XIX. Percy

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Irónicamente, Percy no quería que Annabeth les acompañara en la misión. 

Todos querían cambiar de lugar con alguno de los tres. No creían que fuera seguro que los hijos de los tres Grandes fueran juntos. Pero bueno, tengan un poco de fe. Aparte, con todos estos años peleando juntos codo a codo, había una gran confianza. Nada malo podría pasar, ¿o sí? 

Aunque Nico parecía incómodo de que Percy fuera.

Justo antes de partir, a Jason le dio una terrible fiebre. Los de la cabaña de Apolo dijeron que sanaría pronto, pero no antes de tiempo. Ya tenían que irse, y eran solo dos. ¿Dónde conseguirían un tercero? 

Afortunadamente, Annabeth fue la primera en ofrecerse.

Usualmente Percy estaría alegre de que su novia la acompañara, si es que ella no estuviera enojada con él. Desde el incidente con Arquel, Annabeth lo odiaba con toda el alma. Quería disculparse con ella, pero no paraba de lanzarle miradas asesinas y amenazarlo con un cuchillo.

Se fueron cerca de las cuatro de la tarde. Varios le desearon buena suerte. Aunque claro, casi todos los chicos le rogaron a Percy y a Nico que convencieran a Arquel para que se quedara por siempre en el Campamento. Algunos les pasaron fotografías y números de teléfonos. Antes de partir, Percy le prometió a Jason que haría todo lo posible por encontrar a Piper. 

Tomaron un autobús en la autopista y se dirigieron a la ciudad. Ya en Nueva York, se acomodaron en una cafetería a planificar el siguiente paso. Pidieron un par de capuchinos y unos panecillos.

-¿Ahora, qué?- preguntó Percy.

-Bueno...-comenzó a decir Nico. -¿Qué sabemos de ella?

-Aparte de que es una roba novios, nada- dijo antipáticamente Annabeth.

-Haber- dijo Percy-, pensemos un momento. ¿Por qué se había ido del campamento, para empezar?

-La pregunta del millón de dólares- continuó Annabeth.

-No lo sé- dijo Nico apartándose el cabello de la frente. -¿Para tener una vida normal? Fue lo que Quirón le dijo en el Comedor.

-No, ella le dijo que no era por eso.

- A mira, prestas más atención a sus palabras que en tu clase- se quejó Annabeth.

-Hay que buscar un rastro-sugirió Nico.

-¿Cómo?

-Em...No lo sé.

Justo un grupo de chicos entró a la tienda. Cuatro en total, con camisetas de bandas de rock y patinetas. Tres de ellos estaban fastidiando al del medio, que no paraba de frotarse un cachete hinchado.

-¡Mira la paliza que te dio esa chica! Jojojo.

-No es mi culpa- se quejaba el del centro.

-¿Que no es tu culpa? Si no le hubieras piropeado así no te hubiera dado la cachetada de tu vida.

-Aparte, ¿quién le dice a una chica "estás buena"?

-Se me salió de la nada. No quería decir eso.

-Pero lo pensaste. Jajaja.

-Pero admítelo, sí estaba buena.

Se sentaron a una mesa al lado del trío de héroes. Justo la camarera les trajo sus capuchinos. Percy y Nico tomaron con cuidado su café.

-Em, señorita- llamó uno de los chicos a la camarera. -, podría darme una bolsa con hielo.

-Sí, joven.

La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora