Capítulo 31 [Sacrificios].

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La mirada de mi abuelo se tornó gris, al igual que la delicadeza de sus palabras, me habían hecho comprender. Él se preocupaba mucho más por mí de lo que yo creía.

-Si tan sólo ella hubiese podido haber dicho que no, nada de esto hubiese sucedido.

-¿No?-Pregunté.

De pronto, todo mi interés se posó sobre sus palabras, y lo miré atentamente. Tal y como una niña pequeña al escuchar la historia más emocionante de princesas y príncipes.

-Creo que ahora que eres grande, te vendría bien el escuchar un poco más de tu madre. Creo que así podrían respetarse un poco más la una a la otra.

Yo asentí con delicadeza, mientras mis temblorosas manos se aferraban hacia el cojín. Mis ojos lo miraban con un brillo especial.

-Tu madre estaba muy enamorada de tu padre. Ella juró jamás dejar de amarlo, y hasta la fecha, ella jamás se fijó en la verdadera persona que la rodeaba.

-¿A qué te refieres?

-Ella se embarazó de ti, cariño. Ella creyó que sería un nuevo escalón en su vida, y todos aquí lo creíamos igual, excepto él. Él no estaba listo para éste gran paso. Era joven, tal vez lo demasiado para saber de lo que esto trataría. ¿Quién entendería el amor de un par de jóvenes?

Aferré el cojín aún más a mí. Esto comenzaba a relacionarse conmigo.

-Él dijo que no sería capaz de hacerse responsable de “una carga tan grande”. Ella ha sufrido mucho, muchísimo, pero es tan necia, que creo que jamás entenderá lo que tratamos de decirle.

-¿Qué tanto?

-Demasiado. Un día llegó a casa con un ojo morado, “calló al bajar en busca de tu juguete favorito”. Ese día tu abuela lloró como jamás lo había hecho. Él es un desgraciado.

-¿La golpeo?

-A menos que tu madre sea una buena mentirosa, así lo fue.

-Ella jamás me comentó nada de esto.

-Es por eso que estás aquí, cariño. Ella no te haría daño, sólo…no quiere que sufras lo mismo que ella ya sufrió.

Había tratado a mi madre con muy poca tolerancia, tanta que mi corazón ya comenzaba a culparse a sí mismo. Una pequeña lágrima brotó hacia la comisura de mis labios, y fue oculta tras mi temblorosa mano.

-Ella hizo muchos sacrificios por ti-susurró.

Me levanté de allí con mis temblorosas piernas, y deposité el cojín sobre el sofá. Su mirada se posó sobre la mía, ocasionando una incomodidad increíble.

-Lo sé-susurré-será mejor que me prepare para la visita de mi padre.

Él bajó la mirada, y asintió.

Caminé hacia él, y posé mis labios sobre su delicada mejilla, con toda la suavidad del mundo. Él sonrió, y posó su mano sobre mi imaginario beso.

-Te quiero mucho, abuelo.

-Y yo a ti, princesa.

Lighters (Niall Horan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora