Arquel se levantó con muchas dificultades. Absolutamente todo su cuerpo le temblaba y todo le daba vueltas. Su estómago estaba vacío, su mano herida dejó de funcionar y la adrenalina se iba acumulando en el hígado. Había descansado apenas unos minutos cuando algo más estaba por atacarla. Ahora lo que deseaba, aparte de recuperar sus memorias, era dormir por primera vez varias horas (o días) en una cómoda cama.
La criatura desconocida la observaba desde lo alto de las ramas, sin que ella lo supiera. Se desplazaba tan rápido que apenas se veía su sombra. Arquel estaba atenta, preparada para defenderse, pero su condición física le era una gran desventaja.
La criatura la atacó por las espaldas, columpiándose en una rama y pateándola. Arquel rodo por la nieve, manchándose con el barro entre la nieve. Levantó la fuerza para poder verlo: era un chico, como de diecisiete años, de cabello rubio oscuro largo, pero su cuello era como la piel de un reptil, cubriéndolo hasta debajo de la mejilla. Sus patas eran como las de un dragón verde, y tenía dos gigantescas colas de escorpión. Sus pantalones estaban agujereados y llevaba una sudadera negra. Corrió hacia la chica, extendiendo sus garras. Arquel estaba asustada: no podía moverse por el dolor. Rodó por un costado, esquivando las garras del monstruo. Antes de caer rodando, el chico usó una de sus colas para agarrarla y llevársela consigo. Ambos rodaron por una ladera de nieve. El chico la empujó con sus patas hacia el aire. Ella se estrelló contra un árbol, y estaba segura de que se rompió un hueso. En el suelo, por segunda vez en su vida vomitó, solo que esta vez estaba acompañado de un poco de sangre. Una mano la agarró por el cuello, levantándola con facilidad y asfixiándola. Pero a ella se le ocurrió algo. Extendió su mano sobre su cachete, sintiendo la textura casi suave y rasposa de su piel, e encendiando su mano. El chico gritó del dolor, soltándola de inmediato para atender su quemadura. Arquel aprovechó para recuperar el aire. También para que sus heridas se curaran por un rato. Los rasguños en su cara ya se cerraban y su costilla ya no estaba rota. Su fuerza estaba volviendo y estaba lista para pelear. La cara del otro seguía humeando, pero pudo echarle una mirada de odio a la chica. Se tiró sobre ella, pero Arquel pudo defenderse perfectamente. Bloqueaba y daba golpes a su oponente, mientras que este la atacaba con sus garras y usaba sus colas para golpearle o inyectarle su veneno. Era realmente difícil pelear con una sola mano. Arquel vio una abertura bajo su axila, así que convoco una daga de luz para apuñalarlo, pero él logró bloquearla, y después la daga desapareció.
Siguieron así durante unos minutos, hasta que el chico le lanzó nieve a la cara y aprovechó para darle una patada. Arquel se estampó contra un árbol, y esquivo un aguijonazo.
Fue cuando volvió a sentir la movilidad de sus dedos, y entre ellos sentía un objeto. Recordó el collar que le había quitado a ese perro anteriormente. <Inmovilízalo> le decía su voz interna. <Inmoviliza a tu enemigo>. No sabía cómo lo sabía hacer, pero su instinto le decía: usa el collar.
Partió la pita del collar y conjurando un hechizo en una lengua extraña, se la tiró al chico. Mágicamente la pita se estiró, girando alrededor de la criatura, e iba adquiriendo grosor igual que una cuerda. Apenas el chico estaba entendiendo lo que pasaba cuando Arquel lanzó un extremo sobre una rama alta y tiró de ella. El muchacho quedó boca abajo, forcejeando de las cuerdas que lo atraparon.
Arquel aprovechó la ocasión para tomar aire.
-¡Suéltame!- le exigió el chico. Se agitaba como un gusano.
Al final se dio por vencido. Lo único que hizo fue darle una mirada asesina a Arquel. Recién se dio cuenta de sus ojos: eran verdes intensos, iguales a los de una serpiente. Había algo que le molestaba. Se estaba preguntando quién era ese desconocido, qué era lo que hacía y en especial qué era. Evidentemente era un monstruo, pero nunca vio algo así. Usualmente eran feos o deformes. No tenían una forma tan humana.
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La chica de dos mundos.
FanficArquel. Una chica de lo poco común, y de lo muy poco. Una de sus sorpresas de la vida es que resulta ser una semidiosa (aparte del anafaltebismo, el poco manejo del habla y amnesia). Y va en busquedad de un refugio para personas como ella: un campam...