Caminaba, algo distraídamente, con una melodía entre los labios y un problema de matemáticas rondando por la cabeza cuando notó que algo tiraba de su brazo.
Echó la vista atrás hasta distinguir su ruinoso hilo rojo tirado entre adoquines. Estaba desgastado, reatado, demasiado anudado en algunos tramos, viejo y polvoriento. Era, ahora que lo contemplaba desde una nueva perspectiva, un lastre del que deshacerse.
De uno de sus bolsillos sacó un par de tijeras. Un solo corte y la unión desaparecería para siempre. Solo necesitaba un tijeretazo, un "¡Zas!" contundente...
Pero, al final, dudó. Después de todo, se suponía que aquel hilo descolorido era su destino.
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Escritos sin sentido
De TodoEscritos sin sentido de una bruja soñadora sobre musas, ángeles que sobrevuelan el espacio o terroríficas noches en el hospital. En ocasiones hay historias ocultas en los silencios de los personajes de estos relatos, secretos para aquellos que se at...