Capítulo 22 [143].

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-Me encantaría conocer a mi nieto-soltó una ligera risita.

-Espero, y algún día-sonreí.

-¿Porqué no vas a desempacar? Estoy seguro de que ese adorable chico no tardará en hacer sonar el teléfono cien veces-rió.

-De acuerdo-le entregué una sonrisa, y me dispuse a caminar hacia lo que ahora sería mi “habitación”.

Los viejos muebles de la casa de mi abuela la identificaban aún más. Había tratado de olvidar lo sucedido, pero sin embargo, apenas me había alejado de Niall por aproximadamente tres horas, y me encontraba en total estado de devastación.

Arrojé mi maleta por encima de la cama, y abrí el cierre con delicadeza. Con suma lentitud, comencé a retirar de allí cada prenda que representaba un momento en mi vida.

Tomé mi celular, con la esperanza de que éste comenzara a vibrar en cualquier segundo. Lo dejé de lado, justo en el antiguo mueble de mi abuela. Ese en el cual solía colocar sus hilos y agujas para tejer, justo antes de retirarse a tomar su diaria taza de café por las mañanas.

Comencé a acomodar mis prendas en el amplio clóset de mi abuela. Era en realidad inmenso. El tiempo corría, y la ropa era cada vez menor en cantidad.

Terminé de empacar,  y me tumbé boca arriba en mi cama. Tomé mi celular con una mano, mientras me giraba hacia la ventana. Solo esperaba una señal de él. Quisiera haberlo llamado primero, pero no quería sonar desesperada. En realidad, lo estaba. Estaba muy desesperada.

Mi celular comenzó a vibrar sobre la palma de mi mano. Con un brillo en mis ojos, y una gota de esperanza brotando desde mi corazón, presioné el botón “contestar”:

-¿Niall?

-¿Hija?

-Disculpa, papá-suspiré decepcionada-creí que eras alguien más.

-No creo tener el cabello color rubio-rió.

-¿Cómo va todo?

-Algo silencioso-susurró-¿Cómo está todo?

-Un poco menos decepcionante de lo que esperaba.

-Dale tiempo, cariño. Te acostumbrarás.

-¿Acostumbrarme a qué?

-A las nuevas personas que te rodean, un mundo diferente.

-Me gustaba mi mundo-susurré.

-Te he dicho que esto no depende de mí, cariño. Lamento lo de ese chico, Neil.

-Niall. Es Niall Horan, papá.

-Neil, Niall, ese chico rubio… ¡cómo sea!

-Yo también lo lamento.

-Escucha, linda. Debo colgar ahora, ¿hablamos más tarde?

-Seguro, adiós-susurré justo antes de que su bocina dejara de transmitir aquel timbre de voz. Lo único que en verdad me decepcionaba, era la indiferencia de mis padres.

Los consejos de mi abuelo eran los mejores que había tomado en mi vida. Mi abuela, siempre comprensiva, y algo terca, ella me apoyaría. Sabría de esto, y probablemente correrá en busca de Niall. Así como yo estaba a punto de hacerlo.

No permanecería el resto de mi vida en una jaula. Con decisión, caminé hacia las afueras de mi habitación.

-¿Terminaste?-preguntó mi abuela desde el otro extremo del pasillo, la cual, sonriente, sostenía un par de rosas de jardín recién cortadas en mano. Yo asentí levemente, mientras ella lo hacía también-¿Porqué no sales a dar una vuelta por allí? Apuesto a que quieres hacerlo.

-Estaba a punto de hacerlo, abuela-sonreí.

-¿Qué esperas?-rió, mientras se hacía espacio y caminaba hacia su habitación. Bajé las escaleras en una velocidad increíble, y sin más, salí de allí.

Era un paisaje diferente al de mi hogar. Las flores eran distintas, eran de colores más brillantes y más grandes. Las aves cantaban todas al unísono. Mis pies se movían con el ritmo perfecto.

Las cosas no podían ir tan mal. Sin soltar el celular de mi mano, lo miré. La pantalla seguía intacta. Ni una sola llamada proveniente de él.

Me aproximé hacia una banca, dónde decidí sentarme, y reposar por unos segundos. Miré la pantalla de mi celular, fijamente. Como si fuese capaz de hacerlo vibrar con la mente.

Mi orgullo se hizo a un lado. Mi corazón lo había empujado con una fuera increíble. Mis dedos comenzaron a deslizarse con gracia por el teclado de mi celular. Lo sostuve con mi mano, y lo apegué a mi oído, el cual, estaría dispuesto a escuchar aquella peculiar voz que me ponía los cabellos de punta.

-¿Hola?

-¿Zayn?

-¡_____! Oh, Dios. ¿Dónde te has metido? Niall no ha mencionado palabra alguna. ¿Han discutido?

-No, nada de eso-susurré-¿No te lo contó?

-¿Contarme qué?

Miré mi mano izquierda con suma delicadeza, y miré mis uñas descaradamente mordidas.

-Me mudé.

-¿Hiciste qué? Aguarda… ¿Hiciste qué?-repitió con el doble de volumen que la vez anterior.

-Se supondría que Niall les avisaría.

-¡Niall ha permanecido en el baño por más de dos horas! Se niega a salir de allí. ¿Cómo contárnoslo?

-Mi madre, y mi padre…aguarda, ¿Niall qué?

-Eso no importa, ahora. Dime lo que sucedió-su tono de voz bajó.

-Mi madre y mi padre discutieron, de nuevo. Fue más que una pelea, mi madre decidió que lo mejor sería mudarnos en la adorable casa de mi abuela.

-¿Tu abuela? ¿Qué tan lejos queda eso?

-Algo, demasiado…diría yo.

-¿Porqué no te despediste de nosotros?-Preguntó en un suspiro.

-No tuve tiempo de hacerlo. Niall permaneció conmigo la noche entera, fue un cambio repentino, cuestión de noche a la mañana.

-Lo entiendo, descuida. Comprendo por qué Niall se niega a salir del baño.

-¿Podrías hacerle salir?

-Sé algo que lo hará salir de allí-apartó la bocina de su oído, y exclamó el nombre de aquella adorable persona-¡Te buscan en el teléfono!

El ruido de un mueble al caer se hizo paso en nuestra conversación. La señal del teléfono se alteró, y recuperó la normalidad.

-¿______?-Aquella voz se hizo presencia en mis oídos. Su peculiar tono de voz era aún más elevado, y exaltado. Se podría decir, emocionado.

-¡Niall!

-¡Cariño! ¿Has llegado? ¿Estás bien? ¿Cómo es todo por allá?

-Estoy…bien. Es lindo y acogedor, antiguo y algo empolvado. Las cosas no van tan mal.

-Lamento no haberte llamado antes, cariño. Tenía algunas cosas qué hacer.

-Amor, no te encierres en el baño. Los chicos podrían preocuparse.

-Zayn-susurró-Entré en un estado de depresión algo alta. ¿En dónde estás ahora? ¿Qué hay a tu alrededor? Quiero imaginarte, y pensar que estoy contigo.

-Hay árboles, muchos árboles. La banca del parque está a punto de congelarse-solté una carcajada.

-¿Tienes frío? Mierda. Yo debería de abrazarte, ahora mismo.

-Niall…

-¿Sí?

-Son ciento cuarenta y tres.

-¿Kilómetros?-yo asentí con la cabeza, aunque él no pudiera notarlo. Solté un ligero “sí” y él dio un largo suspiro.

Lighters (Niall Horan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora