Capítulo 39
Era ella...
Y no sé qué decir, porque apenas puedo articular una palabra, tengo todo tipo de cables atados a mi – prácticamente consumiéndome - y es algo que cada día lentamente no sé si me mata o me salva. Pues simplemente estoy sobreviviendo. Mi hija no tiene ningún tipo de expresión en el rostro y es de comprender, como es que una niña reaccionaría al ver a su madre después de haber desaparecido prácticamente más de un año, causándole mucho daño estoy segura. En las condiciones en las que estoy aún más se intensifica el dolor y quizá un poco de odio en su pequeño corazón. Como es que alguien con su corta edad puede soportar algo así, su reacción me hace comer ansias. Aunque conociéndola muy bien, mi pequeña no reaccionara de tal manera de que cause algún escándalo más aun viéndome en las condiciones en las que estoy. Y aunque así fuera lo entendería. Como explicarte todo lo que paso en estos últimos meses, realmente fueron muy deprimentes, no solo para mí – lo imagino – mi esposo también sufrió mucho. Bajó algo de peso por tal motivo, sufre lo que yo. El verme así durante todo este procedimiento no es fácil, si para mí no lo fue mucho menos para los de mi alrededor. No quería que Sofía pasara todo esto, no aceptaría ver a mi hija viéndome sufrir minuto a minuto por estar atada a tantos aparatos. Tengo claro que aun así sufrió mucho, como yo lo hacía por cada día que pasaba y la mentira se agrandaba. Es que todo empezó aquella tarde, una semana antes de anunciar nuestro viaje. Mi esposo y yo teníamos leves sospechas de lo que me estaba pasando, cada mañana tenía un síntoma más de la enfermedad que a toda costa no queríamos evidenciar y no queríamos saberlo – o, mejor dicho, no quería saber – tenía tanto miedo de lo que podría pasar, estaba completamente aterrada y no sabía si es que era buena idea. Muchos días trate de ignorar todo esto, pero tu padre siempre estuvo al tanto el me insistía en ir a confirmar lo que ya se sabía, pero era necesario tratar. ¿Sabes hija mía? ¿Cómo es enterarse de que te estas muriendo día a día y tu única esperanza de al menos tener una muerte digna es estar atado a cables? El sentir del recorrer mi sangre por todo mi cuerpo cuando oí al doctor confirmarlo, mi cuerpo estremecido y tragando saliva muy fuertemente. El nudo en mi garganta que se había formado ponía resistencia para evitar a toda costa el llanto. Tenía que ser fuerte de algún modo, pero es que cómo. Tu padre me abrazaba mientras sentía sus lágrimas caer por su rostro consiguiente de ello apenas algunas gotas caían a mi hombro descubierto. Es que no quería aceptarlo, qué es lo que iba a hacer, lo único que se pasaba por mi mente eras tú no había otra persona en la que pensase en ese preciso momento. Es más allá de mi reacción no podría imaginar la tuya ni mucho menos a mi diciéndotela – no tendría fuerzas lo admito – fui cobarde es cierto. Tras saberlo y llegar a casa no podía ni mirarte, por eso aquel día fui de frente a mi habitación y tu padre te dio una falsa justificación de mi accionar. Fue esa noche en la que mis impulsos por no hacerte sufrir me hicieron tomar la peor decisión que marcaría tu vida y te juro que me arrepiento de ello. Quizá fui muy egoísta y solo pensé en mí, en mi dolor al verte y saber de tu conocimiento sobre mi enfermedad, verte llorar, verte adelgazar, verte derrumbarte por lo que me estaba pasando no podría soportarlo – fui muy egoísta – lo sé solo pensé en mi dolor. Perdóname mi niña...
Tu sabes que tu madre se maneja a base de impulsos, esos muy arrebatados. Cuando le dije a tu padre lo que estaba pensando el me miro desahuciado, estaba procesando lentamente lo que había oído mientras yo seguía y seguía diciéndole lo que se me pasaba por la mente en ese entonces. No paraba de sollozar mientras decía cada palabra, trataba de convencerlo a toda costa de que mi idea era lo mejor. El simplemente me acariciaba el rostro mientras me limpiaba las lágrimas. Su rostro transmitía sentimientos encontrados, el solo quería complacer mis deseos y no lo culpo. Su esposa, su compañera de vida solo tenía poco tiempo a lo que él no tendría fuerzas para negarme alguna petición. Esa noche los dos no paramos de llorar, incluso no dormimos – todo aquello no estaba consumiendo esa noche – pero el día siguiente teníamos que hacer como si nada. Por la mañana mientras te alistabas para la escuela trataba de que esos momentos se hagan inolvidables para ti o que de alguna manera lo recuerdes más que otros, tu padre se acercaba a ti y juntos te abrazábamos – no nos mirabas extrañada porque era algo que pasaba comúnmente cada mañana, pero para nosotros significaba mucho más de lo normal – te despediste y echaba a llorar. Así fueron todas las mañanas de los siguientes y últimos días que te vimos. Tu padre ya tenía los pasajes, por mi parte ya me había encargado de quien te vería en mi larga ausencia, parecía todo listo para despedirnos incluso tu sabías del supuesto niñero y del supuesto viaje de trabajo al que nos íbamos.
Al salir de casa sin poder mirar atrás por la poca fuerza que tenía y poca visibilidad de mis ojos al estar empañados de lágrimas, subimos al auto y tu padre estaba igual. Créenos que dejarte así mi niña no fue fácil y sabemos que no fue lo mejor, días después de los que habíamos quedado en que regresaríamos no paraba de sonar el teléfono. Lo único que quería hacer era regresar... pero ya era muy tarde ya estaba atada a mi nueva forma de subsistir – cables.
- Bien – susurró la doctora – ¿Están listos? – preguntó – es momento de desconectarla...
ESTÁS LEYENDO
El Hijo de mi Niñera
Novela Juvenil- No necesito niñera madre, soy una adolescente - pauso - casi una mujer adulta - hago puchero - puedo atenderme sola - menciono casi derrotada, mi madre me mira, y niega con la cabeza. - Sabes que no es por eso Sofía, es por tu seguridad - me repr...