Momentos después, cuando me he quitado la sudadera blanca, voy al Pozo, está lleno de osados, unos cuantos menos de los que recuerdo que éramos. La última vez que vi este lugar, estaba vacío y podía escuchar casi el eco de mi respiración. Me fui como líder y regreso como tal, aprobada por todos. Siento un olor a piedra húmeda, es el aroma del complejo de Osadía.
A unos noventa metros de distancia, casi por la entrada del comedor, hay un chico repartiendo armas de paintball, y otro a su lado, reparte las bolas de pintura. Observo por todos lados y hay manchas de pintura en las paredes. Fantástico. Se me dibuja una sonrisa, al sentirme parte de este lugar.
- Si la vacante de novio está libre, ¿saldrías conmigo? – dice, un chico a mis espaldas. Volteo y hay dos chicos de piel oscura.
- Claro que no. Maud saldría conmigo porque soy mayor. – contesta el otro, con altanería.
- Eres un idiota, claro que me prefiere porque tengo mejor sentido del humor que tú.
- Bueno, ¿podríamos salir los tres? Ya sabes, una cita... muy osada.
- Ni a un paseo por el tren, salgo con ustedes dos. – les digo, riendo. Zeke y Uriah se ríen.
- Bueno, digamos que tengo ventaja sobre ti, Zeke. – dice Uriah. – Al menos, yo ya le besé.
- De no haber sido por un reto. – le contesta su hermano. – Sí, eres todo un galán.
- Pero ella te podrá decir qué tal estuvo.
- ¿Maud? – me pregunta Zeke.
- Terrible. – contesto, riendo.
- Psicología inversa, dirían los eruditos. – dice Uriah, cruzándose los brazos, orgulloso.
- Basta. – les digo, y voy hacia ellos, poniendo mis brazos sobre los hombros de ambos y caminamos hacia el Pozo. – ¿Cómo sigue Shauna?
- No sé. – me dice. – Va a sobrevivir, pero la enfermera dice que puede estar paralizada de la cintura para abajo. Y, eso no me molestaría, pero... – se encoge de hombros. – ¿Cómo puede ser osada, si no puede caminar?
Asumo que entre Shauna y Zeke existe "algo", y en parte a eso se debió que ella respondiera que no debían usar nuestra magia divergente. Zeke estuvo haciendo bromas sobre salir conmigo... quizás por eso, ella me odie. A mí, me pareció una chica fuerte y decidida. Una osada de nacimiento. Y, si su test la mandó para este lugar, quiere decir que debe permanecer aquí, y que no se irá hasta que la edad ya no la deje.
- Podrá hacerlo. – le afirmo, por fin.
- Maud, ni siquiera será capaz de moverse por ahí.
- Seguro que lo hará. – digo, viéndolo. – Conseguimos una silla de ruedas y te prometo que nadie se negará a ayudarla cuando lo necesite. Hay ascensores en el edificio de cristal, rampas hasta la azotea del Pozo. Ella no necesita ser capaz de caminar, para deslizarse de la tirolina, o disparar un arma.
- Pero, la conozco... ella no querrá que la empuje. – responde, con su voz temblorosa. – No querrá que la levante o la cargue.
- Entonces tendrá que superar eso. ¿Vas a permitir que deje de ser osada por una estupidez como no ser capaz de caminar?
Zeke desliza sus ojos por mi rostro, durante varios segundos. Es como si analizara lo que dije y siento que responderá que estoy equivocada. De pronto, envuelve sus brazos a mi alrededor. Veo a Uriah, sorprendida. Prácticamente, ha pasado un día desde que conozco a Zeke. Uriah me sonríe dulcemente y luego baja su mirada, con esa misma sonrisa. Zeke tiene brazos cálidos.
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Una historia Insurgente
FanfictionVamos en el tren, camino a Cordialidad. Supongo que ahora no importa si soy “Maud la veraz”, o “Maud la osada”… soy Divergente, y no pertenezco a ninguna Facción. Soy libre y perseguida a la vez, con dieciséis años, soy toda una fugitiva. Dejo una g...