Apenas sentí como unos cálidos rayos de luz se azotaban contra mi mejilla, mis ojos comenzaron a abrirse lentamente. Lo único que podía pensar, era “Abre tus ojos, rápido. Esto pudo haber sido un sueño”.
Pero para mis sospechas, ahí estaba él. Con ese rostro tan angelical, justo enfrente mío. Sus grandes ojos clavados en mi rostro, como si hubiese estado mirándome por horas. Una gran sonrisa se formó en sus labios, justo como en los míos.
-¿Has estado mirándome dormir?-reí.
-No pude evitarlo-sonrió mientras pasaba su mano por mi ruborizada mejilla-Eres aún más hermosa durmiendo.
-Me alegra que no haya sido un sueño-susurré.
-¿Creíste que lo fue?-asentí suavemente-Lo creí igual.
-¿Lo hiciste?-sonreí.
-Sí-dijo sin dejar de acariciar mi mejilla.
-Gracias por no haberte ido, justo cuando más te necesitaba.
-Te diré algo-sonrió-Yo estaré contigo aunque tú no lo quieras.
-¿Aunque yo no lo quiera?
-Sí-miró su mano, mientras lentamente la removía de mi mejilla-¿Prometes que no me olvidarás?
-¿Cómo olvidarte?-sonreí-No hay que pensar en eso, aún.
-Sí, tienes razón-sonrió mientras en un rápido movimiento, se ponía de pie. Con una gran sonrisa en rostro, extendió su mano, la cual, en busca de la mía, logró su cometido, y la encontró.
Miré la manera en la cual nuestras manos encajaban a la perfección, y como cada cosa que él tocara se convertiría en algo totalmente perfecto.
-¿Qué sucede?-preguntó en un susurro.
-Ven aquí…-susurré, mientras con fuerza, me apegaba hacia él, y mis brazos se apoderaban de su cuello. Con fuerza, me abrazó por la cintura, y se acurrucó junto conmigo.
-Te prometo, que no importa que los mares se dispongan a separarnos, tú siempre serás el único para mí.
-¿Lo prometes?-Me miró con lágrimas en los ojos.
-Te lo prometo-dije sin soltarlo.
-Esto será mejor para ti-susurró-Los problemas, se terminarán. Comenzarás una nueva y mejor vida, lejos de todos aquellos que alguna vez tuvieron intenciones de dañarte.
-Pero no lo vale-Mis lágrimas pedían a gritos rodar hasta mis mejillas.
-Estaré contigo, todo el tiempo. Tal vez no me verás allí, pero lograrás sentirme. Yo me encargaré de ello-susurró-Te visitaré, tanto que llegarás a fastidiarte. Te llamaré, tanto que ya no querrás levantar el teléfono. Te escribiré, te dedicaré los más hermosos poemas, y cruzaré hasta los mares con tal de apreciar esa sonrisa. Aún tengo varias cosas qué decirte.
-Aún tengo varias cosas que escuchar-lo miré fijamente.
-Ya no tengo miedo de decírtelo-sonrió.
-¿Miedo?
Él asintió, y con una adorable sonrisa, se dispuso a tomarme de ambas manos. Con una tímida risita, bajó la mirada. Lo único que podía ver, eran sus traviesos mechones dorados ocultando su rostro. Segundos después, se dispuso a levantar su mirada, cruzando miradas e intercambiando sonrisas conmigo.
El ruido de una ansiosa mano comenzó a hacer paso contra mi puerta, la cual, con desesperación, exigía que ésta fuera abierta lo más antes posible.
-Demonios…-Niall susurró.
-¿Hija? ¿Estás lista?
Niall me miró perplejo. Sus labios no lograban pronunciar palabra alguna, al igual que los míos. Parecía como si alguien los hubiese sellado, y obligado a callar.
-¿Lista?-dije con el poco hilo de voz que aún llegaba a poseer.
-Tu abuela se ocupará tiempo después, así que tuvimos qué adelantar los planes.
-Mamá…aún no estoy lista-susurré justo detrás de la puerta.
-Me temo que tendrás que darte prisa, la camioneta no tarda en llegar a casa.
Niall hundió sus dedos entre su cabello, y con una pensativa mirada, se negó a mirarme. Evitó mi mirada, y caminó en dirección a la ventana.
-¿Qué estás haciendo?-sollocé.
-No sé, yo…yo no lo sé. ¡No sé qué hacer! Esto se supondría sería nuestro día, no puede adelantarse. ¡Los planes no pueden adelantarse! Aún no estaba listo para dejarte ir, tengo cosas qué hacer…-comenzó a dar vueltas por el lugar.
-Niall…
-Quería que este día fuera lo suficientemente especial para ti. Jamás creí que esto fuera a llegar, yo no lo vi venir así.
-Niall…
-¡_______! ¡Yo no estoy preparado para dejarte ir!
Lo miré por unos segundos, y aunque quisiera haber logrado controlar mis movimientos, fui incapaz. Mis desobedientes piernas comenzaron a llevarme hacia él. Lo tomé por el rostro, y lo miré.
-Niall, no puedo esperar a que…
-Te amo.
Su mirada de cachorrito atrapó a la mía. Sentí esa satisfacción tan grande. Pude percibir como mis manos comenzaban a temblar, cada vez más fuerte. Mis rodillas comenzaban a doblarse, sabía que no contaría con su apoyo dentro de unos cuantos segundos.
-Te amo, _____. Te he amado desde el momento en el que sequé tus lágrimas, esa vez, en el parque. Eso es lo que siento por ti. Me fue imposible no amarte. Me sentí en esa necesidad de protegerte todo el tiempo. Quería que te sintieras especial, y a salvo.
-Durante este tiempo, me di cuenta de él innumerable número de papeles por los cuáles haz cruzado. Me di cuenta de que me enamoré de un mejor amigo que jamás tuve, de mi propio psicólogo, osito de peluche, comelón, dormilón, sonriente, risueño, y sobre todo, mi héroe. Te amo, héroe.
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Lighters (Niall Horan).
FanficEsta novela NO es mía. Derechos reservados a Cassandra Bravo.