XXXIV. Annabeth

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No podían volver a los restos de esa mansión mágica. Ya estaban los bomberos y los policías. Sería imposible buscar alguna pista. Le preguntaron a su amigo de cerámica si conocía algún otro mago o alguien que supiera de Carter.

-Mhmm... Nop. El domo de Nueva York era el único en todo el estado. Está el museo, pero allí solo hay piezas y otras cosas. No serviría de nada.

-¿El... museo?

-Bueno- dijo Annabeth-, es como suelo decir: si tienes alguna duda, ve al museo.

...

Caminaron directamente hacia el museo. Los chicos estaban un poco fastidiados por tener que ir allí. Les parecía aburrido la idea. Pero Annabeht sabía que encontrarían algo allí. 

Estaban a la vuelta del edificio cuando cientos de personas salieron corriendo del patio de comida. Estaban asustados, gritando "corran por sus vidas". Los chicos vieron a un grifo oscuro llevándose en sus garras a un civil. Instintivamente los semidioses actuaron. Percy destapó su lapicero y lanzó a Contracorriente hacia el monstruo. Este se le clavó en su ala, haciendo que el animal cayera al piso. Nico corrió hacia la bestia y le clavó su espada. La criatura estalló en miles de partículas mientras que el hombre huía.

-¿Qué demonios fue eso?- les dijo Annabeth.

Percy recogía su espada del piso.

-Vieron eso- dijo Nico. -Las personas huían del grifo.

-Claro, eso se hace cuando un monstruo te persigue- le dijo Percy.

-Pero estos lo podían ver. ¿No les parece un poco extraño?

Escucharon más gritos y rugidos de bestias. Corrieron hacia la entrada principal del museo. Annabeth iba sacando una ballesta de su mochila. Cuando llegaron, estaban con la boca abierta. Cientos de grifos oscuros volaban alrededor del edificio. La gente huía de esas cosas. Las aves descnedían de vez en cuando para capturar alguna preza. Pero una mano azul gigante o un rayo los golpeaba y se volvían polvo. En centro de la batalla, habían tres personas... ¡¿Esos eran los Kane?! ¡¿Y Jason estaba con ellos?!

Sin pensarlo los tres se metieron. Annabeth cargaba y disparaba a los monstruos, mientras que Percy y Nico cortaba sus gragantas o les asestaba un golpe letal en sus tórax. Pronto se juntaron con los hechizeros y con el semidios.

-¡Jason, qué haces aquí!- le gritó al chico. 

Este estaba sorprendido de verlos.

-¡Annabeth, Percy, Nico! Qué alegría de verlos.

Los Kanes también estaban sorprendidos de verlos. 

-¿Por qué Anubis está aquí?- preguntó Sadie señalando a Nico.

-¿Qué?- dijo confundido Nico.

Varios grifos se avecinaron sobre ellos. Los seis atacaron a la vez; Jason lanzó varios rayos, los Kane usaron hechizos, Percy usó su espada, Nico invocó un poco magia oscura y Annabeth usó su ballesta. Terminaron pulperizando a las bestias. Todos los civiles se habían ido. Por todo el patio habían montículos de polvo oscuro. Pero estos se elevaron y flotaron alrededor del grupo, como un hurracán. De estos empezaron a brotar cabezas y alas, y los grifos volvieron a formarse.

-¿Pero qué demonios...-dijo Percy. -Se supone que deberían estar muertos...

-Pero volvieron antes- lo interrumpió Nico. -Debe ser por lo del Tártaro. 

-Em...chicos- dijo Sadie. Las aves ya estaban regeneradas, y volaba un ejército de monstruos alrededor de los héroes. -¿Ahora qué?

Por alguna razón, todos miraron a Annabeth, esperando algún plan.

-Bueno, hija de Atenea, ¿se le ocurre algo?

-... Corran.

...

Se fueron del museo echando leches. Los grifos los perseguían. Corrieron a través de una avenida principal, tratando de mesclarse con la gente. Cientos de personas quedaron estupefactos al ver a las criaturas. Varios se ocultaron y gritaron. 

-¿Qué? ¿Acaso los pueden ver?- les dijo Sadie entre bocanadas de aire.

-Sí, no sé por qué- le contestó Annabeth.

-Eso es imposible- dijo Carter. -Ellos no podrían verlo.

-Hay algo que está afectando la Niebla, creo- dijo Annabeth.

Las aves caían en picada a la calle, tratando de atraparlos. Varios oficiales aparecieron y empezaron a disparar, pero las balas rebotaban sobre sus plumas.

Necesitaban librarse de esas cosas, no importaba como. Muchos sufrirían por su culpa si no actuaban. Tenían que escapar.

-¡Nico!- lo llamó. -Crees que puedas hacer un viaje por las sombras.

-¡No me parece la mejor idea!- le dijo. -¡Son muchos, no los puedo llevar!

-¿Qué es eso del viaje por las sombras?- se metió Carter en la conversación. -¿Qué tratan de hacer?

-¡Estaba pensando en una forma de largarnos de la ciudad!

-¿Irnos de la ciu... ¡Espera, lo tengo! ¡Síganme!

Todos doblaron repentinamente y siguieron a Carter. Estaban retomando la avenida principal, en dirección a los grifos.

-¡Espera, qué haces!- Le gritaba su hermana.

-¡Confía en mí!

Annabeth confiaba en él, pero lo que harían sería una locura. Jason disparó un par de rayos hacia los enemigos y eliminó a algunos grifos. Los chicos pasaron por debajo de ellos mientras trataban de regenerarse. Al final terminaron volviendo al museo.

-Carter, ¿qué hacemos aquí?- le preguntó Annabeth.

-Ya va siendo hora.

-¿Hora de qué?

Los chicos lo siguieron al interior del edificio. Se podía escuchar los gritos de los grifos. Usaron algunos objetos para bloquear las puertas y las ventanas. Era impresionante que el museo estuviera completamente vacío. Se fueron a la sala de exposiciones egipcias y se detuvieron en frente de un objeto viejo.

-Ah, ya entiendo- le dijo Sadie a su hermano. -¿Por qué no dijiste nada?

Ambos sacaron telas y tizas y empezaron a dibujar el piso.

-¿Qué hacen?- les preguntó Jason.

-Ya van a ser las doce- explicaba Carter. -Vamos a abrir un portal.

-¿Un p-portal?- dijo impresionado Nico.

Sonaron golpes. Vieron que arriba, en el techo de cristal, habían varios grifos picoteando el vidrio. Ya habían formado una gran grieta.

-¡Rápido, qué esperan!- los presionó Nico.

-Solo... en.... un segundo...

Apenas terminaron el círculo, un espiral gigante brillante apareció delante de ellos. Los griegos y el romano estaban impresionados. Los seis fueron succionados antes que las aves inrumpieran en el edificio.

La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora