Buscando consuelo con Will

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Paso el día dentro del apartamento, limpiando algunas cosas que han cogido polvo en estos últimos días. Reviso las botellas de vino, ron y vodka que tiene en el mini bar, las limpio y vuelvo a dejarlas en el orden que estaban. La nevera está totalmente vacía. Los utensilios de cocina, vasos, platos y cubiertos están perfectamente ordenados en los trinchantes. Eric era demasiado perfeccionista y ordenado. Todo tiene su lugar. Y, si quiero ir a la lavandería, debo salir a una especie de balcón, en el que tiene lavadora, secadora y una galera para colgar ropa, que no pudiera meter a la secadora. No tengo hambre, así que no salgo del apartamento, hasta que veo que el sol se pone. Las arcadas han disminuido, pero ahora me mareo. Quizás, aunque todo me sepa a papel, debo comer algo.

Voy al comedor, y está tan vacío que me da escalofríos, pero hay comida por doquier y estando ahí entre los aromas, se me antoja casi todo. El embarazo es como quererlo todo, y a la vez nada. Encuentro un rostro conocido, y me hace sonreír en cuanto lo veo, está solo y come tranquilo. Me siento frente a él, y al principio, es como si le extrañara verme, luego reacciona.

- ¡Apareciste! – me dice Will, contento.

- Debía arreglar unas cosas, antes de salir.

- ¿Dónde pasaste la noche? Me quedé dormido antes de que pudieras llegar

- Larga historia. – me niego a contar. – ¿Cómo has pasado el día?

- Preguntándome dónde estabas. Fuera de eso, me he ido a tatuar y no ha habido ninguna novedad. Pareciera hasta extraño que todo ha estado tranquilo.

- Sí. – suspiro, y prenso con mi cubierto un poco de pasta. – ¿Qué hay de tu tatuaje? ¿Puedo verlo?

- Seguro.

Sube la manga de su sudadera, y ahí está inscrita en su antebrazo, la palabra "Claustrofobia", tal como yo tengo "Ácido". Son nuestros primeros miedos. Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo y tengo de nuevo, el nudo en mi garganta.

- Tori es muy buena. – digo, a penas.

- Lo es. – sonríe. – Maud, ¿por qué tengo la sensación de que me ocultas algo?

- ¿Quieres dejarme comer tranquila?

- No. – sonríe, poniendo su barbilla sobre sus manos entrelazadas, esperando una respuesta.

- Sabía que eso dirías.

- ¿Entonces, me contarás? ¿O seguirás ocultándolo?

- Lo ocultaré.

- Presiento que es algo con Eric.

- ¿De verdad? ¿Por qué habría de ser por él?

- Ayer, fue muy raro.

- ¿Raro?

- Maud, estabas llorando cuando mataste a Eric.

- ¿Y, crees que soy de piedra o algo por el estilo?

- ¡Escúchate! No eres la misma Maud que yo conocí. Algo te está matando por dentro.

- Bien, escucha. Me enamoré de alguien que ahora está con las personas que quieren matarme y días antes, lo creí muerto. Fui protegida por un líder, y yo no lo supe, hasta sus últimos días, lo traicioné porque creí todo lo contrario. Terminó confesándome que estaba enamorado de mí y que sabía la basura que había sido a lo largo de su vida, y me pide que lo mate... ¿no te parece suficiente, como para que "esa Maud que conociste", se haya ido? – le digo, entre lágrimas. – ¿No te parece que es suficiente, como para estar harta de todo el mundo, en este lugar? Todos ellos conocían sólo una parte de él, yo lo conocí del todo. Todos querían verlo muerto y yo deseaba que los días tuvieran 30 horas o más, para sanar la culpa de haberlo apuñalado.

Una historia InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora