Pesadillas

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Luego de la comida, Johanna nos muestra nuestras habitaciones. Cada uno de nosotros tendrá una de esas pequeñas casas de madera. Dormiré sola, tal como lo hacía en Verdad. Me entusiasma la idea, pero... ¿en realidad quiero dormir sola? Pasé un mes compartiendo habitación con varias personas y me acostumbré a escuchar respiraciones pesadas y gritos, cuando teníamos las simulaciones. 

Observo mi pequeño y temporal hogar: una cama, suave y amplia; una cómoda de 4 gavetas y un espejo de cuerpo completo. A la izquierda de la habitación, hay una puerta, voy hacia ella y la abro: un cuarto de baño. Es sencillo todo, pero me hace sentir tranquila. El suelo es de cemento; las paredes y el techo son de madera.

Me recuesto en la cama y suspiro. Me encantaría ir con mis padres y decirles que estoy bien, que todo salió como lo esperado y que me alojo en Cordialidad; decirle a mi madre que las cosas con Peter se han solucionado y que no tengo idea de lo que somos, pero lo besé y me hizo sentir bien. Lo único malo de todo esto es: que Jeanine me persigue porque la traicioné, porque soy divergente y quiere hacer pruebas en mí; y lo siguiente, que Will mi mejor amigo, está desaparecido. Quiero pensar que está vivo, y que está Sin Facción, pero a salvo. Me quito el chaleco y suelto mi cabello, acomodo mi cabeza en la almohada y suspiro.

- Will.

***

Alguien llama a la puerta. Me he quedado dormida sin sentirlo. Al apoyar la pierna en el piso para ponerme de pie, me camina un dolor, como rastrillos dentro de mi piel y llegan hasta la nuca. Ha bajado la adrenalina y toda la presión, ahora siento más el dolor de la herida y el cansancio sobre los hombros.

Ya ha oscurecido, así que enciendo la luz y abro. Peter me sonríe.

- Bella durmiente. – me dice, con las manos dentro de sus bolsillos.

- Hola Peter. – contesto bostezando.

- ¿Vienes a cenar?

- Claro. Deja acomodo mi cabeza. – regreso a la cómoda, abro una de las gavetas y encuentro un peine. – Entra, ven.

- Gracias. – dice, y cierra la puerta.

Observo mi reflejo, mientras cepillo mi cabello. Tengo las perforaciones y el metal en ellos: nariz, ceja, orejas y el ombligo. Los tatuajes: puedo observar la tarántula, y dos arañas por la blusa rota; la flor de lis en el cuello; mi brazo izquierdo con las llamas hasta llegar a la clavícula. La palabra "ácido", en el brazo derecho; las iniciales en mis muñecas y las hojas de menta en mi mano. Y, el único que no logro verme es el de mi madre, "elige sabiamente", en la pantorrilla. Mi cabello ahora lacio, con luces rojas y azules. Mi piel dando una tonalidad canela pálido y mis ojos cafés. No soy muy bella, tengo ojeras, ¿sí llegué a ser osada, alguna vez?

- ¿Estás bien? – pregunta Peter. He dejado de peinarme y sólo me observo.

- Sí. – contesto sonriendo. – Es solo que... pienso en cómo habría sido si...

- Si nada de esto hubiera pasado. – me completa, Peter.

- Sí. Si hubiéramos pertenecido a Osadía, si Jeanine no hubiera llegado a esto... extraño el complejo de Osadía, en realidad. Todo ese mundo de locos.

- Maud, mientras exista el ser humano, siempre habrá maldad. – me dice. Bajo mi mirada y él me abraza.

Dejo mi cabello suelto, y antes de salir me tomo seis gotas del líquido que me dio la enfermera, sabe a limón. Camino lento y poniendo mi peso sobre la pierna izquierda, voy tomada de la mano de Peter. Con él, es ser todo y a la vez nada. Simplemente bien. Me siento orgullosa de que finalmente, caminemos así.

Una historia InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora