Voy por un pasillo, rozando la pared de piedra con mis dedos. Quisiera no saber a dónde voy, pero solo estaría engañándome. Este pasillo me trae su mirada, la sensación del hielo que recorría mi espina dorsal cuando él pasaba su mano por mi cadera. Sé el código de la puerta de su apartamento. Observo el teclado numérico por un momento y veo la serie de números que me permitirán el acceso. Siento una corriente fría en mi abdomen. No sé bien, si estoy preparada para entrar. No sé qué espero ver.
'Click'. Volteo hacia atrás, pero nadie me ha seguido y las cámaras, todas están cubiertas de pintura, así que nadie está en la Sala de Control.
Abro con cautela y me pega el olor a madera. Ya no huele a su perfume. Se ha ido, como él. Entro y cierro la puerta. Me entra un poco de pánico, al principio. ¿Eric habrá dejado algún documento importante en este lugar? Todo parece estar en orden, en ese mismo orden que yo conocí. Está limpio y lo único fuera de lugar es una sudadera que se encuentra sobre el sofá. Me dijo que en los gabinetes podía encontrar 'algo interesante'.
Voy a tomar la sudadera y la llevo a mi nariz. Es su perfume. Me da un pinchazo en el estómago, y el corazón se me acelera, se me nubla la vista y las gruesas lágrimas resbalan. Voy hacia la habitación. Su cama está ordenada; sin una arruga. Recuerdo cuando él fumaba, luego de haber estado conmigo.
Al frente de la cama, hay una pequeña mesa rectangular. Sobre ella, regados en todo su largo, hay algunas hojas. Me acerco para leerlas. Son cantidades, "sueros", "divergentes". Y hasta abajo, la firma de Jeanine.
Trato de escudriñar más entre los papeles, pero todo es información sobre el ataque de Abnegación. Nada nuevo. Es obvio que ellos no regresaron luego del ataque.
Me concentro en la hoja que dice "Divergentes", pero al final, esos nombres sí que los conozco.
- Cuatro (Abnegación)
- Ariana (Cordialidad)
- Uriah (Osadía)
- Maud (Verdad)
Me encamino a su armario. Hay docenas de ropa y tienen un olor entre madera, guardado y al perfume que él usaba. Huele a mi libertad. Tomo una sudadera y me la pongo. Siento como si me estuviera abrazando.
Volteo hacia su cama, al lado, hay una mesita de noche, así que voy a ella. Abro la gaveta con urgencia. Hay papeles, estadísticas y unas fotos. Esparzo los papeles sobre la cama. Pero, solo son reportes de los entrenamientos. Encuentro el que era de nuestro grupo. Tengo el nivel más alto. Luego, me dedico a las fotografías. Hay una de su grupo de iniciación. Eric ya tenía sus perforaciones y los tatuajes de los brazos. El cuello aún libre de tinta. Su cabello era más espeso y echado hacia atrás siempre. Rubio, ojos celestes, serio y una mirada fría; era un poco más delgado y sin mucho músculo.
Por otro lado, está Cuatro. Tiene la mirada y su rostro un poco suavizado. Delgado, alto y con una media sonrisa. Ahí también están Shauna y Zeke, abrazados.
Luego de esa foto, está la de él. Supongo que es la que usaron para su clasificación. Si algún día mi hijo pregunta por su padre, podría mostrarle esta foto. Cambio a la siguiente. Yo. La foto que usaron en mi clasificación: piel blanca, sonriente, ojos cafés, cabello negro, rizado a la altura de la cintura. En la parte trasera de la foto está mi nombre, "Maud Austin", con su letra exigente. No hay más fotografías. Vuelvo a guardar las demás. Pero, toco algo al fondo de la gaveta, y lo tomo; es un cuaderno. Lo abro, y todo tiene su letra. Supongo que son apuntes sobre los ataques, los sueros u otras cosas. Hasta que leo mi nombre:
"Maud me ha contado sobre el ataque a Ariana... Edward y Drew planean vengarse de ella, porque sacó a Myra y a Molly y según ellos, lo hizo con malas intenciones. Pero Maud, no es así. Le falta mucho, como para ser alguien cruel..."
Voy a la primera página y dice su nombre, "Eric Coulter". No tiene fechas, sólo inicia las narraciones, y separa cada una con un punto grueso dibujado, en el centro. Es su diario. Eric escribía un diario. A esto se refería con encontrar "algo interesante"
Pongo una mano sobre mis labios, ahogando todo gemido, pero mi llanto no cesa. Eric escribía cada situación de su día a día, fuera buena o mala, y en casi todos los pasajes, poco después de la mitad, aparece mi nombre en cada página. Hasta el ser más frío, cruel y estúpido puede llegar a tener buenos sentimientos. Y lo sé por una frase que escribe:
"Nunca tuve algo a lo que pudiera llamar 'hogar', ni en Erudición, mucho menos en Osadía, que sólo me dediqué al trabajo asignado por Jeanine; pero luego vino ella con su estúpida actitud veraz, con esa cara de niña asustada que quiere demostrar su coraje retándome, y supe que el 'hogar', no siempre es un lugar, sino puede estar en una persona. Ella decía mi nombre y sonaba distinto a como podían decirlo otras chicas, otras personas... en su voz, en sus labios, mi nombre suena dulce y sé que tengo en ella, mi hogar".
Caigo sentada en su cama, y empiezo desde el primer día que se dedicó a escribir, que es describiendo el día que se trasladó a Osadía, por órdenes de Jeanine.
"Ella me dijo que yo tendría un gran futuro aquí".
Conforme voy avanzando, conozco realmente quién era Eric. A veces, lo odio, otras veces quiero pegarle, en ocasiones río y cuando trato de saltarme las páginas y encuentro cuando él narra desde su punto de vista cómo fue conocerme, comienzo a llorar. Eric no era una máquina de matar todo el tiempo; lloraba, se frustraba, y cuando Maud vino a Osadía, se decepcionaba de sí mismo por dejarse llevar por ella. Mas, nunca se dio por vencido, hasta que logró decirme, lo que sentía verdaderamente.
***
Despierto con el cuaderno sobre el pecho, la sudadera puesta y mi cabello en la cara. Puedo ver las líneas del amanecer por el ventanal que está arriba de la mesa con los reportes del Ataque de Abnegación. El sol se refleja en las ventanas de los edificios lejanos y me hace parpadear varias veces hasta acostumbrarme a la luz. Siempre vine a este lugar de noche, nunca pensé que fuera de los pocos lugares donde entraba la luz del sol. Es una bella vista, y hasta puedo imaginarlo despertando, sin camisa y viendo hacia ese mismo horizonte, pensando en lo que haría ese día. Pasando sus manos por el cabello
rubio despeinado y bostezando, quitándose la pereza. Pienso en su voz rasposa, al despertar.
Me siento y vuelvo a tomar el cuaderno, lo abro justo donde hay una fotografía a blanco y negro en la que está con Max, poniéndole su brazo sobre los hombros. Eric sonríe y se ve tan jovial y atractivo. Supongo que es de hace poco, pues ya está más fornido y con esos brazos musculosos. Una persona que no haya llegado a conocerlo, podría pensar que es un osado bueno, valiente y contento con su decisión. Pero, Eric era todo eso, menos feliz con la mayoría de sus decisiones.
Guardo la foto en una de las páginas, al azar y considero que es tiempo de volver a la realidad. Aún me falta más de la mitad de su diario, apenas voy por su primer año, luego de la iniciación. Meto el cuaderno hasta debajo de todos los papeles en la gaveta y me dirijo a la ducha. Aún está su toalla colgada, la pastilla de jabón y el shampú. Me meto a bañar, usando sus cosas y con el agua fría, a pesar de que tiene la otra llave para calentarla. Necesito sentirme viva, y el frío me ayudará. Es uno de los peores días de mi vida.
Cuando salgo, voy a tomar una camiseta sin mangas, de su armario y me quedo con los mismos jeans. Me veo al espejo y aprecio lo fatal que me miro. No me parezco, en absoluto a la chica de la foto que Eric guardaba en su mesita de noche. Tengo círculos muy oscuros bajo mis ojos, se me comienzan a hundir las mejillas y realmente parezco un cadáver por lo pálida que estoy. Esto, no puede ser nada bueno para mi bebé. Debo ser fuerte por él, tal como Eric me lo pidió. Levanto la camiseta y noto mis huesos en la cadera, que antes no eran tan resaltados. Comienzo a sentir miedo. ¿Qué tanto daño puedo estar haciéndome?
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Una historia Insurgente
FanfictionVamos en el tren, camino a Cordialidad. Supongo que ahora no importa si soy “Maud la veraz”, o “Maud la osada”… soy Divergente, y no pertenezco a ninguna Facción. Soy libre y perseguida a la vez, con dieciséis años, soy toda una fugitiva. Dejo una g...