¡Te odio!

2.4K 184 52
                                    

Capítulo 33

- Sé dónde están, siempre lo supe ...

Una y otra vez retumbando esa oración en mi cabeza, mi cuerpo empieza a debilitarse, siento como mi corazón se acelera y siento unos punzós como si estuviera golpeándolo cada corto tiempo, posiblemente solo sea dolor y decepción.

-Sé dónde están, siempre lo supe...

No es cierto seguramente he escuchado mal, el no puedo decir eso, no, ¡No! y ¡No!

Mi cabeza empieza a dar pequeños giros, trato de calmarlos por completo, respiro profundo una, dos, tres veces incluso. Logro estabilizarme en el mueble separándome un poco de Matías, mientras tanto el me mira esperando una reacción. No logro vocalizar algo, quiero pensar exactamente que decir sin explotar e ir encima de él a golpearlo – y por mucho que quisiera, tengo que controlarme – porque lo que me está diciendo no creo que sea un juego, no podría bromear así.

- Lo sabías... – repito apenas en un susurro, mi corazón está débil, emocionalmente soy frágil.

- SÍ, pero no es cómo crees, déjame explicarte...- lo interrumpo.

- ¿Explicarme? – lo miro como si no hubiera persona a la que odiara más - ¡¿Explicarme?! – vuelvo a repetir, esta vez con más fuerza y molestia – ¡¿Qué?! Matías ¡¿Qué?! ¡Todo este tiempo siendo un completo hipócrita! ¡Sabiendo las cosas, ibas a visitarme y consolarme por lo de mis padres, diciéndome que todo se iba aclarar, que esperara que con el tiempo iba a pasar, que sabría de ellos y nada malo les ocurrirá! ¿Porque lo sabías todo este tiempo no? No te importo nada – digo al borde de las lágrimas – verme destrozada ocho meses, ¡Ocho malditos meses! – le grito, tratando de hacerle entender que no es un puto juego que me hablé de esta manera, que no es mentira la manera en la que me sentí – ¡Llorando en esa cama, buscando un porqué de las cosas, una razón lo suficientemente creíble para lo que me está pasando! Me torturaba cada noche pensando en que si les había pasado algo malo... – suelto finalmente un sollozo, siento mi corazón partirse en mil pedazos y un nudo en la garganta imposible de seguir soportando – Cada día, cada noche llorando con un dolor insoportable en el pecho tratando de que todo vuelva a cobrar sentido – las lágrimas por mi mejilla corren y corren, siento mi cara completamente humedad. Mi cuerpo temblando por completo y con poca estabilidad. Ya estoy parada gritándole todo eso a Matías, mientras él está sentado con los brazos sobre sus piernas y sus manos encima de su cara cabizbaja – ¡No lo entiendo! ¿Cómo es que pudiste soportarlo? ¿Acaso no tienes sentimientos? ¿Acaso no te importo? ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué?! ¡Dime! – sollozo cada vez más fuerte y mi corazón destrozado iba a mil por minuto, siento que en cualquier momento puedo caer y no volver a levantarme – ¿Te quedarás callado? ¿No dirás nada? Sabes que eso duele más...

En pocos minutos sentí unos brazos rodearme los hombros, evidentemente es el. Levante mi mirada, pero nada de lo que veía causaba en mi un poco de compasión. Muy por el contrario, solo hacía que mi rabia aumentara. No sé que pretende con esto.

- ¿Qué tienes? –pregunto enfadada, zafándome de sus brazos. Él se separa de inmediato y levanta la mirada, sus ojos están completamente rojos. Seca las pocas lágrimas que le quedan en sus húmedas mejillas.

- Lo siento – oigo dolor en su tono de voz – tú no sabes como he estado todo este tiempo ocultándolo. No te imaginas la impotencia que tenía al no poder decirte nada pero ya me canse de esta mentira – pausa y traga saliva – por eso te quiero contar todo porque tiene que acabar ya Sofía - intenta agarrarme de nuevo – Por favor solo déjame explicarte, déjame contarte, déjame decirte donde están y hacerte entender todo lo que está pasando. Por favor - mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas y las suyas. Pensaba en que esto era suficiente por hoy, que no quiero saber más ahora.

- No quiero nada de ti – logro decirle mirándolo directamente a sus ojos negros y profundos – ni mucho menos saber de ellos ahora – volteo sin mirar atrás, sin decir más y mucho menos dejar qué él me diga algo. Y será así, mirar hacia atrás solo hace que me duela y está más que comprobado.

NA: Espero que les esté gustando(: 

El Hijo de mi NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora