Este verano decidí zambullirme en esos viejos caminos que deletree, investigué y recorrí años atrás. Volver a ellos fue un viaje divertido, nostálgico, cargado de recuerdos y todo tipo de impresiones: desde admiración hasta vergüenza por sus exabruptos rodeos. Todos estos caminos que durante tanto tiempo he atesorado, ahora vuelven a extenderse ante mí. Son ellos, los reconozco, pero bajo el frío de este noviembre noto que han cambiado: quizás sea yo la que es diferente, o puede que mi pluma, mis palabras o deseos, pero ahora esos caminos, por mucho que mantengan sus nombres y colores, conducen a nuevos destinos.
Y estoy deseosa por descubrir el incierto final que se esconde en cada uno de ellos.

ESTÁS LEYENDO
Escritos sin sentido
RastgeleEscritos sin sentido de una bruja soñadora sobre musas, ángeles que sobrevuelan el espacio o terroríficas noches en el hospital. En ocasiones hay historias ocultas en los silencios de los personajes de estos relatos, secretos para aquellos que se at...