Recuerdos

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|Capítulo 25|

Aire, calle y helado, es lo que me falta hace mucho al parecer. Si definitivamente necesitaba salir, no quedarme encerrada deprimiéndome aún más. Al salir de casa ya le había mandado un mensaje a Matías, hace mucho que me invitaba a salir de esa cueva negra a lo que él le llama a mi cuarto, su respuesta fue obviamente positiva, después de andar deprimida ocho meses es la primera vez en todo ese tiempo que salgo de casa, lo sé suena un infierno pero para mí cada día era normal y más normal sin nada nuevo en específico, aunque en realidad si habían pasado muchas cosas pero yo andaban en otras y no me interesaba en lo absoluto lo que pasaba a mi alrededor. Pero hoy según Matías será un día histórico ya que supuestamente di un "gran paso" al salir de casa.

- ¡Oh por Dios no lo creo! ¡¿Será qué eres real?! – Matías se acerca hacía mí con una sonrisa contagiosa, me abraza y me da un beso en la mejilla – algo que no creí que pasaría tan seguido con nosotros – sí definitivamente si eres real – suelta una carcajada – anda sonríe un poco.

- Eres tan tarado – le respondo mientras sonrió de lado.

- "Extrañe el gran cariño que me tienes" – me responde haciendo comillas a lo que no puedo evitar una sonrisa más amable y sincera.

- ¡Lo sé! Es grandioso ¿no? – rio mientras le sigo el juego.

Me toma por los hombros, rodeándolos con su brazo, y empezamos a caminar. Aún no sé exactamente a donde vamos, pero me dejo guiar por él, como si toda mi confianza se posará sin reclamo alguno. La calle de Lima con la poca lluvia encima de ella hace que se vea absolutamente genial y hermosa, tenían un poco la esencia de como sentirse en calles europeas, algo que me encanta apreciar.

Solía salir con mi madre a caminar por las calles de Barranco cada vez que llovía, esto se había hecho una rutina entre las dos, era nuestro clima favorito y disfrutábamos tomarnos grandiosas fotos, algo que nos apasionaba a las dos y por lo tanto nuestra máxima unión, unión por la fotografía. Realmente disfrutábamos de aquellos días, quién pensaría que meses después lo más probable sea que la situación no vuelva a ocurrir. La fotografía fue de esos pequeños vínculos que ambas compartíamos, era tiempo realmente de calidad junto a ella, pero desde que todo paso, no he vuelto a coger la cámara, solo me trae nostalgia y recuerdos que no necesito por ahora.

Finalmente llegamos al Puente de los Suspiros, no se me pasaba por la mente que vendríamos aquí me imagine cualquier otro lugar menos este – pero es realmente hermoso – amo este puente y la historia que tiene, aunque me parece muy raro que Matías me traiga aquí, es muy romántico para los dos. Rio para mí misma.

- ¿Y bien? – pregunto confundida – ¿Qué hacemos aquí? – fijo mi mirada en la suya a la espera de su respuesta.

- ¿No te parece hermoso? – responde obvio – ¡Me encanta este puente! –menciona emocionado y el brillo en sus ojos reluce demasiado, al parecer este lugar causa muchas más expectativas de lo que a cualquier persona pueda causar – Creí que sería un buen lugar para relajarnos y despejarnos un poco – se encoge de hombros mientras intenta buscar un lugar para sentarnos, me toma de la mano y me encamina junto a él.

- Claro es hermoso – afirmo, eso no lo niega nadie – ¿Pero muy romántico no crees? – Matías ríe de inmediato – ¿De qué te ríes? – le pregunto aparentando seriedad.

- Sí – voltea a mirarme – es romántico – lo dice con total ligereza – pero también relajante – voltea hacia el frente – no crees que te traje insinuando otras cosas ¿no? – vuelve a reír, pero esta vez un poco nervioso.

- No, no – niego de inmediato y fijo mi mirada hacia el frente, de igual manera – solo que es raro... – pauso y respiro a lo que él me mira extrañado – que – me interrumpe como siempre lo hace, aunque esta vez no estaba segura de lo que quería decir con exactitud.

El Hijo de mi NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora