Marcus oculta algo

293 22 0
                                    

- ¿Qué, acaso ella no razona? – pregunto, en voz alta y furiosa. Estamos dentro de mi habitación, Peter me observa, sentado en mi cama, mientras yo doy vueltas por el dormitorio. – ¿Es que mucho sol ya les dejó frito el cerebro?

- Cálmate. Quizás no sea tan malo.

- Peter, no tenemos armas, ¿sí lo recuerdas? Eric no dudará en venir, en cuanto sepa que Cordialidad es refugio de las demás facciones. Nos matará o nos llevará con Jeanine... ¡Odio este lugar! ¡Odio que mi vida dependa de estos cordiales! Te aseguro que cuando vinieron los Estirados no les pusieron tanto problema para quedarse. 

- La solución es simple, Maud, ¿prefieres esto o ir con los Sin Facción?

- Quizás estaría más segura con los Sin Facción, Peter. De cualquier manera, ya no somos osados, ni veraces... no pertenecemos a ningún maldito lugar, ¿entiendes? Te aseguro que los Sin Facción son más razonables que estos comehierbas. – Peter comienza a reírse, primero en silencio y luego hay fragmentos de voz en su risa. – ¿Qué es tan gracioso? – le pregunto aún más enojada.

- Es que tú nunca vas a cambiar. Llegamos a Osadía, y te metes en problemas con Eric, llegamos a Cordialidad y te metes en problemas con Johanna. 

- En casa, no tendría estos problemas. – le digo, sentándome finalmente, a su lado, en mi cama. Me cruzo de brazos.

- ¿Qué casa, Maud? – me dice, irónico. 

Tan cierto como es que Eric y Jeanine nos persiguen, es que ya no tenemos "casa". Al menos, no algo seguro. Lo observo y sonrío. Por este carácter, yo no podría ser cordial.

Luego de que pasáramos nuestra primera jornada como cordiales y sonriéramos, cantáramos con el banjo, cortáramos manzanas y nos abrazáramos como algo inexistente, tal la paz es en nuestras vidas como osados, regreso a mi habitación. Ya es de noche, no enciendo las luces, solo voy a recostarme en la cama, pues no soporto el dolor en mi pierna. Aún sigo molesta por la decisión de Johanna y por este lugar. Ya no me parece tan relajante como en un principio. Ahora, me parece incómodo, asfixiante y me siento nerviosa. Sé que en cualquier momento vendrán ellos... y no podremos escapar.

Escucho voces en el lado trasero de mi habitación; arriba de mi cama hay una ventana. Me subo en la cama con cuidado y me quedo al lado de la ventana, escuchando.

- ... me confunde, es el momento del ataque. – dice, una voz suave como la miel. Johanna Reyes. – ¿Es solo porque Jeanine terminó de planearlo o hubo algún tipo de incidente que lo instigara? – espera un momento a que su interlocutor conteste. – Supongo que no lo sabremos, ¿o me equivoco?

- No, puede que no. – contesta un hombre. Esa voz me causa ser hostil con él. Marcus Eaton.

- Pero, tú sí lo sabes. Sabes por qué atacó cuando lo hizo. – afirma. – Puede que ya no pertenezca a Verdad, pero todavía percibo cuando alguien no es sincero. – dice, tan tranquila. No puedo concebir su imagen de 16 años, vestida de blanco y negro, como yo lo hacía; al igual, que nunca pensé verme de cordial. Son dos ideas casi imposibles en mi cabeza, sin embargo pasan.

- La curiosidad es interesada, Johanna. – responde Marcus.

- Mi facción depende de mí para obtener consejo, y si conoces información crucial, es importante que yo también la sepa para compartirla con ellos. – dice. – Seguro, lo entiendes, Marcus. – hay una larga pausa.

- Hay una razón, para que no sepas todo lo que yo sé. – suelta por fin él. En ese momento, abren la puerta de mi habitación.

- ¿Qué haces a...? – dice, es Ariana, viéndome confundida. Le hago señas para que no hable y que venga a escuchar. Ella accede y sube a la cama.

Una historia InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora