XXXVIII. Sadie

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Sadie corrió entre los árboles, ignorando las voces de su hermano y del resto. Reconoció la nube de hadas malvadas: eran las mismas que se llevaron a Walt. Seguramente encontrarían una respuesta allí.

Después de un rato llegó a la ciudad. Vio que las hadas oscuras volaban por los aires, atacando a los civiles, quienes corrían desesperadamente de ellas. ¿Cómo era posible que las vieran? Se supone que los mortales no son capaces de eso. Pudo ver algunas personas tiradas en las veredas, con una mordida tremenda en el cuello, echando un veneno verde. Seguramente las hadas los habían matado. Le vino al mente una imagen de Walt así, lleno de mordeduras y de rasguños, pálido, luchando por vivir.

Llena de furia, las atacó, convocando hechizos para pulverizarlas. Varias se alejaron volando, huyendo de la maga. Sadie siguió por las calles, hasta el huracán donde provenían las hadas, en una plaza. A medida que avanzaba, había más hadas malvadas, y cada vez eran más feroces. Las golpeaba con fuerza, y convocaba un par de llamas de fuego para espantarlas. Pero estas eran menos cobardes.

Sintió unas manos agarrándola por los hombros y tirándola a un lugar seguro. Carter la llevó detrás de un vehículo, con el resto del grupo, refugiándose.

-¡Suéltame!- se agitaba mientras luchaba.

-¡Sadie, espera un poco! ¡Tenemos que pensar un poco antes!- le decía su hermano.

Mientras tanto, los semidioses le lanzaban cosas a las hadas, para achicar un poco la nube oscura.

-¡No lo entiendes! Ellas... ellas saben dónde está Walt... Y si hallo al que está detrás de esto...- tuvo que aguantarse las lágrimas.

-Sadie... yo también quiero encontrar a Walt. Pero no creo que debamos ir aventando la vida antes un gran riesgo. Respira un poco, y...

Algo lo interrumpió. Un gran grupo de hadas furiosas estaban persiguiendo a alguien. Jason aprovechó para lanzarles un rayo. Todas quedaron hechas polvo. Recién pudieron ver al sujeto. Era un chico con piel de reptil, con patas de lagarto o dragón y dos colas de escorpión. Estaba cargando a sus espaldas a Arquel, inconsciente.

-¡Hey!- Jason saltó sobre la capot del auto y empezó a perseguirlo.

El tipo, al verlo, redobló la carrera. Todos empezaron ir tras él. El sujeto golpeaba algunas hadas en su camino, huyendo de los héroes. Nico trató de usar magia oscura, pero el sujeto esquivó con agilidad sus bolas oscuras.

-¡Cuidado, Nico!- le advirtió Annabeth. -¡No hay que herir a Arquel!

-¡Perdón!

Los muchachos ya estaban quedándose sin aliento. Sus piernas les dolían terriblemente: durante días no habían hecho otra cosa que correr o huir. Aparte, Sadie estaba empezando a quedarse sin energías para pelear. Vieron que el hombre escorpión estaba entrando dentro de una patrulla, delante de una comisaría, poniendo a Arquel adentro. Percy, con sus últimas fuerzas, corrió más rápido que el resto, y saltó sobre el carro cuando estaba encendiendo el motor. Lamentosamente fue muy tarde: el sujeto apretó a fondo el acelerador, y la patrulla salió corriendo. Percy se estampó de cara al suelo. Mientras Annabeth lo ayudaba a pararse, Sadie trató de ir tras el vehículo.

-¡Es inútil!- la detuvo su hermano, jalando de su chaqueta.

-¡No!- dijo Sadie, mientras veía el auto desaparecer detrás de una esquina. -¡No podemos dejar que se vaya!

Arquel pasó literalmente en frente de sus narices, y ellos no pudieron hacer nada para detenerla. Le preocupaba lo que ese monstruo planeaba hacerle. Y no solo eso, si no que creía que ese sujeto tenía que ver con todo esto. Era imposible que unos monstruos estén atacando a uno de los suyos. Era la única manera de encontrar a Walt...

-Sadie- le dijo su hermano, despertándola de sus pensamientos.

En ese momento, a sus espaldas, una enorme avalancha de hadas oscuras se les avecinó. Al parecer todo el ejército. Desesperados, corrieron dentro de un callejón oscuro, mientras unas cuantas hadas se metían. Varias de ellas trataron de morderlas, pero Carter y Percy las golpeaban para evitar sus dientes filudos.

-¡Nico, haz algo!- le dijo Annabeth mientras se quitaba las hadas de la cabeza.

Algunas hadas estaban golpeando y rasguñando a Sadie. De pronto, todo a su alrededor se volvió oscuro. Pensó que estaba desmayándose, pero se dio cuenta de que seguía despierta. Solo flotó por un espacio negro por un segundo, hasta que volvió a caer en la nieve.

Estaba en otra ciudad, posiblemente en otra parte del país. El sol estaba en media posición. Posiblemente eran las diez de la mañana. Todos estaban rasguñados, con algunas prendas hechas tirones, pero no recibieron graves heridas.

-¿Todos están bien?- preguntó Percy.

Sadie estaba haciendo un recuento, cuando se dio cuenta que faltaba uno: el chico que se parecía a Anubis.

La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora