Capítulo XLVII

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Y si... Había llegado el "gran día".

Todas corrían por mi departamento... Carlotta, mamá, Christin y hasta Elena... Todas parecían la novia excepto yo, Yo no pensaba estresarme.

Enseguida entró una llamada de Pitter en el teléfono intercomunicador informando que la estilista iba subiendo.

Ruth llegó y sin perder tiempo comenzó a arreglar a mamá, seguido a Carlotta, a Christin y a Elena. Le había pedido que por favor nos acompañase para que estuviera al pendiente de Alessandro. Con tanto trajín, a Christin se le había pasado contratar a una niñera, y a mí, recordárselo.

Por último y más importante, comenzó a arreglarme a mí.

-¿En lo qué quedamos el día de la prueba, no?- dijo mientras acariciaba mi cabello.

Asistí y ella comenzó a hacer de las suyas.

Al cabo de un buen rato pronunció un "lista" que de verdad me alegró la vida. Ya me estaba dando hasta sueño.

Me acercó un espejo y pensé en que definitivamente ella tenía manos mágicas...

El recogido con los rizos desordenados que había escogido, estaba justo en su lugar, y a perfección. Sin contar con el maquillaje sobrio, pero acompañado por el pronunciado delineado "duran" y las extensiones de pestañas en que habíamos quedado.

Mientras Ruth me peinaba y maquillaba, mi tropa había aprovechado de vestirse y vestir a Alessandro.

Todos lucían elegantes, pero nada como mi pequeño. Estaba hermoso.

Me dirigí a mi habitación sola. Quería vestirme sin nadie.

No era muy amiga de lo sentimentalismo y si alguna entraba conmigo, comenzaría ese showsito. Coloqué crema en todo mi cuerpo, perfume y enseguida la lencería que había comprado aquel trágico día.

Mi vestido estaba guidando, estuve unos cuantos minutos viéndolo para luego ponerlo en mi cuerpo. Tomé mis prendas y por último los zapatos para hacer lo mismo.

Suspiré en frente del espejo pasando mis manos por la falda del vestido.

El sonar de la puerta me interrumpió...

-¿Sí?-

-Britt, ¿estás lista? Ruth necesita terminar contigo para poder marcharse- dijo Carlotta.

-Sí, dile que pase. Pero solo ella- dije con tono de advertencia.

Ruth entró, delineó y rellenó mis labios con un labial rojo carmesí, y para terminar, colocó dos pequeños adornos color marfil en mi cabello. Me ayudó a ponerme la especie de capa que tenía como accesorio mi vestido, se despidió de mí deseándome suerte y se marchó.

Volví al espejo, y pronuncié un "lista" un poco menos alegre que el que me había dicho Ruth hace un rato... No podía creerlo... Yo vestida de novia, a punto de casarme y de paso con un hombre que quería, mas no amaba.

Tomé el buqué que estaba compuesto por muchas rosas rojas, sujetas a una fina tela de encaje por sus tallos y salí de mi habitación emprendiendo camino hacia la sala.

Al llegar a ella, por supuesto mamá comenzó a chillar. Obvié el momento antes de decir algo desagradable.

Carlotta y Christin alagaron mi apariencia. De verdad que me veía muy bien vestida de novia... No podía negarlo. Les dije que ellas también estaban muy elegantes.

-Debemos irnos, Tom ya está abajo- pronunció mamá.

Pocos días atrás le había pedido a Chris que contactara a Tom, mi chofer en algunas ocasiones, para que nos prestara su servicio el día de la boda.

HOY ERES MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora