XXVII. Jason

136 12 3
                                    


Jason estaba a punto de romper una de las antiguas reglas.

Era bien entrada la noche cuando Jason se recuperó de su fiebre. Apenas salió de la enfermería fue directo a su cabaña. Ni si quiera se molestó en encender las luces. Empezó a empacar en su mochila algunas cosas: ropa, su espada de Oro Imperial, zapatillas y un poco de ambrosía que había guardado. Aún le faltaban cosas. Estaba tentado a pedirle ayuda al resto de los campistas, pero eso arruinaría la escabullida. Y solo había un hombre que podía confiar (aparte de Quirón).

...

Jason avanzó oculto en las sombras, pegado a las cabañas y ocultándose en un arbusto para que las arpías no lo atraparan. Pasó al lado de los baños, dirigiéndose al río, y a un par de metros de la desembocadura con el lago, había una cabaña. La cabaña de Calipso.

Cuando Leo rescató a Calipso de Ogigia, la llevó por mese por un viaje alrededor del mundo. La llevó principalmente a París, aunque después de unos días tuvieron que largarse debido a la infestación de troles y monstruos. Así que, mientras que Europa se iba calmando por la guerra contra Gaia, recorrieron por Asia, Oceanía y Sudamérica, hasta que al fin, después de cuatro meses decidieron venir al norte. Cuando Festo aterrizó en el Campamento Mestizo, Piper fue a avisarle a Jason, y ambos fueron a estrujarle el cuello y envolverlos en abrazos. Hubo un festín en nombre de Leo, el héroe del mundo. Aunque les comía saber qué le había ocurrido. ¿Cómo estaba vivo? ¿Qué no Nico había sentido su muerte? Pero todas esas preguntas fueran respondidas por el mismo héroe: Leo había hecho que Festo le inyectara inmediatamente la cura del Médico después de haber muerto por la explosión.

Pero aparte de haber vuelto entre los muertos, había hecho otra hazaña: Calipso ya no era prisionera en Ogigia.

Aunque claro, días después, Leo y Calipso continuaron su viaje por todo el mundo. Volvieron al campamento después de dos semanas. La idea era terminar el viaje en Europa, pero aún seguía en caos después de la guerra contra los Titanes. Aparte, Calipso no pensaba volver a Grecia, al menos en un largo tiempo.

Había un pequeñín problema: la chica no tenía dónde quedarse. Como el único hogar de Leo era el Campamento Mestizo, Calipso tenía que quedarse también. Por suerte, Jason se encargó de que le construyera una cabaña a Calipso. Leo se encargó de la construcción, con colaboración de Quirón. El señor D no estaba de acuerdo, pero no le dieron mucha atención.

Era una cabaña pequeña, comparada con el resto, ubicada al lado del río. La madera era clara y fuerte. El tejado estaba decorado con miles de flores. Se veía como una casita de madera común y corriente, aunque era el tercer lugar favorito de Leo, aparte de su cabaña, las fraguas y el búnker 9.

Jason estaba muy seguro que Leo se encontraba con Calipso. Ella de vez en cuando sale con él para explorar un poco el mundo, y no estar tan apretada aquí. Pero tampoco aquí la pasa mal: todos la tratan bien y siempre logra sacar una sonrisa. Era muy difícil no hacerse amiga suya, hasta a Clarisse le caía bien.

Las luces estaban prendidas y había sombras moviéndose. Jason subió los escalones, y estaba a punto de tocar la puerta cuando Leo la abrió. Se quedaron un rato en silencio, sorprendidos.

-Hola, hermano- Leo rompió el silencio. -¿Te sientes mejor?

-Sí, mucho mejor. ¿Puedo hablar algo contigo, en privado?

-Sí, lo que sea.

Leo cerró la puerta. En seguida las luces se apagaron, dejándolos a la luz de la luna.

-Déjame adivinar- empezó Leo cuando bajaron los escalones-, ¿se trata de Piper?

-Exacto- contestó Jason. Su mejor amigo siempre sabe todo.

-Debes estar molesto- prosiguió Leo. -Si no recuerdo mal, te habías ofrecido para ir a rescatarla con Percy y Nico...

-Te tengo una propuesta- se plantó Jason para que se detuvieran. -¿Qué te parece ir a rescatar a la damisela en peligro, vencer al malo y salvar al mundo?

Leo se rió para dentro.

-¿Y bien?-insistió Jason.

Leo chasqueo la lengua, meditando la propuesta.

-Es tentador, debo admitirlo. Pero no puedo.

-¿Qué? ¿Por qué?

-¿Recuerdas la broma a Drew?

A Jason se le prendió el foco. Cómo pudo olvidar el baño en lodo que le hizo a la peor enemiga de su novia.

-Bueno- siguió Leo-, al fin me atraparon. Mañana debo cumplir un castigo. No sé qué es, pero el Señor D lo tiene todo preparado. Eso sí, dolerá.

-No puedo creer que esté escuchando esto- dijo incrédulo Jason. - Leo Valdez, el chico más problemático que conozco, obedeciendo al director, dispuesto a cumplir su castigo, sin trucos ni planes. Solo te entregarás.

Jason estaba sorprendido con su cambio. Nunca pensó que su mejor amigo haría algo así. Aunque claro, ahora todos han cambiado mucho últimamente. ¿Qué les habrá pasado? Quizás él también cambio, pero no se ha dado cuenta.

-Me temo- Leo miro al cielo estrellado. -Hablando de reglas, ¿ya te has dado cuenta de la mujer pájaro gigante sobre nuestras cabezas?

...

Por poco se les acaba el aire en los pulmones. Corrieron a por todas, tratando de huir de la arpía que los vio. Si tenían suerte, ella no les habrá reconocido. Sino, a Leo le iba a caer el doble de castigo.

Se detuvieron a espaldas de la cabaña de Hefesto para reposar. Jason no podía creer que Leo no lo acompañaría. Ahora iba a ser más complicado. Nunca había trabajado solo. Un centurión siempre iba acompañado. Pero bueno, qué se le hace. Como no podía ir, le pidió a Leo al menos un pequeño favor: si le podría prestar un par de cosas. Con sigilo (aparte de golpearse ruidosamente los dedos del pie), Leo entró y salió, con todo lo que su amigo le pidió.

-Ten, y mucha suerte- le dijo Leo. -Y si ves a Piper, dale un golpe en las costillas de mi parte.

Ya listo, con mochila al hombro, Jason partió del Campamento Mestizo a cumplir su misión: salvar a su novia, solo.


La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora