a lo que yo asiento de inmediato - está bien - mira a Matías y el frunce el ceño, como diciendo ¿Y yo qué? - ¿Y tú Matías? - le pregunta con pequeño tono de molestia, lo puedo asegurar, es obvio que debe estarlo, no es tonta, obviamente nos vio. Intenta no hacer del tema un escándalo y por lo visto el que pagará pato es Matías.

- ¿Yo que? - pregunta Matías, tal como lo esperaba - te estaba esperando - responde intentando sonar calmado y no nervioso por la situación.

- Luego hablaremos - responde Elena de manera directa y ya mostrando más su seriedad, mientras que Matías frunce el ceño y lo veo tragar saliva, supongo que conoce a su madre, sabe lo que se le viene.

Siento la mirada de Matías, pero no me atrevo a voltear la cara hacia él. No sé, creo que es porque siento que el beso que nos dimos, por mi parte no fue del todo sincero, no voy a negar que lo disfrute, pero no fue con sentimientos - o sea - no entiendo por qué me da, no lo sé ¿Vergüenza?, no sé si por su parte lo fue, pero a mí me da vergüenza verlo a los ojos. Así que es mejor que me vaya a cambiar, aún sigo con este pijama de perritos tiernos, mejor los dejo, evidentemente en esta conversación sobro.

- Sofía - me llama Elena, antes de que pueda seguir en camino a mi cuarto - quisiera que me ayudes aquí si no te molesta - me sonríe, al parecer ya se le paso o no sé - es que Matías no sirve para la cocina - lo molesta, a lo que yo simplemente asiento sin molestia.

- Mamá - Matías arrastra su palabra - claro que sirvo para la cocina. Si quieres también puedo ayudarte, es más voy ayudarlas - nos mira - verán que sirvo de mucha ayuda.

- Me cambio y regreso - menciono, mientras señalo mi pijama.

Matías

Después de que Sofía se vaya a su habitación a cambiarse, mi madre me mira frunciendo el ceño, presiento que se viene lo brutal, quizá puede que esté un poco molesta. Yo sé que nos vio, y que se está haciendo la loca, pero al único que le dirá todo lo que está pensando, es a mí.

El Hijo de mi NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora