LI. Alejandra

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Comía relajada su cereal con yogurt cuando las noticias de la televisión le llamaron la atención. Era un reportaje acerca de un poblado en Alemania. Hubo una clase extraña de ataque terrorista, donde todas las personas de la ciudad desaparecieron. Pasaban imágebes de los esdificios con agujeros o las calles donde los vehículos estaban boca abajo. Por suerte, ya se ha podido encontrar un número de los desaparecidos en menos de veinticuatro horas. Sus cuerpos estaban vendados y curados. Decían no haber recordado a sus secuestradores o rescatistas. Era muy extraño.

Quiso cambiar de canal, pero al hacerlo, se encontró con otro noticiero. Seguían hablando de los restos de un edificio misterioso.

Justo apareció su papá, con el uniforme.

-¿Ya te vas?-le preguntó.

-Sí, ya se me está haciendo tarde.

El señor Salvador le dio un beso de despedida en la frente de su hija, y se fue del departamento, mientras que Ale le deseaba suerte. La joven siguió viendo las noticias, intrigada por todo esto que pasaba.

Antes de mudarse a los Estados Unidos, había escuchado que cosas locas pasaba por allí. No pensaba que se refería a estas cosas. Como la otra noche, que había escuchado algo fuera de la ciudad. Se había asomado a la ventana, buscando por las calles o el cielo. Pudo ver un par de figuras volando a toda velocidad. No sabía bien qué era. Quizás fue un jet militar o helicópteros. Pero le pareció que esas cosas rugían.
















































Fin











































































Del primer arco

































































La historia continuará en
La chica de Dos Mundos: segunda parte

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