Lighters (Niall Horan).

Capítulo 6 [Miedo].

-Seguro-dije temiendo lo peor.

Mis piernas comenzaron a temblar, mientras ellas mismas me decían: sube las escaleras. Con dificultad logré subirlas. Caminé por el largo pasillo, que pareció ser una eternidad. Llegué hacia la habitación de mi madre.

-¿Qué sucede?-pregunté mientras mi voz se entrecortaba.

-Ya no sé qué hacer, hija.

-¿De qué hablas?

-Ya no sé qué hacer. Tu padre y yo tenemos más problemas cada vez. A veces pienso que lo mejor sería…

-¿De qué estás hablando, mamá?-dije mientras me sentaba en la orilla de su cama.

-Hija. Ya no sabemos nada de ti. No sabemos a dónde estás yendo, y mucho menos, con quiénes estás yendo.

-¿Qué me crees, mamá?

-¿Dónde quedó esa confianza que nos teníamos?

-Nunca existió.

-Hija, nunca me das la oportunidad de-la interrumpí.

-¿Oportunidad? ¿Acaso tú me das una oportunidad? Siempre que intento hablarte, parece que hay otras cosas más importantes qué hacer-las palabras salían de mis labios, mientras mis piernas me dirigían hacia mi habitación.

-Tu padre tiene miedo de lo que te pueda suceder-susurró.

-¿Tiene miedo? ¿También tiene miedo de preguntarme?-dije mientras la puerta se cerraba a mis espaldas.

Cerré la puerta de mi habitación con toda la fuerza del universo acumulada, y me dejé caer sobre el marco de la puerta. Me senté sobre el suelo, de tal manera que mi espalda pudiera acomodarse en la puerta.

Había recordado que tenía aquellos números grabados en mi celular. Pero simplemente no quería molestarlos. No quería llenar su cabeza de mis problemas.

Cerré mis ojos, y elevé la vista hacia el techo. El foco de luz no iluminaba, la obscuridad del cuarto me invadía, y los problemas me aturdían.

¿Qué hacer? ¿Temer de qué? ¿Qué temían mis padres?

Por cada respuesta que encontraba a cada pregunta, otras 2 preguntas más se formaban dentro de mi mente.

La desesperación me invadió. “Los problemas de tus padres, son sus problemas”. Recordé como esas palabras habían brotado de los labios de mi amigo, Niall.

Aquel chico que sin querer había robado mi corazón. Aquel chico que había secado y detenido mis lágrimas.

Sin darme cuenta de cómo pasó, mis párpados comenzaron a pesar. Simplemente me dejé caer sobre el suelo, y permanecí allí. Las preguntas me aturdían tanto que provocaron el sueño en mí.