− Es solo otro simple idiota. - El tipo de camisa blanca y moreno observaba al pobre Linek tirado en el suelo de su habitación, aquella pareja de psiquiatras que habían estado presente en su juicio ahora descansaban en sillas blancas con bandejas de papeles en la mano frente al psicópata quien en modo ovillo, le daba la espalda a los profesionales, la camisa de fuerza estaba mucho más ajustada que antes, pues la escena anterior donde sangre derramada pintaba el piso no fue nada agradable de limpiar para los auxiliares mientras Linek yacía en el juicio, era obvia la queja pero ¿Qué tenía que ver ajustar más la camisa? Pensaba el pobre enfadado de que lo trataran con tal amargura, aunque no se daba cuenta que se lo merecía.
Hasta que la voz de ese chico rubio del cual había robado su corazón se hizo presente en un suspiro y oración desanimada.
− Es gracioso como juraste ayudar a los enfermos mentales y los tratas peor que a uno. − El rubio había fruncido el entrecejo con enojo, fuera de su papel como psiquiatra serio y experto, era un joven humilde que había jurado curar y proteger a todos aquellos con enfermedades mentales, pues su padre se había suicidado frente a él por padecer esquizofrenia y era obvio que en un trauma había asumido la culpa. Ayudar y compartir con enfermos mentales se había convertido en su placer de autoestima, aunque varias veces arriesgara su vida hablando y jugando con asesinos seriales, gente con ataques de irá o ansiedad, donde fácilmente podrían haberlo matado, el simplemente los veía como criaturas sin culpa.
− ¿Ahora lo defiendes? ¡Es un maldito asesino serial! −El moreno se había levantado con fuerza de su asiento, furioso y sin entender por qué el rubio tenía ese pensamiento, Linek se había volteado desde que escucho al rubio y ahí se había quedado, observando al moreno cabreado y admirando la humildad que emanaba el rubio. Este iba a contestar, hasta que la puerta de aquella habitación blanca se había abierto con dificultad, uno de los practicantes traía en una bandeja la comida del paciente, el rubio sin tomarle importancia a lo que decía el moreno, se levantó de su asiento y fue en busca de la bandeja, escuchando las blasfemias de su querido moreno. Al tomarla, la dejo en el suelo con cuidado, hasta que una de las tantas mierdas que decía el moreno. Captó su atención. El practicante ya se había ido.
−.....¡Es que no entiendo por qué sigo siendo tu novio si no me escuchas Sam!.. −El novio de Sam había colapsado en frente del paciente, haciendo que Linek se alterara y se removiera en su puesto, Sam en vez de decirle algo, lo observó con una sonrisa descarada, el moreno ya sin soportarlo se fue del lugar, dejando sólo a Sam y Linek en la habitación, Samuel de inmediato notó como la frente de Linek sudaba, no era su culpa meterlo en esos problemas.
−Oh.. Lo siento..− Sam con cuidado recogió la bandeja llena de comida y camino hacia Linek, este no se alejaba por lo que le dio confianza a Sam, quien se sentó en frente con la bandeja en medio, buscó un pañuelo que traía en su camiseta blanca y al encontrarlo, limpió el sudor de Linek.Linek se sentía en el cielo, su platónico estaba frente suyo y al parecer ya le había tomado cuidado y cariño, algo que le había faltado desde mucho tiempo, se arañó los brazos con fuerza resistiendo la necesidad de tirarse encima, el rubio alejaba el pañuelo con cuidado notando cuanto había sudado el pobre chico.
− No es mi trabajo pelear con, compañeros, pero lástima que el sea mi novio, lo siento si te pusimos nervioso, es tu hora de almuerzo así que te han preparado sopa de tomate y agua tibia con endulzante, te tranquilizara, seré tu nuevo encargado ya que mi antiguo paciente se ha recuperado −. Explicó con aquella sonrisa encantadora, Linek solo se había preocupado de aquella última frase ".. Lastima que sea mi novio" palpitaba en su mente, lastima significaba algo malo ¿No? ¿Por qué estaba con él? Sentir un pequeño vacío de odio hacia aquel tipo, de poder tener a ese rubio hermoso y tratarlo mal.. Al menos eso pensaba Linek.
Ahora Sam, tomaba el pequeño plato con una cuchara de plástico llena del líquido, Linek se había acomodado casi como podía, quedando erguido listo para comer frente al rubio, inexpresivo, Sam acercaba la cuchara con el alimento y esperaba que el paciente abriera su boca. −No te niegues. . Es la ultima comida que les damos y no quiero que tengas hambre. − Murmuraba con tranquilidad, Linek abría la boca y dejaba que el contenido cayera a su boca, no le gustaba el sabor, pero era lamentablemente lo que había y no deseaba morir de hambre. Hizo una mueca de disgusto pero Sam parecía no tomarle en cuenta, pues volvía a llenar el utensilio con sopa y se la daba como si nada, Linek no se resistía pero el sabor sentía que iba a vomitarlo en cualquier minuto. Pronto el suave sabor del agua tibia limpio su garganta y paladar, el psiquiatra había tomando del vaso tibio para darle al chico asesino. Sam se dedicó a alimentarlo con cuidado así hasta la noche, hablando sobre su carrera, experiencias y demás, donde Linek sólo respondía con una sonrisa. No quería hablar por miedo de espantarlo.
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Carta de un Enfermo mental enamorado.
RomantikLuego de cinco años escondido en los más rurales lugares, Linek, dependiente de la esquizofrenia es encerrado por cadena perpetua en el hospital psiquiátrico de Países Bajos, donde paga la condena de asesinatos y torturas macabras bajo su enfermedad...