Capítulo 32
*Mensajes de WhatsApp*
S: ¿Dónde estás?
M: Ahora no Sofía, no es momento...
S: No te iras así, no quiero que te vayas así... uu
M: Lo siento es que no creo sentirme bien para hablar contigo... ¿Si reacciono mal?
S: No creo que puedas hacerme algo que me dañe, porque no hay nada más que pueda hacerlo...
M: Tú también necesitas hablar...
Después de recibir el mensaje con la dirección exacta en la que esta Matías, voy por un café para él y para mí. Este chico y sus lugares más extraños para ir a pensar ya no me sorprenden. Es un edificio abandonado – la verdad es que no me había percatado de este hasta ahora – está lleno de grafitis peno no groseros ni obscenos si no, artísticos de esos que cuando los ves te quedas sorprendido y no puedes creer como un arte tan valiosa sea tan menospreciada.
En la puerta de aquel edificio está Matías, apoyado en una pierna contrala pared. La verdad es que se ve muy sexy en esa pose. Sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos que me impiden enfocarme.
- ¡Ey! – grito para llamar su atención – ¡Aquí! – le hago señas para que fije su mirada en mí.
- Sí Sofía, ya te vi – emboza una sonrisa burlona – como si hubiera mucha gente – mira alrededor obvio – y no podría encontrarte – vuelve a reír, pero esta vez con carcajadas.
- -Sí, sí, si – lo digo rodando los ojos – bueno el lugar es hermoso, pero en realidad no es peligroso ¿Cierto? – pregunto un poco dudosa, mi intención no es ofender.
- No lo es... – me mira aun con esa risa sarcástica que lo caracteriza – al menos que no te guste el olor a plantas medicinales – da una carcajada inmediata y fuerte.
¿Olor a plantas medicinales? – pienso.
Es obvio tarada, habla de marihuana...
¿Marihuana? No, no, no y ¡No! Matías no haría esto, solo es una broma estoy segura que no encontrare ningún pastrulo por las escaleras de ese edificio. Además, no creo que me traiga a un lugar así... ¿Cierto?
Sí, sí, sí cierto. No podría hacerlo...
- ¿Sofía? - lo oigo a penas sin salir de mi trance – ¿Sofía? – me sacude despacio para que reaccionara – ¿Qué esperas? Tenemos que subir, me señala el camino.
- Espera... es que no estoy segura – digo en casi un susurro, Matías alzo su ceja mostrando confusión, al parecer no entiende mis dudas sobre el lugar, o quizá me tomo muy en serio las cosas que dice.
- -No pasará nada malo Sofía – intenta calmarme al notar por fin mi inquietud – todo estará bien. No dejaría que nada te pase – me mira a los ojos con ese brillo particular – además todo es tranquilo por aquí, en serio. Lo de hace un rato solo era una broma – agacha la cabeza y sube los primeros escalones, extiende su mano a la espera de la mía, y se la doy mientras subimos los escalones.
El lugar te da una sensación de bienvenida y alegría, pese a mis grandes prejuicios, pero a la vez tengo ese pequeño bichito que me dice que no confié demasiado porque uno siempre es precavido. Tengo un mal presentimiento y siempre suelen cumplirse. Debería irme, pero la curiosidad de saber qué es lo que quizá quiera confesar hoy Matías hace que haga caso omiso a mis presentimientos.
Un pelinegro voltea al notar nuestra presencia, sube el mentón lo normal como para hacer un saludo junto con ese acto emboza una calidad sonrisa de bienvenida. Al parecer hemos interrumpido el comienzo de su arte, retengo a Matías para poder quedarnos a ver, aunque sea como inicia, a lo que él rotundamente me hace un gesto de negación con la cabeza.
- Pero... ¿Por qué? – digo en apenas un susurro con un poco de tristeza. Hace caso omiso a mi comentario y me jala para seguir avanzando.
La habitación continua al parecer estaba libre, sin grafiti en la pared y sin artista. Me preguntaba de cómo es que Matías logro hallar este lugar y pertenecer a él, si por lo que sé él no es tan artístico que digamos – rio para mis adentros.
- ¿Acaso tú?... – me interrumpe de inmediato.
- No, no lo hago Sofía... – me dice mientras va acomodando un mueble algo desgastado y con un poco de polvo – solo me gusta el lugar, el arte que se plasma en cada pared hace que este edificio abandonado, no sea un simple "edificio abandonado" – hace con sus manos comillas enfatizando lo del edificio – suele ser algo relajante y los chicos aquí son muy amables. El pelinegro es Julián es argentino y erradica aquí hace un año, su historia es muy dura y compleja, a mi parecer todo eso se puede reflejar en su arte. Cada chico aquí tiene una historia distinta incluyéndome, claro con la diferencia que no soy artista, pero me gusta observar mucho y suelo escucharlos, por eso es que me acogieron muy bien – lo dice mientras termina de hacer el mueble – ¡Listo! Ya puedes sentarte – señalo el mueble y él lo hizo primero.
- Me parece genial todo lo que me dices, es grandioso – lo digo realmente sorprendida, quizá es una parte que no llegue a conocer de él – ¿Por qué no lo habías mencionado antes? – lo miro – quizá si hubieras empezado por ahí – lo miro obvio – hubiéramos tenido una mejor relación – embozo una sonrisa algo sarcástica y feliz a la vez. A lo que él solo ríe y se encoge de hombros.
Me siento a su lado, él pone un pequeño cojín sobre sus piernas y lo señala – échate – me hace señas - es bastante lo que te tengo que contar – me mira dejándome sin muchas opciones – te cansaras en esa posición - muy obediente yo, me acuesto – Bueno como empezar sin que suene tan ¿Hiriente? o no sé... – siento como empieza a temblar, aunque ciertamente fue directo al tema sin mucho rodeo, tan directo que me agarro en frio. ¿Qué es lo que puede estar pasando para que lo ponga así? – bueno podría decirse que tendría la solución a tus problemas... – siento su respirar, está tan fuerte en estos momentos que puedo sentirlo.
- ¿Solución a mis problemas? – ¿De qué habla? – ¿A qué te refieres? – le pregunto confundida, aun sobre el cojín, intentando buscar su mirada.
- A lo de tus padres – dice casi susurrando y trago saliva fuertemente.
- ¿A lo de mis padres? – le pregunto mirándolo extraña, ya levantándome y dirigiendo mi mirada directo a sus ojos – ¿Qué es lo que puedes saber tú de ellos? – no los conoce en absoluto, nunca los ha visto, nunca le mostré alguna foto, no hay manera en que él pueda saber algo de ellos.
- Sé dónde están, siempre lo supe...
NA 00:
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El Hijo de mi Niñera
Ficção Adolescente- No necesito niñera madre, soy una adolescente - pauso - casi una mujer adulta - hago puchero - puedo atenderme sola - menciono casi derrotada, mi madre me mira, y niega con la cabeza. - Sabes que no es por eso Sofía, es por tu seguridad - me repr...