23 ¿No me temes?

433 40 3
                                    

El compañero de oficina ya se había marchado, Sam escuchaba los últimos pasos poco audibles del pasillo iluminado, estaba quieto en su lugar pero pronto asintió para reaccionar, dejó la tabla de exámenes en la mesa y se dispuso a salir de cuarto, caminando directo a las habitaciones de control, solo habían tres victimas que por lo bueno, no hacían escándalos, Samuel por precaución asomó su rostro por la rejilla de la puerta, viendo como la mujer anciana estaba en medio del suelo, en posición fetal, quería creer que estaba dormida.

La ultima habitación era la de Li y Sam luego de revisar las primeras dos, se dispuso a caminar sin meditar las consecuencias. Trabajadores haciendo turnos nocturnos eran pocos, unos cinco o cuatro si es que ya se estaban retirando, atendían oficinas y papeleo de madrugada en el tercer piso del hospital, a pesar de sentirse tranquilo de que nadie lo molestaría (Ya que estaba en el segundo piso) por lo que estaba a punto de hacer temía que su objetivo lo atacara, pues a pesar de parecer una persona normal, era un enfermo mental que sufría esquizofrenia, ataques de ansiedad y lo peor ¡Era un maldito Asesino serial que si no fuera por su condición estaría pudriéndose en la cárcel más cercana del santo juicio! Frenó su pasar cuando detectó lo ultimo, pero después de todo ¿A que iba? No tenía un rumbo fijo y a estas horas sacarle una excusa no iba a servir, Linek podía estar enfermo pero no era tonto.

Por precaución caminó a la sala de enfermería que solo se encontraba en frente, recogió un frasco de sedante intramuscular y una jeringa nueva, rompió el cristal del contenedor y luego abrió la molesta bolsa de la jeringa, quitando la tapa de esta para derivar la aguja al pequeño orificio del envase y así, dejar de la fuerza de gravedad absorbiera todo el liquido potente llenando hasta un cierta cantidad de la jeringa. Dejando así, la dosis lista para ser utilizada quien después de taparla nuevamente, se la echó al bolsillo.

Caminó a pasos lentos e inseguro de sí mismo hacia la puerta central de la habitación que quería ir , era como si una parte de él lo llevara a la rastra donde el extraño tipo de quien pudo alejarlo del tal ente, inseguro más que todo por las horas de la madrugada, el silencio de la ausencia y la gran posibilidad de un ataque, es que será que realmente Linek no es como todo el mundo dice ser. O quizá solo es un pensamiento estúpido por parte de Sam al tener un corazón dulce y molestamente empático.

Ya en frente, giró la manilla apretada por el metal logrando que esta se abriera en cosa de segundos, un rechinido agudo pero por suerte rápido rompió el silencio de la habitación producto a la puerta siendo abierta, Sam se agitó, miró para todos lado, asustado de que alguien se alertara pero no, antes de entrar y al asegurarse del exterior, miró en frente, ahí estaba, Linek estaba en una esquina y ya sabía que Sam estaba allí, pudo olerlo, sentirlo además de que él se lo dijo. No se inmutó ni de voltear, pero obvio que estaba despierto.

- Pensé que te habían sedado.. - Murmuró Sam, acercándose con cuidado donde Linek, quien seguía dándole la espalda. - Voltea.. - Ordenó, Linek no hizo caso si no después de unos segundos.

Sus expresiones estaban tranquilas, incluso el platinado esbozaba una sonrisa humilde que a pesar de verse verdadera aterrorizó a Sam por unos segundos. - No les quedaba Sedante intravenoso, dijeron que les valía mierda y se fueron. - Respondió con normalidad.

El rubio estaba dudoso pues hoy el despacho de medicamentos había llegado con todas las medicinas necesitadas por el hospital y pacientes ¿Es qué acaso no se dieron la manía de buscar los anestésicos necesitados? Frunció el entrecejo molesto.

- Pero después de todo es lo que merezco, un cuidado miserable para alguien miserable. - Linek suspiró, removiendo un poco sus brazos para evitar que estos se acalambraran.

- Eres un paciente que al igual que todos debes ser tratado como debes. Son tus derechos. - Reprochó con razón, poniéndose de rodillas frente a Linek, este chasqueó la lengua y rió como maniático cabeza baja. Fue inevitable que el rubio no se alterara.

-¡Joder! Le he arrebatado los derechos de vivir a más de treinta persona, es que si no es por la mierda que me sigue y me colapsa estaría pudriéndome en una cárcel barata. -

- Lo dices con demasiada soltura. -

- No te atreverías a contarle a nadie ¿Verdad? - Linek arrastró sus pies hasta quedar más cerca de Sam quien por instinto se alejó, en verdad solo hizo hacia atras su cuerpo.

Por primera vez estaba siendo amenazado y sabía que Linek era capaz, estaba metiendose en un gran problema.

Inconscientemente Sam asintió, sin saber que su profesión se estaba yendo a la mierda solo por tratar de acercarse más al joven Linek, quien ahora lo observaba con .. ¿Deseo? Dios no, por favor no..

Sam se levantó de inmediato y reaccionó agitándose la cabeza. - Basta, estas amenazándome, no dejaré que un enfermo me amenace. -





Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora