Un pequeño secreto para ser feliz

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Dejad que os cuente mi secreto.

No es una historia, tampoco una trampa, ni siquiera un invento capaz de revolucionar lo conocido. Es solo un truco, uno capaz de devolverme la felicidad que los días insisten en devorar. Es, también, la solución contra lo que odio, contra lo que detesto, contra lo que me aburre y me hace vomitar. También a vosotros os detesto: me aburre vuestra tristeza, me atraganto con vuestros problemas y me enfado con vuestras críticas. Es por eso que quiero enseñaros a ser tan felices como yo.

Dejad que os revele mi poder.

¿Sabíais? El mundo no es tan espantoso como realmente os obligáis a creer. Insistís en odiarlo, en protestar contra sus injusticias, pero es inútil. El mundo es odioso e injusto, y eso no podéis cambiarlo. Continuará siempre igual, inalterable a lo largo de los siglos, quizás ligeramente diferente con el paso ya de los milenios. Pero, ¿qué importa? Ninguno de nosotros vivirá para verlo.

Dejad que os enseñe cuál es la auténtica verdad.

Espero que aceptéis mi redundancia: la verdad es que la verdad es hermosamente subjetiva. Y eso es algo que, al contrario que el mundo, sí podemos cambiar. Al fin y al cabo, lo que es cierto o no lo hemos inventado nosotros. ¡Alteremos qué es verdad y la llave será nuestra!

Dejad que os enseñe a ser felices.

El truco, mi querido truco; el secreto, mi querido secreto; es cambiar nuestra visión del mundo. Endulcemos los momentos, convirtiendo la realidad en ese paraíso en el que deseamos vivir. Sé que parece imposible, pero es más sencillo de lo que alcanzáis a imaginar: solo hay que sellar nuestra mirada con la llave del mundo. Al final solo verás aquello en lo que quieres creer.

Déjame arrancarte los ojos.


Escritos sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora