Una vez que la puerta se cierra a mis espaldas, oigo un ruido de cerrojo, asegurándose. Me volteo y corro hacia la puerta, pero ahora está con llave. Trato de forcejear, empujar con un pie, incluso, pero no sucede nada. Estoy atrapada. Atrapada. La palabra no suena bien en mi cabeza. Mi respiración se agita y pronto la oscuridad en la que me encuentro, desaparece por luces penetrantes que se encienden desde cualquier ángulo. Es tan fuerte el estímulo de las luces en mis ojos, que debo taparme con un brazo. De pronto, una voz... su voz, en una grabación.
- Maud Austin Rogers, quinta generación. Facción de origen: Verdad. Facción seleccionada: Osadía. Divergente 100%.
- ¿Quinta generación? – pregunto.
- Estado: intruso.
Oigo un click y abro mis ojos, pero es como si no lo hubiera hecho, pues todo está negro. Algo suena como si estuviera saliendo agua, así que trato de tomar una buena bocanada de aire y me mantengo alerta. Debo moverme. No debo dejar que el pánico me aborde. No estoy encerrada. No estoy encerrada.
Doy unos pasos y al tiempo que mi pie toca el piso, se encienden las luces, pero no es un corredor tan insípido como los de Erudición. Es la Sala de Entrenamiento de Osadía. Es imposible que esto sea un canal. Es ilógico. Es tan ilógico que hasta tome el mismo aroma que esta sala tenía.
Frente a mí, está el círculo de arena, en el que se llevaban a cabo las peleas. Paso mi vista por todo el lugar y veo al otro lado, que hay una puerta azul. ¿Qué demonios con esa puerta?
- Cinco minutos para abrir la puerta. – dice la misma voz. – El veneno hará efecto posterior al tiempo establecido.
Veneno. Es lo único que se queda en mi mente. Camino hacia la puerta, pero del lado derecho surge una persona, vestida de negro. Es una chica, delgada, piel blanca, cabello negro rizado hasta la cintura, y con un tatuaje de una flor de lis en el cuello. Soy yo.
Una simulación. Esto es una simulación. Y, realmente no creo que Jeanine haya "actualizado" el suero en esta simulación, así que debe ser igual a las del paisaje del Miedo. Río, casi histérica. Lo tengo ganado. La puerta está a sus espaldas, yo tengo que pasar y ella tiene qué impedirlo. Estas son las medidas demenciales a las que se refería Tori.
Su aspecto y semblante, es como el de mis primeros días en Osadía. "Un poco asustada, pero queriendo mostrar coraje", en palabras de Eric. Yo soy un impedimento para que ella pase la clasificación y ella es un impedimento para que yo salga de aquí. Ella aún no está embarazada, aún no ha pasado por su mente la idea de entregar su vida por los demás. La envidio un poco.
- Morirás. – le digo, sonriendo con sarcasmo y ella arquea sus cejas sin perforaciones, sorprendida. – Pero, no te preocupes, será como quedarte dormida. Es un bello sueño. Reencontrarte con los que más has querido. Al, por ejemplo.
- ¿Eso era lo que pensabas cuando te entregaste a Erudición? – me responde. Responde así, porque es como yo habría respondido. – ¿No pensabas en tu hijo? ¿En la promesa que le hiciste a Will y a Eric? Creo que tenías miedo de morir, porque sabías que no serviría de nada. Jeanine seguiría matando gente, ¿y luego qué?
Necesito algo para matarla, es lo único que podría vencerme. Podría pasar toda la vida sacando sus verdades y ella siempre sabría cómo responder. Volteo a mi izquierda y hay una mesa parecida a la que usaron cuando hicimos el lanzamiento de cuchillos. Sobre la mesa, hay un arma. Vuelvo a la otra Maud y ella me ve dudosa. Yo, no habría matado a nadie para pasar la iniciación, pero sí para salvar mi vida.
- Oh, no lo harías. – me dice, entrecerrando sus ojos y cruzando sus brazos. – Piensas en Eric, todo el tiempo antes de matar a alguien. Piensas que es él, a quien volverás a matar.
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Una historia Insurgente
FanfictionVamos en el tren, camino a Cordialidad. Supongo que ahora no importa si soy “Maud la veraz”, o “Maud la osada”… soy Divergente, y no pertenezco a ninguna Facción. Soy libre y perseguida a la vez, con dieciséis años, soy toda una fugitiva. Dejo una g...