Sinceridad

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Abro mis ojos, el reflejo que pega ante mí, es blanco. Parece que todo fue una pesadilla: Jeanine, el complejo de Erudición, los traidores que me rodearon, Will lastimado... nada fue real. Estoy en mi habitación del complejo de Verdad. Es como si el tiempo se hubiera detenido desde la ejecución de Eric. El aroma de lo que cocina mi madre entra en mi cuarto y me abre el apetito, de inmediato. Los aromas hogareños no se pueden sustituir con nada, ni porque se imiten las cosas en otro lado. Nada es igual a estar en casa. Mi madre llama la puerta, suave y entra.

- ¿Ya despertaste, dormilona? – me pregunta, desde el marco de la puerta.

- Sí. – sonrío. – ¿Cuánto he dormido?

- Como doce horas. – sonríe, y entra de lleno a la habitación. – Pero, comprendo que han sido días complicados. – se sienta en mi cama.

- No te imaginas cuánto. ¿Ha venido Will?

- No, creo que vendrá hasta la hora de la cena. ¿Irás con tus compañeros, hoy?

- Aún no estoy segura. Mi cama es muy cómoda como para ir a buscar más problemas.

- ¿Cómo te sientes?

- Bien. – respondo extrañada.

- Me refiero con el bebé.

- Oh, todo bien. – sonrío y me acaricio el vientre.

- Cuéntame, ¿cómo te dijo Eric, que lo aceptaba?

- Fue la cosa más dulce que me pudo haber pasado. – sonrío. – Me dijo que yo llevaba dentro, algo que también era de él, y que lo protegería más que a nadie en el mundo. También quería que le pusiera su nombre, si es niño. – seco una lágrima. – Se llegó a imaginar un futuro conmigo, si nada de estas cosas con Jeanine hubieran pasado.

- ¿Y, cómo te sentiste tú, al respecto?

- Creo que estás familiarizada con el sentimiento. Cuando te entregan a un bebé, y todo con el chico que convives va de la mejor manera. Eres la mujer más feliz del mundo. – hago una pausa, y miro hacia la pared, atrás de ella. – Pero ahora, todo eso se acabó, mamá. Jeanine seguirá buscándome, Eric se ha ido... y temo por ustedes también. Tengo miedo que, un día me vea sola frente a situaciones que desconozco. Tengo miedo de despertar y ver que ni ustedes, ni Will, ni mis demás amigos están con vida...

- Ser osada no significa que no debas temerle a nada. Ten en mente que, sea la Facción en la que estés, debes buscar hacer lo correcto, según la ideología de ésta. Pero, no te sientas frustrada por temerle a algo... además, eres valiente y sabrás enfrentar a Jeanine cuando te topes con ella. No nos iremos hasta que tú lo decidas. – sonríe, tomándome la mano. – Sé valiente por ti, y por él. Lucha por ustedes dos... sé que a Eric le habría gustado que lo fueras.

- Sí.

- ¿Ves? Es de gran honorabilidad y valentía, que seas sincera al admitir que tienes miedo.

- No quiero ser Divergente, mamá. Trae tantos problemas, riesgos...

- No es malo serlo. Recuérdalo.

***

Me despierto agitada, y lo primero que veo es el rostro de Peter. Tomo consciencia de dónde me encuentro y noto que sólo ha sido una simulación. El tacto de mi madre, la charla... todo era tan real, que me frustra sentirme de esta manera y ver que Will sí está aquí en Erudición y que Peter es ayudante de Jeanine. Me resbalan las lágrimas hacia las orejas, y quisiera abrazarlo, pero sé que Jeanine se encuentra en este espacio. No he salido del escaparate aún. Peter sólo me sostiene en sus brazos.

Una historia InsurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora