Giramos a la izquierda y recorremos la vereda agrietada hacia un edificio más amplio e igual de insípido que las casas. Supongo que es donde los abnegados celebraban las reuniones. Ariana me guía hacia éste y empuja la puerta principal. El suelo es de madera y hay filas de bancos rústicos del mismo material del piso, dispuestos en un cuadrado que dan la bienvenida. En el centro de la habitación, hay un tragaluz que permite la entrada de los rayos del sol.
- Es tranquilo. – me dice. – Es un lugar que puedes visitar cuando estás aturdida por los pensamientos y recuerdos. Lo descubrí el día que venimos.
- ¿Y, qué te aturdía? – le pregunto, mientras la sigo por la habitación.
- Todo. – sonríe, y se sienta en un banco. Yo, me siento en el suelo, frente a ella. – Al final del día, no es genial que mi mejor amiga haya pensado en ir a su muerte, para salvar a los demás. La guerra me agobia, y sé que tú con esas simulaciones, necesitarás un poco de paz.
- No sabes lo bien que me caería una dosis de suero de la paz, en estos momentos.
- Oh, no sabes lo que dices. – ríe. – Puedo preguntarte, ¿cuál fue la peor simulación que tuviste?
- Bueno, ninguna fue buena. Pero en la peor, Eric y yo vivíamos juntos y ya había nacido mi bebé. De pronto entraron algunos soldados y mataron a Eric, luego querían matar al bebé, pero me interpuse y me mataron.
- Tu peor miedo es que le hagan algo, a tus seres queridos.
- Sí.
- Este lugar te ayudará a tranquilizarte. – me sonríe, dulcemente.
- Es bonito, ¿no? – dice una tercera voz. Me causa malestar escucharlo. Me volteo y quiero descargar mi odio en él. Marcus Eaton. Llega hacia nosotros, como si fuera de nuestro total agrado.
- Está bien. – dice Ariana, poniéndose de pie y su rostro dulce ha desaparecido. – ¿Qué haces aquí?
- Las vi entrar. – dice con cierta indiferencia, pero sólo quiere hacerse el importante. Normal en Marcus. – Y, quiero hablar con ustedes, acerca de la información que robó Jeanine Matthews.
- ¿Qué pasa si ya es tarde? – le pregunto, entrecerrando mis ojos. – ¿Qué pasa, si ya sabemos lo que es? – Marcus me ve con el veneno saliendo de sus pupilas.
- No es posible. – dice, con una sonrisa irónica.
- Eso no lo sabes. – digo, encogiéndome de hombros, y encerrando mis rodillas con los brazos.
- Lo sé, en realidad. Porque he visto qué le sucede a las personas cuando escuchan la verdad. Se ven como si han olvidado lo que están buscando y sólo están vagando, tratando de recordar.
Bajo mi mirada a sus pies. Incrédula. ¿Qué puede ser tan fuerte que haga volverse locas a las personas? Marcus se sienta en un banco cercano a nosotras y nos observa.
- Sé que Jeanine decidió asesinar a la mitad de una Facción para robarla, por lo que debe ser muy importante. – digo.
Entonces, algo como una flecha, atraviesa mis recuerdos. Justo antes de que yo atacara a Jeanine, dijo: "esto no solo es acerca de ti y tu cerebro anormal, tampoco de mí. ¡Se trata de mantener esta ciudad a salvo de las personas que tengan la intención de hundir todo en el infierno!". Y, a John, diciendo "No se trata sólo sobre Erudición, sino sobre todo el mundo. Todas las Facciones. La ciudad entera... y, lo que hay fuera de la valla". La caja recogía esa información. Sólo me falta atar cabos. Lo que ella estaba haciendo conmigo, era tratando de encontrar una simulación que funcionara en mí. En la Divergente. Y, los divergentes, algo tenemos que ver con lo que hay detrás de la valla, y eso está dentro de la caja.
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Una historia Insurgente
FanfictionVamos en el tren, camino a Cordialidad. Supongo que ahora no importa si soy “Maud la veraz”, o “Maud la osada”… soy Divergente, y no pertenezco a ninguna Facción. Soy libre y perseguida a la vez, con dieciséis años, soy toda una fugitiva. Dejo una g...