Y lo era, podría describirlo como aquel príncipe de un típico cuento de hadas. Siempre al pendiente de su princesa, aunque yo no me sintiera como ello.
A veces, quisiera poder despertar, y sentirme realmente hermosa. El espejo podría hacerme sentir bien, y no dejaría caer el peso sobre mis hombros.
-¿Porqué no sirves esto sobre la mesa? Tu abuelo no tardará en bajar.
-No tengo demasiada hambre, abuela.
-Tonterías, es la depresión del amor, comerás aunque después la única opción que tengas será vomitarlo-me dijo a regañadientes, mientras depositaba un platón de comida sobre mis manos.
-De acuerdo…-susurré.
Di un salto, y caí sobre el suelo. Deposité el platón sobre la mesa de comedor, y lo miré por unos segundos.
Ya podía imaginar a Niall devorando cada migaja de éste, con sus manos y labios llenos de éste, y su peculiar sonrisa al percatarse de que ya no hay comida sobre el plato.
Minutos después ya visualizaba fijamente cada movimiento de mi abuelo al degustar pequeños bocados de comida, e ingiriéndolos con toda la suavidad del mundo.
Mi madre y yo cruzábamos las miradas, sin embargo ninguna de las dos era capaz de dirigirse la palabra.
Tambaleaba mi tenedor una y otra vez por encima del plato. No tenía hambre. La verdad, no tenía ganas de hacer nada. Mi abuela tomó mi mano, y depositó un bocado en el tenedor. Con una gran sonrisa, me hizo comerlo.
Digamos que no estaba en el mejor momento para hacer avioncitos de comida, quería volar, enserio quería hacerlo, junto a Niall.
-Solías reír al hacerlo.
-Abu…-susurré.
-Ya, ya, de acuerdo-alzó sus manos en señal de tranquilidad, y paz.
Mi abuelo soltó una ligera risita, sin embargo, mi madre lo miró con una sola ceja alzada.
-¿Tienes algún problema, hija?-Mi abuelo la miró con una retadora mirada.
-Para nada…-mi madre susurró.
Ambos desviaron sus miradas, y mi abuela posó su mano sobre la mía.
-No tienes qué comer si no quieres. No tienes qué hacer nada si no quieres. ¿Porqué no levantas tu plato, y te diriges a tu habitación?-Dijo con una comprensiva sonrisa.
Yo asentí con delicadeza, tomé mi plato con fuerza, y me dirigí hacia la cocina para así depositarlo sobre el culpable lavatrastos.
Me apoyé sobre él con ambas manos, dejando caer mi cabello sobre mi frente, y orejas. Cerré mis ojos por unos segundos, y di un largo suspiro.
Normalmente, mi madre me retaría por haberme levantado de la mesa sin esperar a los demás familiares, pero la verdad, lo que mi madre pensara, hiciera, o dijera, sería inmune en mí por ahora.
Corrí hacia mi habitación, evitando miradas y tratando de pasar desapercibida. No podría hacer eso todo el tiempo, estaba harta de intentar huir de mis problemas.
La verdad, no sería fácil. Trataba de adaptarme al cambio, pero sin embargo, no soy fuerte.
Una nueva sociedad, nuevas sonrisas y personas, nuevos lugares y rostros por conocer, nuevas almas y nuevas intenciones, diferentes problemas y los mismos de siempre. No estoy lista.
No sabía qué era lo que más me preocupaba. Aún podía sentir el dedo meñique de Niall alrededor del mío, y un “lo prometo” salir de sus labios.
Había sido tan lejos mi despegue hacia otro mundo, que en un abrir y cerrar de ojos noté como el vidrio de mi ventana comenzaba a empañarse.
Era increíble como el clima podría cambiar tan repentinamente, sería como un cambio de humor, la bipolaridad del clima describía a la perfección a esta ciudad.
Me senté sobre mis rodillas, justo a la orilla de la ventana. Pasé mi dedo índice por encima de ésta, y comencé a moverlo con delicadeza.
“Él lo prometió”.
De pronto, las gotas de lluvia en mi ventana comenzaron a pasar desapercibidas con las gotas de lluvia en mis ojos.
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Lighters (Niall Horan).
FanficEsta novela NO es mía. Derechos reservados a Cassandra Bravo.