Interrogatorio

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Salimos de la celda y nos dirigimos hacia el ascensor. Me voy hasta el fondo de éste y me quedo pegada a la pared, con los ojos cerrados, esperando a que se mueva.

- ¿Están bien todos los demás? – pregunta Ariana. – ¿Uriah, Lynn, Marlene?

- Todos están aquí. – contesta Will. – Menos el hermano de Uriah, Zeke. Se quedó con los otros osados.

- ¿Qué? – preguntan Cuatro y Ariana.

- Lo sé. – responde él. – Nadie lo vio venir. – suena una campana y abro los ojos, exhalando. – Vamos.

Will me toma del brazo y tira de mí hacia las puertas. Caminamos hacia el trabajo de papá: una sala enorme, la sala del último piso del Mercado del Martirio. Tiene tres plantas de altura y espacios vacíos en las paredes, en vez de ventanas. El suelo es de mármol blanco, con un símbolo negro de Verdad, en el centro de la sala. Hay iluminación, gracias a las luces blancas puestas en el techo y en cada una de las columnas del lugar, de modo que la sala brilla. Nos dejan en un pequeño vestíbulo, en el que se puede observar la sala, pero los que están en la sala, no nos ven.

Voy detrás de Ariana y de Cuatro. Observo que ellos entrelazan sus manos. Peter y yo estaríamos así. Debo dejar de pensar esas cosas, si no quiero romper en llanto a cada momento.

Me atormenta el ruido. Son ronroneos exagerados para mí. Levanto mi vista y todos los veraces están ahí, y los osados que se unieron a Verdad, están del lado izquierdo, todos apilados. Algunos se sientan en las gradas, otros en el piso, los que ya no alcanzaron lugar, están a nuestro nivel. Jamás había visto tan lleno este lugar.

Un par de veces, vine con mi padre, pero esto no se llenaba y Jack nunca estaba presente. Mientras mi padre declaraba el veredicto, yo me quedaba en la segunda planta, que estaba vacía y veía hacia abajo, era vertiginoso, pero me encantaba ver a mi padre. Puede que hoy esté aquí, pero no será quien dirija el interrogatorio.

En el centro del símbolo de Verdad, entre los platillos de la balanza desequilibrada, es donde debemos colocarnos mientras nos interrogan. Es hora. Los guardias nos llevan al centro de la sala, donde nos reciben con murmullos y algunos abucheos. Veo a Jack, sentado en la primera fila, como si fuera un rey: espalda recta y gesto severo. Al lado de Jack, veo al mejor juez de la ciudad: mi padre. Se me dibuja una sonrisa casi llorosa y él también lo hace cuando nuestras miradas se chocan. Me guiña un ojo y luego voltea a Jack, para volver a su falsa seriedad. Lo amo. Amo a mi padre.

Nos ponen en una fila ordenada: Cuatro, Ariana y por último, yo. Me siento un poco nerviosa, a pesar de que no tengo nada grave que ocultar, (excepto sobre Eric), siento un vacío en mi estómago y un leve mareo. Me subo las mangas de la camisa amarilla hasta el codo y las aseguro.

El silencio invade la sala en cuanto un anciano de piel oscura entra en la sala; es el interrogador, mi padre dice que Niles ha estado trabajando en esto, desde que él tiene memoria. Es alguien serio y elegante.

- Me llamo Niles. – se presenta ante el conglomerado. – Seré el encargado de interrogarlos. Tú – señala a Tobias. – serás el primero. Así que, por favor, da un paso adelante.

Tobias se suelta de la mano de Ariana y da el paso. Me quedo entre mi amiga y Will, al borde del símbolo veraz. Niles abre una caja negra en la que hay tres agujas. También saca una toallita antiséptica del bolsillo y se la ofrece a Tobias nunca vi una toallita antiséptica en Osadía, hasta el día que Eric nos inyectó el "dispositivo de seguimiento". Idiota.

- La inyección se pone en el cuello. – explica Niles, con paciencia.

Mientras Tobias se pasa la toallita por la piel, no se escucha un solo murmullo en la sala. Observo hacia el exterior, por los espacios y está justo el atardecer. Como quisiera pasar esta tarde al lado del riachuelo. Sola. Como lo hacía antes de que Peter me encontrara ahí. Peter.

Una historia InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora