I. Arquel

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El sol no la dejaba dormir. Poco a poco, fue abriendo los ojos, pero los cerro al instante, ya que el maldito sol estuvo a punto de dejarla ciega. Hizo una visera con sus manos, mientras veía a su alrededor. Se encontraba en medio de un cráter. Solo se podía ver el cielo azul y el sol radiante.

Decidió subir a la cima, a ver si encontraba algo. Le fue un poco difícil. Su vestido blanco la entorpecía un montón. Aparte de eso, ¿cuándo se había puesto eso? Y también, ¿por qué se había puesto tantas joyas? Se sentía estúpida por usar eso en medio de...de... ¿dónde se encontraba.

Por fin llegó a la cima. A kilómetros de redonda, solo había desierto: había arena, arena, arena y... ¡qué sorpresa, más arena! En el horizonte, recién se podía ver las siluetas de unas montañas. No parecía que hubiera ninguna civilización. Seguramente estaba equivocada. Si tan solo supiera en dónde está.

A ver, pensó. Estoy en...en... Bueno, eso no importa, de momento. Seguramente ya viene la ayuda. Alguien debería haberme informado desaparecida. Mamá y papá deben de estar... ¿Quiénes eran?

A pesar de tratar miles de veces, le fue imposible recordar a sus padres. Ni siquiera sabía si los tenía. O si tenía una familia, o amigos, o conocidos. No recordaba nada. 

Ay, vaya. No entres en pánico Nata... ¿o era Alex? Por lo visto, no recordaba ni su propio nombre . No recordaba nada de su vida. 

Piensa, chica. Debes tener al menos algo que recordar. Mi nombre es... es...Arcou... ¡no! ¡Arquel! ¡Mi nombre es Arquel!

Fue un pequeño alivio saber cuál era su nombre. Pero después, no le regresó ningún otro recuerdo.



La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora