XXVIII. Carter

133 13 1
                                    


Carter se sentía como un anciano. Le dolía todo el cuerpo, cada articulación y musculo. Y lo peor de todo, no fue lo suficientemente capaz de salvar a todos.

El ataque fue excesivo: no quedo nada de su querido hogar; nada de nada. Tuvieron que marcharse antes de que la policía y los bomberos llegaran.

Se ocultaron en un almacén, donde Bast y Bes se habían instalado temporalmente.

Carter y Sadie estaban contentos de volver a ver a sus amigos, pero no todo era de color del arco iris. Solo había una razón para que los dioses estuvieran volviendo: algo malo estaba pasando. Era el caos.

Los Kane no pudieron ver a Bes. Al parecer había llevado a sus hijos al trabajo, por así decirlo, pero no creía que un ejército griego atacaría el Domo, así que tuvo que llevarse a los niños de vuelta a la Duat.

Carter no podía creer que al fin Bes fuera padre, y Sadie no paraba de saltar de alegría, a pesar del día que tuvieron.

Usaron y crearon muchas pociones curativas para los heridos, siendo atendidos por unos cuantos médicos brujos y los aprendices del Domo de Brooklyn. Y entre ellos se encontraba Carter. Zia insistía en que descansara. Lo obligó a recostarse sobre una pila de sábanas grises. La poca luz que entraba se reflejaba sobre la sangre en la cara de Carter, y su ropa echaba humo. No paraba de gemir y de quejarse cuando le limpiaba la cara.

-¡Au!- se quejó Carter.

-Perdón- dijo Zia-, pero si hubieras sido más listo no estarías así de chamuscado.

-Era eso o quedarme con los brazos cruzados- le contestó.

-Pudiste haber muerto- lo dijo en voz baja, reflejando preocupación y tristeza.

Al escucharlo, Carter mantuvo sus ojos fijos a los de ella. Había un brillo en sus ojos, algo que muy pocas veces había visto. Nunca pensó que ella podría estar así de preocupada. O sea, sí, debería estarlo, porque bueno, es su novia, pero todo este tiempo, tan apartados por las misiones, el trabajo en los Domos y su viaje...

"Tu corazón palpita con fuerza cuando la vez. La amas. ¿Tanto como para morir por ella?" resonaron las palabras del dios en su mente. Carter siempre pensaba en ella, que estuviera a salvo, que lo tuviera todo, como las petulias que quería regalárselas en su cumpleaños. Era su prioridad número uno.

Mantuvo la mano de Zia contra su cachete. Zia no sabía lo que hacía, pero después de unos minutos empezó a hacer garabatos sobre su cachete rojo. Carter reconoció el símbolo: un círculo con un diamante en medio con dos óvalos. "Amor".

Zia continuó limpiándole la cara, pero esta vez Carter no mostró ni una mueca de dolor. Media cara seguía roja, pero ya no había sangre. Rebuscó entre sus rizos marrones hasta encontrar el corte. Aplicó una crema cicatrizante (sí, esta no era mágica) y vendó la cabeza, cubriendo la herida. Al final le dio un beso en la frente, y otra en los labios.

Ahora era Carter quien se encargaba de Zia. Ella estaba tomando una poción mientras él le cambiaba las vendas de su mano. También se hizo cargo de su corte en la cara.

Amos interrumpió.

-Tenemos un grave problema.

Los tres cruzaron las hileras de heridos, dirigiéndose hacia otra habitación. Carter hechó un vistazo al resto. Varios hechiceros, al verlo, cerraron su puño a la altura de su corazón e inclinaron la cabeza, diciendo en egipcio "mi Rey". En el camino, Sadie se les unió. Cleo pasó a su lado rápido, aprovechando para preguntarle:

-¿Has visto a Félix?- sus ojos estaban sobresaltados, y su cara estaba sucia.

Carter no pudo contestarle a tiempo. Ella fue corriendo a hacerle la misma pregunta a otros señores y algunos compañeros. Recién se percató que faltaban varios de sus amigos. Varios estaban buscándolos, tanto sus compañeros aprendices hasta magos expertos, pero nadie sabía nada. ¿Dónde estaban?

Entraron a otra habitación, o mejor dicho en otro almacén. Era bastante grande, lleno de varias cajas de madera. En medio de la habitación, iluminada por un foco colgante, había tres cajas que servían como mesa. Bast estaba apoyada sobre ella, jugando con un cuchillo. Sadie fue corriendo a su costado y la rodeó por el cuello. Carter tampoco pudo resistirse y también la abrazó, aunque sus músculos estallaron del dolor. Al terminar, la gata se incorporó, y empezó a hablar.

-Damas, caballero, Faraón, me temo que traigo malas noticias.-Hubo un momento de silencio antes de proseguir. -Hay un desequilibrio en la Duat.

Amos se acercó más a la luz.

-¿Cuál?

-Al parecer a alguien que está abusando de la magia. No sabemos quién es ni cómo lo hace.

-Puede ser Setne- sugirió Sadie.

-No creo. Setne está bajo custodia. Puede ser cualquier dios, aunque lo sabríamos. Y no solo está causando problemas en la Tierra, también pasa lo mismo en la Duat. No hay control.

-No será que...Apofis esté regresando, ¿o sí?- se atrevió a decir Carter.

-Eso sería un dilema. Por el momento creo que aún la Gran Serpiente se demoraría siglos, o incluso milenios en regresar, pero si esto sigue así, me temo que cualquier cosa podría pasar.

-¿Algo más pasa en la Duat?-quiso saber Amos.

-Es algo que quería ver. ¿No sabrán donde está Walt?

Carter intercambió las miradas con el resto. Los ojos de Sadie se escurecieron, y los de Zia buscaban saber la verdad.

Bast indagó.

-¿Qué pasó?

Hubo un silencio incómodo. Ninguno de los hermanos quería hablar. Carter sentía la culpa sobre sus hombros. Una punzada de dolor le recorrió por su brazo. Al final Sadie fue quien decidió contarle sobre la misión. Le fue un poco difícil, pero pudo contarlo todo. Incluyendo a Arquel, la chica de poderes misteriosos. Le dijo lo que vio que pudo hacer.

Bast se quedó un tiempo meditando sus palabras.

-Eso explica bastante lo del Inframundo.

-¿Por qué?-dijo Sadie. - ¿Qué está pasando? ¿Papá y mamá se encuentran bien?

Bast no parecía quererlo contar.

-Hace un par de días, algo extraño pasó. Las filas de espera en el Inframundo se volvieron rotundamente cortas.

-¿Y?- dijo Sadie.

-Se supone que esas filas no deben terminarse nunca. Las almas se están perdiendo. Nadie los está dirigiendo hacia el Juicio Final.

-No se encuentra Anubis- concretó Carter. Sabía que Anubis era el dios que guiaba a los muertos con Osiris para ser juzgados.

-Exacto. Ya que Walt anda desaparecido, nuestro dios también. Y si nadie guía a las almas, pronto habrás cientos de fantasmas rodando entre las personas.

-Habría pánico -dijo Amos, comprendiendo algo. -El caos se sembraría sobre la Tierra...

-Eso le daría más fuerzas a Apofis para regresar- continuo Zia.

Era un grave problema. Sería el fin del mundo si Apofis regresara. Apenas pudieron vencerlo la otra vez.

-Hay que detener esto de una vez por todas- dijo Carter, formulando un plan en su mente.

-¿Y qué sugieres, Su Majestad?- le dijo Sadie.

-Digo que vallamos a rescatar a Walt. No solucionara todos los problemas, pero al menos si lo encontramos restableceremos parte de la Duat. Deben estar atrapados en algún lugar.

-Recibimos mensajes muy vagos de Anubis- agregó Bast, apoyándose sobre las cajas. –Trataba de decirnos algo, pero el mensaje fue interrumpido. Creo que está usando sus fuerzas para mantener vivo a Walt, pero no durara para siempre.

-No lo entiendo- intervino Amos. –Anubis aun estando con Walt, sería capaz de guiar a las almas desde la Tierra.

-Pero no solo fue a Walt quien capturó, si no también fue Anubis.

-Pero eso significaría que... debería ser lo suficientemente poderoso para controlar a un dios.

Solo tenían una pista del secuestrador: la mujer serpiente. 

La chica de dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora