Capítulo 39 [Una promesa es una promesa].

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Y los nervios comenzaban a invadirme. Miré hacia mi inválido tobillo, y de nuevo me giré hacia la ventana. Una rubia melena se asomó por la puerta del auto, y yo morí por unos segundos.

-¡Niall!-Exclamé. Mi abuelo se sobresaltó en el sofá. Todas las miradas se posaron sobre mi destino: la ventana.

Allí estaba mi príncipe. Él colocó ambos pies sobre el cemento fuera del hogar de mis abuelos, y se sostuvo de la patrulla con ambas manos. Un gran ojo morado proveniente de una morena piel y una gran y obscura cabellera se plantaron junto a él.

El dolor había desaparecido-incrementaba-nada podría interferir entre nosotros ésta vez. Miré hacia mi tobillo, y di un largo suspiro. En un rápido movimiento me levanté del sofá, y corrí con esfuerzo hacia la puerta.

Louis intentó detenerme, pero nada, ni siquiera mi inseguridad iba a detenerme. Una gran brisa de aire logró infiltrarse en casa. La puerta se había abierto, y un par de policías habían invadido el territorio.

-Señorita, …

-¡Lo lamento!-Logré hacerme paso entre ellos, colocando ambas manos en sus brazos, y apartándolas suavemente de mi camino. Comenzaba a cojear cada vez más, pero el dolor no me iba a detener.

Ellos me miraron extrañados, mientras el policía lograba retirarse los lentes de sol, y colocarlos dentro del bolsillo de su camisa. Acomodó su insignia de policía, y colocó ambas manos en sus bolsillos. Codeó a su compañero, y soltó un largo suspiro.

-No creo que sea un mal chico.

Y allí estaba yo. A tan sólo metros del chico que lo había dado todo por mí. Del maravilloso príncipe recién sacado de mi propio cuento de hadas que es la vida.

-¡Niall!

Y mi pie dejó de coger. Mis pies ya no tocaban el suelo. Mi cabello comenzaba a menearse sobre el aire al ser girada traviesamente por Niall. Cuando él logró bajarme, yo no me aparté. Nuestros cuerpos se conectaron como jamás lo habían hecho.

Me aferré de su lastimado cuello con ambos brazos, y lo apegué hacia mí.

-Gracias, gracias, gracias, gracias-susurré una y otra vez a tan sólo centímetros de su rostro.

-¿Porqué agradeces?

Pasé mi dedo índice por sus labios. Éstos aún conservaban su rosado tono, sólo que ésta vez lucían dañados. Un rasguño en su barbilla que se dirigía hacia sus labios me dolió hasta el alma. Una pequeña cortadita en su labio inferior me suplicó a gritos una ayuda.

-Por estar aquí. Por haber hecho todo esto por mí. Por todo.

Él soltó una adorable y diminutiva risita susurrante. Miró hacia mi mano, y la colocó encima de la suya.

-No iba a dejarte aquí sola.

-No tienes una mínima idea de lo muchísimo que te extrañé.

-La tengo, te lo juro. Espero que entiendas que lo significas todo para mí.

-Espero que tú entiendas que también lo eres para mí.

-Valió la pena-una adorable risita acompañó a su mano a recorrer mi mejilla. Escondió un mechón de mi cabello justo detrás de mi oreja.

-¿Por qué lo hiciste?

Sus ojos se llenaron de brillo ante mi significante pregunta. Miró hacia el suelo por unos segundos, y apegó mi mano hacia su pecho.

-Una promesa es una promesa.

-Pero, tú… ¿cómo?-Una sonrisa se formó en la comisura de sus dañados labios.

-Te amo.

Sus manos se posaron alrededor de mi cintura, acariciándola con delicadeza. Era feliz. Era más feliz que nunca.

-Te amo-susurré en sus labios.

Él soltó una risita en mis labios, dejándome en claro lo que estaba a punto de hacer.

-Te dolerá-susurré.

-Lo vale.

Él me apegó hacia él con delicadeza, y posó sus labios junto a los míos.

Lighters (Niall Horan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora