XXXII.Nico

113 12 1
                                    

El sol ya estaba sobre sus cabezas cuando encontraron las ruinas. Aún había humo y fuego. La batalla fue hace poco. Los tres estaban sorprendidos. Caminaron entre las rocas. Parte del techo estaba hecho pedazos. En el piso se encontraban restos de un corral de paja o madera. Sillones tirados y otras cosas del hogar estaban destruidos. En el fondo, se veía un iglú derretido. Percy levantó una guitarra quemada.

-¿Ustedes saben qué es este lugar?- les preguntó.

-¿Ustedes recuerdan cuando encontramos a Arquel?- le dijo Annabeth. -¿Poco antes de ser secuestrados por ese loco?

-Con Carter...-Percy se puso un poco pálido, y corrió por todas partes preguntando por el chico. 

¿Cómo había pasado esto? se preguntaba Nico. ¿Hace unas horas esta mansion estaba intacta? ¿Qué habrá pasado?

De repente, vio que algo se movía debajo de una roca. La levantó. Un muñequito se cerámica saltó hacia su cara y empezó a golpearlo.

-¡Agh!- Nico se lo quitó de encima, pero el peque no paraba de golpear sus manos. 

-¡Muere invasor! ¡Muere!- le gritaba el muñeco.

Nico llamó al resto del equipo para que vieran esto.

-Wow- dijo Percy. -¿Acaso está vivo?

-No gracias a ti- le contestó el juguete.

-Espera- la interrumpió Annabeth- , ¿sabes lo que pasó aquí?

-¿Qué no es obvio?- les gritó. -Fuimos atacados por invasores, ustedes los griegos.

-¿Nosotros?- Percy puso una cara confusa. -Si acabamos de llegar.

-¿Y de quién es la hidra que vino a destruirlo todo?- los inquirió la ceramica viviente.

-¿La hidra estuvo aquí?- le preguntó Annabeth. -¿La de Lerna?

-¿Acaso hay otra?- dijo sarcásticamente el muñeco.

Nico la guardó en su mochila, soportando los gritos e insultos de su prisionero.

-¿Qué no la hidra estaba muerta?- les pregunto Percy. -O sea, ¿ya no la habíamos matado o algo así?

-Se supone- le contestó Annabeth.

Nico recorió un poco más el lugar. Entró en lo que parecía la biblioteca. El techo estaba agujereado, se podía ver el segundo y tercer piso de la mansión. Los estantes estaban tirados , con cientos de textos y pergaminos tirados y quemados. Recogió uno que estaba cerca. Al abrirlo, vió cientos de dibujos que formaban jeroglíficos egipcios. 

Una idea le vino a Nico. ¿Y si esta manisón era de...egipcios? Aparte de griegos y romanos, ¿era posible que también hubieran egipcios? Solo faltaban vikingos e indios aztecas. 

Cuando Percy apareció a su lado, una oleada de furio lo inundó.

-¿Tú sabías de esto?

Percy parecía cinfundido.

-Yo no sé de qué hablas. Como si pudiera planear un ataque...

-¡No me refiero a eso!- le gritó. Annabeth apareció, y se unterpuso entre los muchachos, temiendo a una pelea. - Tú... conoces a ese tal Carter. Él era de aquí, de una mansión para egipcios. ¡¿Por qué no dijiste nada de esto!?

Los dos estaban impresionados. Annabeth apoyó su mano sobre su hombro.

-Nico, él no era el único que lo sabía.

...

Se fueron antes de que la policía llegara. Se sentaron en una banca en el parque. Annabeth le contó a Nico todo lo que sabían de Carter y Sadie Kane: hermanos brujos de magia egipcia, con quienes pelearon anteriormente para vencer a subordinados de dioses egipcios y capturar a un loco brujo llamado Setne, lo cual había pasado hace mucho. Nico tomó unos minutos para asimilar todo esto. 

-Así que...también egipcios, eh.

-Ya sabes cómo me sentía cuando me enterré sobre la Nueva Roma- le comentó Annabeth.

-¿Hay algo más que debería saber acerca de esto?

-Solo te he dicho todo lo que yo y Percy sabemos.

-Genial- se recostó sobre la banca. 

-¿Ahora qué hacemos, jefe?- le dijo Percy.

-Bueno... seguir con la misión. Hay que buscar a Arquel e investigar el asunto de los monstruos. Aunque...- una idea le surgió.

Rebuscó en su mochila al muñequito que encontraron, y los tres lo cubrieron con su cuerpo para que la gente no lo viera. Estaba congelado, en un grito de batalla, pero cuando Annabeth lo tocó, volvió con los golpes y los insultos. 

-Espera, espera, no nos hagas nada. Solo queremos hablar.

-¡Qué hablar ni que ocho cuartos! ¡Lo único que recibirán serán mis puños de cerámica!

-Solo escuchanos un rato. ¿Qué era los que los atacaban?

-¡Griegos!

-Sí, ¿pero qué clase de personas fueron?

-Bueno, no fueron exactamente hombres, sino monstruos.

-Debía suponerlo- dijo Annabeth. -Mira, sea quienes fueron los que te atacaron, no tienen nada que ver con nosotros. Somos los enemigos mortales de los monsturos. Somos semidioses: mitad dios y mitad humano.

-¿Mitad humano?- el muñeco parecía no tan molesto. -¡Ja! ¡Qué ridiculez! Los dioses no pueden tener hijos con humanos. 

-Bueno, los dioses Griegos los tienen.

-En ese caso, creo que me caen más los Griegos que los cobardes de los Romanos. 

-Espera, ¿qué hay de malo con los romanos?- le preguntó Percy.

-¡Acaso no sabes de Historia!- lo insultó el muñeco. -Hace tres mil años los Romanos invadieron Egipto y trajeron la edad de decadencia.

-Claro, tiene lógica que se odien mutuamente- dijo Nico. 

El muñeco ya no tiraba insultos o parecía liquidarlos, así que parovecharon para hacerle unas preguntas.

-¿Sábes qué le pasó a Carter Kane?

-¿Preguntas por Carter Kane, el nuevo Faraón?

-¡Fa-faraón!- dijo sorprendido Nico.

-Sí, desde como un año y medio fue cuando venciaron a Apofis y ascendio a Faraón. Un gran día para nuestra era. 

-¿Qué le pasó?

-Mmh... La verdad no sé. La úlima vez que lo vi estaba enfrentandosé a la hidra de Lerna en su forma de gerrero de Horus. Después un bloque me cayó encima y no pude hacer nada.

-Chicos- se dirigió Nico al resto- sea lo que sea que haya pasado, Arquel estaba con ellos. Quizás ese Carter sabe de ella.

La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora